TAPA NÚMERO 11, septiembre 2011



EDITORIAL NÚMERO 11, septiembre 2011


Primavera latinoamericana


  Septiembre empieza con los últimos días fríos y se despide entre tardes calurosas y noches frescas, ideales para tomar una cerveza con amigos o un amante. Es también un mes, como todos, para ejercitar memoria, pero con un condimento especial: la vida floreciendo, regalándonos aromas y texturas que nos envuelven en un abrazo con nuestra Madre Tierra.
  Pese a que el bombardeo mediático de este mes intente convencernos de que el único 11 de septiembre memorable y repudiable es el “9-11”; nosotros sabemos que hay otros 11 de septiembres, que justamente ellos quieren borrar de nuestra memoria. Allá en ese septiembre de 1973, a nuestros hermanos chilenos les arrebataban la esperanza de la revolución desarmada. El sueño del socialismo por la vía pacífica se esfumaba a fuerza de un golpe con apoyo de las grandes corporaciones económicas, de la mano de balas y de muertos; para después instalarse en nuestro país, bajo la misma metodología y el mismo terror. Hoy, esa misma “Patria chica, por que no pudo ser Patria Grande”, lleva a cabo del brazo de sus estudiantes una lucha por la educación, pero no sólo eso (que ya es bastante) sino una lucha por volver a poner en sus manos el futuro. La juventud chilena y latinoamericana parece querer hacerse carne de la pluma mágica de Pablo Neruda: “podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.
  Septiembre es también mes en el que se festeja el día del maestro y el día del estudiante. La historia oficial argentina se ha encargado de tallar en bronce al denominado “padre del aula”, Domingo F. Sarmiento. Ese visionario que en el Siglo XIX luchó por la escuela “laica, universal y gratuita”, también representa al acérrimo defensor de una conciencia europeizante, a la que le repulsa el contenido autóctono, originario y de nuestra América profunda. Por eso nosotros ese día, elegimos compartir a otros pedagogos latinoamericano como José Martí, Paulo Freire o Arturo Jauretche, y también las luces de Sarmiento, pero recordando siempre la otra cara.
  Con el grato calor de un buen mate, volvemos para compartir con ustedes cantidades de temas que hacen a lo que pasa acá, en el Orinoco o en el Viejo continente colonizador; pero claro, enfocándonos en nosotros. Entonces, este nuevo número de El Pancho La Coca se acerca para recordar y repudiar a los que alguna vez han cortado las flores de nuestro pueblo y, por qué no, para ser parte de una nueva primavera latinoamericana.