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El Pancho La Coca
Año 1 número2, diciembre de 2010
Por acá:
-"La oposición descompuesta", por Leandro Durbano
-"Infinito cambio de las sociedades", por Mauricio Amiel
Nuestra América:
-"Debo estar en América del Sur, bien al Sur", por Eva Stilman
Globo:
-"Descubriendo la crisis", por Mariano Salvatierra
-"Volviendo a los pagos", por Gastón Florio
1/2s?:
-"Apropiador compulsivo": Entrevista a Pablo Llonto (parte I)
Social:
-"Negra es mi alma, negro mi corazón", por María Eugenía Asato
Cultura:
-"Democratizando nuestra cultura", por Mario Orquera
Ayer nomás:
-"Alcances y dimensiones de la resistencia peronista", por Juan Pedro Denaday
Herramientas:
-"Populismo, una lucha de sentidos", por Sacha Pujó
Colgué!:
-"La gente es extraña", por Eva Stilman
Acordate:
-"Piratas forever", por Gastón Florio
Editorial
Acá estamos de nuevo
Salimos otra vez. En medio de un avance de la participación popular. En
medio de medios que eligieron la tarea de confundir todos los días y a
toda hora. En medio de los que nos quieren meter miedo. Salimos otra vez
y seguiremos saliendo.
Sin embargo, nos dimos cuenta de algo: somos unos nabos ¡Cómo no nos
dimos cuenta antes! Pobre Macri. Todos lo criticábamos por su
imbecilidad, sin darnos cuenta que gobernar la Ciudad de Buenos Aires no
era fácil. Por suerte Mauricio nos hizo caer en la realidad: “Hay una
lógica perversa que hace que cada vez venga más gente de los países
limítrofes (a la Capital Federal) a usurpar terrenos”. Y claro, así es
difícil gobernar. Por esto no sirve el enorme presupuesto invertido en
viviendas, ni las distintas políticas de inclusión que pongamos en
marcha; porque al otro día se nos vienen todos los pobres de
Latinoamérica ¡Claro! Pobre Macri.
Este, más o menos, es el discurso que hoy nos venden las grandes
empresas de comunicación, en busca de abonar a la evidente operación
diseñada, maquiavélicamente por la cúpula del Pro. Sin embargo no se
trata sólo de una operación contra el kirchnerismo, sino también de
despertar ese lado fachista de la clase media, que está convencida que
el único mal de su vida, es esa palabra tan confusa, como lo es la
“Seguridad”. Y, como siempre suele pasar cuando se especula de esa
manera con la gente, el saldo son vidas, heridos y vecinos enfrentados
entre sí. Unos luchando por una necesidad y otros oponiéndose a la toma
de los terrenos, creyendo así que defienden sus derechos.
El escenario fue armado. La toma de los terrenos de Parque
Iberoamericano, se dio días más tarde a que Rodríguez Larreta (Jefe de
Gabinete de la Ciudad) dio a entender la promesa de que el gobierno de
la ciudad iba a otorgar a las familias que viven en las Villas porteñas,
su título de propiedad correspondiente. Esta cháchara pro-demagógica
generó expectativas en miles de personas que mes a mes se desangran para
la paga de un alquiler temporal y condujo a la toma de los terrenos del
Parque Iberoamericano (incentivados por los punteros macristas) que
terminó con la represión de la Federal y de la Metropolitana, arrojando
decenas de heridos y hasta hoy, tres muertos. Pero, ¿Por qué se llego a
esto? Primero por una elección política del Pro de no atender el
problema habitacional de la Ciudad (del presupuesto aprobado para dicha
área del 2010, solo se ejecuto un 20% a días de finalizar el año).
Segundo, el llamado del Gobierno de la Ciudad a la siempre escalofriante
Policía Federal, con sus prácticas ya conocidas. Aunque es clara la
política de no represión a la protesta social por parte del Gobierno
nacional, la estructura prehistórica de la Policía Federal sigue estando
atada a su nefasto pasado. Finalmente, la Metropolitana, que bien
sabemos fue creada para esto: para la represión y la discriminación.
Aunque
esto sea una realidad para Macri, las causas son los inmigrantes y la
delincuencia. Esta es la nueva derecha de la Argentina. Su política:
represión, Estado ausente y xenofobia. En fin. Hoy tenemos un conflicto
profundo en Soldati, que ya se le escapó de las manos a muchos. Gracias a
la falta de políticas sociales de Pro y a su especulación, la ilusión
de la gente nuevamente se encontró con los palos y las balas.
Tenemos que estar atentos: Mariano, tobas qom y ahora tres hermanos y
compañeros más a los que se le arrebata la vida. Mucha casualidad. O
mejor dicho causalidad. Resulta sospechoso que justo cuando la juventud
comienza a hacerse visible, participa activamente y se va involucrando
en la construcción de su propio destino, aparecen las balas asesinas del
pueblo. Y vemos a uno hablando de las supuestas juventudes hitlerianas.
A otro hablando del caos y la necesidad de mano dura en la universidad
sita en el símbolo imperial. Otro enunciando un discurso racista que
criminaliza no sólo a la pobreza, sino al pueblo en su conjunto. Otro
que anda rabioso entre la sombras ante la inminente crisis de su poder
concentrado. Otros varios confundidos sacándose su rabia con el de al
lado.
La tierra, problema histórico de múltiples manifestaciones en Nuestra
América. La juventud, que cuando aparece asusta a varios porque saben
que no se conforma así nomás y aspira a un futuro diferente, al mismo
tiempo que defiende lo positivo de lo existente.
Que no nos asusten. Que cada uno de ellos viva en nuestra memoria y en
nuestras luchas: por el derecho a organizarnos libremente, por el
derecho del pueblo a la tierra y por la hermandad latinoamericana para
forjar la Patria que, aunque los pocos de siempre traten de impedirlo,
se está haciendo Grande.
Por acá
LA OPOSICIÓN DESCOMPUESTA
Por Leandro Durbano
Es difícil encuadrar al bloque opositor dentro de una línea política sólida, cuando su concepción simplemente es obstaculizar la actual gestión de gobierno. Tal como una fila de patitos, que se aglutinan uno detrás del otro, sin mucha claridad. Sus rústicas prácticas, los coloca continuamente en contra del interés popular. Su fijación es derrumbar lo que se está construyendo, llevándose puesto lo que sea, sin discriminar.
Él, como jefe supremo que los articula (a esa abstracción denominada oposición política), les da una tunda de vez en vez, por no ponerse de acuerdo entre ellos. “¿Qué será de nuestra empresa con la ley de medios, si hasta se atreven con un anteproyecto, que contempla la participación en las ganancias de los trabajadores?” Se pregunta el CEO, preparando una nueva medida cautelar, junto a un juez amigo. “Encima estos incapaces no hacen una bien”. “¡Pronta reunión necesitamos para inventar algún candidato que nos regrese a la década memorable de los noventa!” En el periodo de esplendor de los años de las políticas del Consenso de Washington, el CEO aglutinó poder y riqueza, gracias al acuerdo con los títeres de turno; y hoy tiene la difícil tarea de dirigirlos. Sin embargo, pese a que este sicario de la libre prensa, pudo reunir a la murga opositora, no consiguió cerrar filas. ¿Cómo juzgara la historia al grupo de cipayos que hace unos meses se reunió en la mesa del CEO? Veremos. Por lo pronto hoy, los condena el fracaso inmediato.
La mayoría de los invitados a esa mesa, se autodenominan Peronistas Disidentes. Disiden de las políticas de distribución de la riqueza, del Estado como factor de garante de los derechos humanos, de la justicia social, la independencia económica, etc., o sea disiden de Perón.
Un invitado de esa “noche para los recuerdos”, fue el empresario colombiano que pagó 93 mil dólares por el uniforme militar de Perón y por 148 mil se quedó con su biblioteca; como si la posesión de los objetos le dieran el aura peronista que se gana militando en los barrios, villas y discutiendo en las unidades básicas. Pica en punta con una elección a favor, y junto a él; la esperanza blanca. Un empresario que se esmera poco para humanizar su imagen (al igual que su amigo, el que cuando se manda una cagada, se afeita los bigotes). Tampoco intenta despegar de cuyo padre, un inmigrante europeo que comenzó a forjar una oscura fortuna incalculable e inexplicable durante los años de la dictadura, inmigrante, inmigrante, inmigrante…. ¡Les suena! ¿Será por eso que piensa que todos los llegados de afuera son narcos, ladrones, embaucadores? ¿Será tal vez por una transferencia de experiencia familiar propia, a los demás…? También, el creador del plan nunca revelado, hace público unos de los días más difíciles de su vida: “La mayoría de la gente que despedí, tenía más de 25 años de experiencia en Tía; en conjunto me deshice de 5.000 años de experiencia. En un momento la empresa perdió su cultura; todo lo bueno y lo malo. Despedí a todos, desde cajeros hasta asistentes de gerentes. Gente que en el pasado había dirigido la empresa y, ahora, si no estaban de acuerdo con una idea, no la llevaban a cabo. Fue una decisión difícil de tomar y aún vivo con eso todos los días. No tiene sentido pensar en forma justa. No hay justicia”.
No participó de la mesa (por que de ella desconfía o porque no fue invitado), el cineasta que parece que está guionando su propia película de cuento y redención patriótica, pero él dice que no, que hace política. Aquellos camaradas que compartieron un acto con los oligarcas de la patria sojera. La obediencia debida del hijo a su padre imitándolo en gestos, modales y discurso. Daremos la primicia exclusiva del título del próximo escandaloso largometraje de este director: “Yo, yo, y yo”.
En fin, por un lado el CEO y su miedo a perder las ganancias del monopolio. Por otro, ese viento que por momento junta a esos muchachos, que diariamente intentan ser más antipopulares que el día anterior; armando alianzas, para que luego sus propias miserias los vuelvan a dividir. Todo esto es la oposición política Argentina. Quizás de afuera nos envidien por estos actores tan atípicos, pero le podemos asegurar que no tienen nada que envidiar. Ya sabemos que se nos quedó afuera del tintero la señora encargada de llevar denuncias y pedir consejos a la embajada norteamericana, pero ya habrá tiempo. Tal vez alguien hace tiempo definió la actualidad de este sector político con grandiosa sencillez: “No es que nosotros somos tan buenos, sino que ellos son peores”.
Por acá
INFINITO CAMBIO DE LAS SOCIEDADES
Por Mauricio Amiel
La
realidad que nos toca vivir, a nosotros, habitantes de grandes ciudades
posmodernas, es un flujo siempre renovado de información, una nebulosa
de acontecimientos imposible de ser atrapada en una u otra teoría o
concepto. Tanta información se vuelve inmanejable, inasible. Muchos,
frente a esto, sucumben al desaliento y la desorientación. Otros,
buscamos símbolos que digan algo sobre lo que vivimos, señales que
marquen algún camino. Por esto, muchas veces el conocimiento suele
funcionar como una especie de revelación. No la revelación divina, en la
cual una energía ignota nos dice algo dificultosamente comprensible.
Revelación a través de algo que funciona como símbolo de una realidad
más amplia. Puede ser una vida, una escena callejera, un titular de un
diario, puede serlo cualquier cosa. Estas revelaciones se dan en un
movimiento de vaivén entre el adentro y el afuera: nunca se sabe bien
donde comienza, si en el estímulo que genera la certeza de estar frente a
un nuevo conocimiento, o en el condicionamiento anterior a ese
estímulo.
Prefiero ilustrar con una que viví recientemente.
Llegaba
a Constitución en el 97 -detalles que debemos olvidar-, cuando veo,
enorme, un cartel que decía: “BRIC. Brasil, Rusia, India, China. Las
nuevas potencias. Canal Infinito. Realidad que supera a la ficción”.
Presidiendo el pregón, prometiendo una mirada crítica, lacerante,
desvergonzada, una fotografía de Jorge Lanata. (Él también es casi –casi
– accesorio a esta revelación). Algo me produjo, no sé si podré
explicarlo muy bien, una sensación de estar en presencia de algo nuevo,
de una realidad que no estaba en mi acervo de datos: no me refiero a la
posibilidad de que estos países sean las grandes potencias dentro de
algunas decenas de años, sino otra cosa que habla más del aquí y ahora
que vivimos: un programa de política en Canal Infinito. Sí, Canal
Infinito, después de habernos develado todos los misterios de las
maldiciones del sepulcro de Tutankamón, de haber mostrado los secretos
de los seres extraterrestres que han llegado a la Tierra, de haber
testimoniado todos los avistamientos de ovnis que se dan en el mundo,
después de habernos abierto la cabeza a las bondades y maldades de las
ciencias esotéricas, después de estas maravillosas revelaciones que nos
confirman que la realidad no es tal como la creemos, Canal Infinito
tiene un nuevo desafío: introducir la política en el espectro temático
de su programación.
¿Qué pasó? ¿Cómo sucedió esto? Adelanto que no me descontenta, todo lo contrario.
Algo
debe haber pasado en el país para que esto sea posible. No sólo
posible, también rentable. Esta revelación tal vez responde algunas de
estas preguntas.
Pensemos
en lo siguiente: ¿nos imaginábamos hace unos años a Macaya Marquez, a
Alejandro Fabbri u otros periodistas deportivos, a Florencia Peña, a
Cacho Castaña, a Federico Luppi, a Andrés Calamaro, hablando de
política? ¿Se imaginaban que esos parientes o amigos –sí, piensen, sé
que los tienen – se iban a interesar por la política? ¿Se imaginaban a
una multitud afuera del Congreso esperando el resultado de la votación
de una ley?
Bueno: algo debe haber pasado para que esto pase.
Pasó;
pasaron propuestas, debates, posiciones y luchas políticas que
cercenaron la opinión pública. Pasaron cosas como al Ley de retenciones,
La ley Medios, la Ley de matrimonio igualitario, la Ley del 82% móvil,
entre otras, todas cuestiones frente a las cuales mucha gente sintió que
renunciar al qué me importa noventoso era un deber. Y un derecho. Sí,
porque para que sintamos el peso de un deber como el de la actividad –o
siquiera la opinión – política tuvo que haber crecido nuestra esperanza
de que para algo servía. ¿Qué me importa, si no cambia nada? ¿Qué me
importa, si son todos chorros? Claro, frente a un Congreso corrompido
como el de antaño, frente a jueces serviles –como todavía quedan-,
frente al despotismo vendepatria de no hace tanto, estas perspectivas
casi anárquicas, apolíticas, tenían cierto sentido. Pero evidentemente
percibimos algo diferente hoy en día. Percibimos, creo, la posibilidad
de una respuesta. Y no sólo de una respuesta que venga de arriba, sino
una respuesta que venga de al lado, de la construcción política de base,
en los barrios, en las escuelas, las universidades, en los sindicatos,
en las calles. Incluso ese mismo arriba se va diluyendo en una idea de
estado más inclusiva, un estado del cual formamos parte y que por eso
sabemos que podemos modificarlo.
La
política –las técnicas para organizar un pueblo –ha vuelto a ser tema
de discusión. Un día un gobierno se atrevió a tocar temas e intereses
que no se cuestionaban hace mucho tiempo y la disputa saltó y nos volvió
a demostrar que la muerte de las ideologías no era más que una campaña
retórica. Sobran lacayos que defienden lo ajeno, pero ellos son como
siempre un grupo reducido frente a la vasta multitud del pueblo, que
ahora diversifica sus voces y multiplica sus canales para hablar. Otra
vez somos muchos los que decimos que no a los intereses de unos pocos y
esta vez más que nunca se les está volviendo difícil hacernos callar;
ahora nos toca hablar, hacernos cargo de este hermoso derecho, de esta
gran responsabilidad, para salir del mutismo centenario del pueblo
oprimido y entregar nuestras voces al mundo, para despertar en otros la
voluntad de la lucha por una patria justa.
Nuestra América
Debo estar en América del Sur,
bien al sur
Por Eva Stilman
evastilman@elpancholacoca.com.ar
Si andamos desprevenidos, podemos confundir a la OEA (Organización de Estados Americanos) con la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), creyendo que ambos son tan sólo organismos regionales que pertenecen a la diplomacia propia de las relaciones capitalistas entre Estados y que la única diferencia es que UNASUR cuenta con menos miembros y es un organismo más joven. No obstante, si revisamos algunos ejes de su conformación histórica, rápidamente podemos constatar que no son, ni persiguen, la misma cosa. Arranquemos por el principio: la OEA nace en 1948 por iniciativa de EEUU para evitar un posible avance comunista en la región. ¿Adivinen dónde queda la sede? Cómo diría la blonda ultra Miami: ¡Correcto! EEUU, justo en Washington DC, la Casa de las Américas está bien cerquita de la Casa Blanca. El nombre de este organismo, en el idioma del Estado que la impulsó es Organization of American States. Martí nos recordaría que los norteamericanos usan el término America y American para referirse a ellos mismos (como si América y los americanos fueran sólo ellos), en este caso podríamos pensar que usan el término América para referirse a lo que pretenden sea de ellos.
Pasemos a sus supuestos objetivos. La OEA afirma querer la “paz y la justicia”, bonitas palabras que no dicen nada sin acciones que las respalden. En su carta de fundación se propone “promover y consolidar la democracia”, pero sólo el tipo de democracia liberal formal del capitalismo. En este sentido, expulsó a Cuba en 1962, argumentando que “el actual Gobierno de Cuba, que oficialmente se ha identificado como un gobierno marxista-leninista es incompatible con los principios y propósitos del Sistema Interamericano”. Acá mostró la hilacha la OEA: su fin ha sido garantizar el predominio de las relaciones capitalistas y de ninguna manera la autodeterminación de sus pueblos. Expulsó a Cuba, pero no se preocupó demasiado por las dictaduras de América Latina. La OEA muy alarmada desde luego, se dedicó a realizar extensos informes sobre la falta de derechos humanos en Cuba, pero no se alarmó mucho con el asesinato de Allende y los centros de detención clandestinos. Si la consigna de los barbudos era ¡Patria o muerte!, la de la OEA por aquellos convulsionados 60 y 70 habrá sido algo así como ¡Sometimiento imperialista o muerte! Es así como se autoproclama un espacio para fomentar la “solidaridad”. Sí, claro: la solidaridad entre los gobiernos cipayos y la potencia hegemónica, entre los capitales nacionales dependientes y los capitales extranjeros dominantes. También dice proponerse defender “su soberanía”. En teoría, la del continente; en los hechos permitió su constante atropello mediante las intervenciones políticas, económicas y militares norteamericanas. La OEA no se ocupó mucho de las bases militares estadounidenses en América Latina, de la invasión estadounidense a Cuba, del entrenamiento militar genocida de la Escuela de las Américas. ¿Por qué? Probablemente sea porque la parió el imperialismo y con tal de defenderlo vale todo. La OEA se caracteriza por ser un organismo inútil en las tareas que en teoría se plantea, más allá del parloteo y algunos chillidos que a la potencia imperialista ni le zumban en los oídos. Eso sí, ha sido sumamente eficaz para gestar un espacio que tenga a los países del “patio trasero” juntitos a la hora de que EEUU les comente cómo tiene ganas de organizarlo.
Convengamos que la OEA nació malparida, pero para que no se me acuse de maliciosa, cabe aclarar una cuestión importante: la OEA suspendió a Honduras en noviembre del 2009 por ser un gobierno de facto. ¡Por fin una buena! Bien muchachos, los felicito; pero no puede dejar de recordarse que en los últimos años se parió otro organismo regional: UNASUR, y esta vez la partera vino de la América que es Nuestra.
UNASUR nace en mayo del 2008, hay que admitir que las condiciones internacionales (un mundo multipolar, aunque todavía con hegemonía norteamericana) permitieron su formación. Pero esta explicación resulta insuficiente, ya que es una condición fundamental la existencia de una voluntad política para forjar un bloque regional de este tipo. UNASUR ha sido parida por los Estados sudamericanos. Usualmente se critica a este organismo con el argumento de que no tiene más que un poder virtual, que aún no se ha consolidado y que no toma decisiones determinantes en la política regional. Curiosamente, las críticas vienen (desde luego con motivos y ejemplos distintos) tanto de derecha como de izquierda. Sin embargo, nadie pudo desconocer que UNASUR ha tenido un rol clave en la defensa del presidente electo boliviano, Evo Morales, cuando se desarrolló la violenta intentona secesionista de la Media Luna con fin de derrocarlo. Asimismo, UNASUR condenó rápidamente el golpe en Honduras y sigue reclamando la restitución de Zelaya, su presidente electo democráticamente. Hace poco, frente al intento de golpe en Ecuador, en donde un sector de las fuerzas reaccionarias midió la relación de fuerzas y la capacidad de respuesta, la tibia OEA optó a la estrategia de “me quedo en el molde, a ver que pasa”, mientras que UNASUR juntó a sus miembros de una, sin dar margen de dudas al condenar el intento de golpe y ratificar su apoyo al presidente electo, Rafael Correa. UNASUR efectuó resoluciones por unanimidad con el fin de sancionar a los países donde se atente contra la democracia o la estabilidad institucional. Las sanciones van desde cerrar las fronteras y el bloqueo económico, hasta establecer gestiones internacionales para restituir a los mandatarios derrocados y aplicar a los golpistas sanciones penales.
Por otra parte, a través de UNASUR se está gestando una política de intercambio comercial, integración y desarrollo entre los países sudamericanos. Una referencia que siempre resulta útil para esclarecer un poco las cosas, consiste en revisar quién se le opone y quién la defiende. Si rastreamos la prensa conservadora de América Latina, nos encontramos con un sin fin de discursos serviciales a la OEA en donde la definen como un organismo defensor de la institucionalidad con larga trayectoria y a UNASUR como una creación deficiente, nueva y sin peso en las tomas de decisión de las políticas regionales. Disculpen si peco de simplista, pero si la prensa reaccionaria, neoliberal, pro-intervención militar norteamericana en territorios latinoamericanos, prensa antipopular que se pronuncia siempre servil a los intereses del capital imperialista, si esa misma prensa ensalza tanto a la OEA mientras que desprecia y le pega tanto a la UNASUR, entonces creo que de UNASUR puede llegar a nacer algo bueno para nuestros pueblos, puede ser uno de los tantos espacios necesarios a consolidar para construir una conciencia latinoamericana. En este sentido, UNASUR está dando pasos hacia ella. Ojo con andar despreciando los cambios culturales, porque seamos sinceros, hace quince años sabíamos perfectamente el nombre del presidente de EEUU (aprendimos bien el de Clinton y luego el de Bush), pero cuando teníamos que nombrar al presidente de Honduras o al de Ecuador teníamos que pensarlo dos veces y lo expresábamos con ciertas dudas.
Desde luego que UNASUR no contiene a toda Nuestra América ya que está integrada sólo por naciones sudamericanas, pero es una iniciativa que puede ampliarse para la construcción de la Patria Grande. Asimismo, también es cierto que tiene sus tensiones internas, entre los Estados más industrializados y aquellos con menor peso en el mercado internacional. El tiempo y los pueblos dirán si esas son sólo peleas típicas entre hermanos, que tienen en claro quiénes intentarán siempre devorarlos. El tiempo y los pueblos dirán también si hemos comprendido que no habrá segunda y definitiva independencia si los pueblos latinoamericanos no luchan juntos.
Globo
DESCUBRIENDO LA CRISIS
marianosalvatierra@elpancholacoca.com.ar
La recesión en España y la reforma laboral
Tras la crisis y la recesión, a comienzos de 2010 España elaboró una reforma laboral.
Es
el único país industrializado de Europa que no pudo salir de la
recesión. Durante el último trimestre del 2009 su PBI se contrajo un
0,1% acumulando 7 cuatrimestres consecutivos de caídas; el desempleo
superaba las 4 millones de personas y el déficit público se situó en
2009 en el 11,4% del PBI. Frente a este panorama, el gobierno de
Zapatero anunció una reforma laboral respaldada por las principales
centrales obreras y las cámaras empresarias. El objetivo de la reforma
se centró en puntos muy concretos:
• Favorecer el empleo.
• Reducir la cantidad de trabajo temporal.
• Mejorar la oferta de puestos laborales.
• Impulsar la contratación de jóvenes con una formación menor.
Pero
estos consensos entre los sectores productivos de España, confrontaban
directamente con las sugerencias del FMI, el Banco de España y el Banco
Central Europeo (los que te ofrecen plata a cambio de que hagas algunas
reformas). El manual al que acuden estos organismos siempre utilizado
cuando se presenta una crisis financiera que afecta sus propios
intereses, se basa en mayor flexibilización del empleo y la reducción de
salarios para mejorar la competitividad. El FMI considera que el
desempleo y la falta de competitividad en España, se combate con la
destrucción de los convenios colectivos de trabajo y la rigidez de los
derechos de los asalariados. La competitividad, para el FMI, se basa en
crear puestos de trabajo con indemnizaciones baratas y terminar con la
rigidez salarial.
Encima, el FMI, recomienda revisar la política
de seguridad social que genera deuda pública y sostiene, con
preocupación (¡!), que el envejecimiento de la población puede complicar
el déficit fiscal. Entonces propone una reforma jubilatoria para evitar
que se incrementen los fondos destinados a pensión.
Frente a la
alarma de los números que arrojan los indicadores, los sectores obreros,
el gobierno y el sector privado intentan acordar una reforma laboral.
La iniciativa intentará, dando un plazo de treinta meses, crear puestos
fijos de trabajo apuntado al 30% de los asalariados que tienen contratos
por tiempo definido. También el Estado ofrecerá subsidios a las
pequeñas y medianas empresas para que efectivicen a sus empleados y así,
incentivar la permanencia de los puestos de trabajo y mejorar los
costos laborales. Claramente, se intentaba acabar con los empleos
temporales o intermitentes. Con esta reforma, que tiene algunos puntos
más, apuntado al empleo sólido y otras reformas fiscales, España
intentará esquivar la ola gigante que viene arrasando la Eurozona.
The spanish situation
Ya
a mediados de este año, la península ibérica comenzaba a oscurecerse;
de lo que podríamos decir: una economía entrando en un crudo invierno,
tras una larga primavera de aproximadamente cuarenta años. Desde los
primeros planes del PSOE para salvar la economía a poquito de comenzar
el año, pasó algo en el medio. Raúl Dellatorre escribía el 13 de mayo
del 2010 para Página 12 que “Asediado por los sectores financieros y
bajo presión de los socios más fuertes de la Unión Europea –con Alemania
a la cabeza–, el gobierno de España cedió a la demanda de aplicar un
fuerte ajuste a su economía, con recortes en los sueldos públicos, la
supresión del subsidio por nacimiento y reducción en la partida
destinada a políticas de desarrollo”.
¡Epa! Cuánto de todo esto
me suena a una década atrás por estos lares. A las prácticas que nos
volcaban a las calles, a esquivar palazos, gases y caballos policíacos…
Imaginen.
El PP, que son los conservadores, chochos con estos ajustes;
inimaginable que un gobierno que en su nombre tiene la palabra
Socialismo podría llevar a cabo estas medidas. ¡La envidia del PP! Pero,
igual debían pegarle al PSOE, los fachas (como le dicen a los Macri en
España) decían: “tomaron las medidas bajo presión”. Y los sindicatos:
“Vamos a resistir el ajuste”. Agregaba entonces Dellatorre que “La
decisión de España refleja la tensión que genera en toda Europa la
crisis de Grecia, para cuya economía se le aplicó un remedio similar.
Muy cercano a los típicos ajustes comandados por el FMI en las décadas
de los ’80 y los ’90 en América latina, el paquete de combate al déficit
español contempla:
- Un recorte en los sueldos de los empleados
públicos del 5 por ciento a partir de junio y su congelamiento durante
2011. Los salarios de los cargos más altos se rebajarán en un 15 por
ciento.
- Se congelarán las jubilaciones, excepto las mínimas.
- Recorte de 600 millones de euros en la ayuda al desarrollo para este año y el próximo.
- Supresión del llamado “cheque bebé”, que desde 2007 otorgaba 2500 euros por cada nacimiento.
- Reducción en la inversión pública de 6000 millones de euros entre este año y el próximo.
“La
banca, los organismos internacionales de crédito como el FMI y varios
integrantes de la Comisión Europea aplaudieron las medidas, como era de
esperar. En cambio, las Comisiones Obreras y la Unión General de
Trabajadores (UGT) anticiparon su rechazo al plan y convocarán a medidas
de fuerza para evitar que se materialice. Acusaron al gobierno de haber
efectuado “un giro antisocial” y no descartaron el llamado a una huelga
general coordinada por las dos centrales”.
El menemismo invadió España
La deuda
española ahoga; ahoga por el mismo objetivo previamente expuesto: salvar
el Euro; la moneda común que no permite devaluar y frena toda
posibilidad de competitividad. Las últimas noticias expresan la
intención conservadora por la privatización de las principales empresas
públicas para salvar la economía ibérica. Solamente los activos de las
empresas públicas rondan en 76.700 millones de Euros. Linda cifra ¿no? Y
siguen los recuerdos…
Las expectativas y los miedos crecen tras
las medidas de austeridad. Era evidente que el gobierno de Zapatero
perdiera popularidad entre los votantes españoles, pero no era de
extrañar. Las huelgas generales, el oportunismo conservador y el
arrodillamiento frente el FMI, debilitarían sin tregua a un gobierno muy
resistido por el sector derechista de la sociedad española. Los
trabajadores se ven defraudados, y no es para menos; pero también es
cierto que las crisis capitalistas son necesarias para el propio
capitalismo. El sistema capitalista regenera sus modos de explotación y
reubica el flujo de capital adaptándose al nuevo orden mundial. El
pueblo paga ese precio, mientras que Wall Street y los grandes peces
bursátiles crecen a desmedida. Los sures de algunos son los nortes de
otros. Y son los capitalistas históricos los que salen siempre
beneficiados. ¿Quién diría que en esta nueva era del siglo XXI los
republicanos ultraderechistas utilizaran al Estado para salvar la
economía, y un país industrializado y gobernado por progresistas como
España terminara privatizando sus empresas públicas?
A partir de
aquí todo es posible para salvar al sistema. Las huelgas en las calles
españolas son de poca importancia para la UE, hay que salvar la moneda, a
cualquier costo. Como sea. Siguen las huelgas, el quilombo, la
desocupación, eso que a nosotros nos suena tanto; pero no importa, hay
que salvar la moneda. ¡Qué haga un sacrificio el laburante che!
Cuando
la moneda es única en un continente, el quilombo es uno en un
continente. Por eso, la crisis de Grecia, España, Irlanda o Portugal, no
es la crisis de Grecia, España, Irlanda o Portugal. Es la crisis de la
Eurozona; una comunidad unida económicamente, pero unida entre lazos de
poder, lejos de los intereses de los trabajadores o los intereses
comunes de desarrollo entre los pueblos. El Euro es la construcción de
una economía competitiva a nivel mundial, con la falacia de la
integración de todo un continente. Sólo los países industrializados y,
de los más poderosos históricamente, son los que salen beneficiados de
todo este asunto, o al menos sufren en menor medida. Los países
pequeños, los que vienen de la vieja URSS, los más débiles, deben
someterse a las reglas de un mercado voraz que nada les perdona, y que
son el chivo expiatorio para salvar Bancos, legitimar organismos de
créditos o debilitar a su clase trabajadora con sangrientas medidas de
ajuste. Miren que igualdad, que mientras un puñado de países se hunde en
medidas de austeridad y privatizaciones, otro se pone a la cabeza de un
préstamo que carga una mochila atestada de injusticias.
Insumos: Página 12/Le monde
Diplomatique/The New York Times/ Visión Siete
Internacional/www.analisisdecoyuntura.com/The economist/Le Figaro/Diario
El País/Wall Street Journal.
Globo
VOLVIENDO A LOS PAGOS
gastonflorio@elpancholacoca.com.ar
El
mundo se está moviendo apresuradamente desde el 2008 de manera
vertiginosa, y nos demuestra una vez más, que siempre la cruda o buena
realidad (según la circunstancias) es consecuencia de su pasado. Un
reciente informe del Ministerio de Trabajo Español expuso que el 80% de
los Argentinos que emigraron en el 2001 (a consecuencia de la crisis
social que dejó el neoliberalismo) hacia el país ibérico, volvieron a
sus pagos natales. A su vez, el gobierno Español informó que de los
argentinos resididos hoy allá, un 34% se encuentran desempleados. Estos
números, permiten decir que las realidades en el mundo se han invertido
en la última década, en especial la capacidad de “progreso” que
vislumbran las sociedades, actualmente se ha trasladado de continente.
También, este dato sirve como disparador para analizar un poco que está
pasando en nuestra esfera. Primero, la situación económica de los
llamados países desarrollados, y luego el cambio de rumbo
político-económico que toma la mayoría de Latinoamérica, para revertir
lo que nos pasó en décadas pasadas.
El
Crack financiero iniciado en el 2008 en el centro de la economía
mundial (los Estados Unidos), convalidó las certezas de muchos que se
aventajaban a cuestionar el cuento del imperialismo de la “Mano
invisible”, cual velaría por la equidad del mercado global. Por este
sendero, más precisamente en agosto del 2007, el sistema bancario
empieza a decrepitar, a causa de una crisis crediticia e inmobiliaria,
obligando al gobierno Norteamericano a inyectar millones de dólares,
para salvar al sistema especulativo. Este fenómeno, arrastró una caída
del dólar y una profunda crisis en la principal economía mundial, lo que
generó quiebras masivas de grandes empresas y bancos, generando un
aumento histórico en la tasa del desempleo del país.
Inevitablemente
las consecuencias se reflejaron en el mundo al poco tiempo. Así, la
onda expansiva de la mayor crisis desde la de 1929, se reprodujo por las
economías mundiales; pero principalmente, por las de los países
desarrollados. Como bien la denominó la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner, en su primer discurso en la ONU, nos ubicamos ante un “Efecto
Jazz”, dado que el origen de esta crisis se origina en los centros
mundiales, ya que en las economías “subdesarrolladas” la crisis del
capital especulativo se vivió años anteriores.
Hoy
Europa está en el medio del ojo de la tormenta del capital
especulativo, Alemania, Grecia, Inglaterra, Francia, España, Portugal,
entre otros se encuentran con una gran recesión y sumergidos en reclamos
populares contra las medidas neoliberales tomadas por los respectivos
gobiernos, cuales intentan aplacar la crisis con reducción de la
inversión social, y por otro lado no se empeñan en modificar el problema
de fondo que causó este Crack. Innegablemente, los culpables de esta
catástrofe, eligieron patear la pelota para delante y salvar al mercado
todo poderoso. Otros mandatarios, que arriaban enormes expectativas de
cambios, se vieron sumergidos y decidieron acompañar el renacer de la
especulación. El ejemplo de Barack Obama, es el más reciente. La derrota
en las últimas elecciones para renovar ambas cámaras legislativas
norteamericanas, demostró el descontento de la sociedad estadounidense y
la desilusión mundial ante sus recetas anti-cíclicas. Atilio Borrón
reflexiona sobre esta derrota y más allá de la historia conservadora de
los Estados Unidos, le carga la responsabilidad que como primer
mandatario le pertenece: “Pero en lo inmediato la responsabilidad recae
sobre la presidencia de Obama y las incurables limitaciones ideológicas
del “progresismo”… ¿cómo se podría haber enfrentado eficazmente la
crisis con un equipo de asesores económicos comandado por Robert Rubin y
Larry Summers, mentores ellos mismos de la completa desregulación de
los mercados financieros durante su gestión como sucesivos secretarios
del Tesoro de Clinton y CEO (chief executive officer, en criollo: director ejecutivo) y operadores de las grandes firmas de especuladores radicadas en Wall Street?”.
El otro caso de desilusión popular, lo presenta Rodríguez Zapatero en
el viejo país conquistador. La cotidianeidad española se encuentra ante
caída del PBI durante varios ejercicios económicos consecutivos, déficit
del área pública y un récord en la desocupación, que escala a más de 4
millones de personas. Las repuestas oficiales, fueron en sincronía con
los ajustes sociales reclamados por el FMI. Al igual que el gobierno de
la Alianza, Rodríguez Zapatero echó mano al recorte público, agudizando
aun más el debacle de la sociedad española.
En
este panorama, surge la pregunta inmediata que hoy atraviesa el mundo,
¿Cómo seguir? Los causantes y responsables de este quilombo, demuestran
que sus recetas no combaten la enfermedad. Ajustes sociales y salvataje a
la especulación, parece que son las fórmulas, poco saludables para las
sociedades. Por otro lado, países como Argentina y Brasil, que luego de
pasar por crisis internas similares, innegablemente hicieron una
evaluación de sus causas, y desde algunos años tomaron otro rumbo
político, cual inevitablemente conllevó a modificar su dirección
económica, embarcada en otro esquema productivo y en un bloque regional
común. Dicha dicotomía se vio reflejada en la última reunión de G-20. En
medio de la denominada “Guerra de Monedas”, los países centrales se
disputaron el documento final de la cumbre realizada en Seúl. Sin
embargo no hubo acuerdo, aunque si un relativo avance.
La mayoría de los países, cuestionaron la iniciativa del gobierno
Norteamericano de inyectar 600 millones de dólares durante los próximos
meses en el mercado mundial, para aplacar su moneda y de este modo,
generar mayor compatibilidad con el Yen e incrementar sus recaudaciones
en las exportaciones, para también, apaciguar la crisis interna de
desempleo. Descontando a China y Japón (quienes se ven perjudicados
directamente), los países de América Latina, también alzaron su voz: "Si
los norteamericanos toman una medida económica para intentar resolver
algún problema, deben tomar en cuenta que eso se reflejará en Brasil,
Argentina, Alemania, Francia, en los países africanos", declaró Lula da
Silva, previniendo así, que esa medida generara un desorden en el
sistema cambiario mundial. Sin embargo, China no salió ilesa, ya que
también se recordó que el país viene tomando la misma política
internacional.
Otro aspecto de la cumbre, fue el protagonismo que tuvieron Argentina y
Brasil, y con este, su demanda para ponerle un freno a los paraísos
fiscales y aprovechar este momento mundial para diseñar otro esquema,
cual permita pensar el progreso desde políticas de empleo,
industrialistas y donde los Estados vuelvan a tener más predominio que
el capital especulativo. “Tenemos que mejorar los salarios porque es
necesario que la gente consuma, ya que si no hay consumo, no hay
posibilidades de romper la inercia en materia de crecimiento económico”,
argumentaba Cristina Fernández delante de múltiples empresarios, en una
conferencia antes de su exposición en el G-20, defendiendo así, las
políticas dirigidas hacia los mercados internos y políticas exteriores
que estén sustentadas por los crecimientos productivos nacionales.
También, la presidenta argentina defendió las políticas de acumulación
de reserva: “Yo sé que aquellos países que acumulamos reservas estamos
siendo criticados por algunos sectores, pero es una forma de defensa
ante la volatilidad de los mercados y además nos sirvió para pagar deuda
y liberar recursos fiscales para apuntalar la recuperación”.
De este modo, hoy el mundo presenta realidades económicas diferentes.
También la explosión de su sistema especulativo, cual amenaza a la
buenaventura de millones de personas. Con ellas, expectativas e
incertidumbres, de cómo se repararan estas grietas hondas. Algunos
eligen hacerse los distraídos y otros corregir los errores pasados. Esta
historia, aún no tiene final, y una vez más la capacidad de las luchas
de los pueblos para imponer un esquema económico y productivo más humano
y menos ficticio, dirá quién vencerá.
1/2's?
Entrevista a Pablo Llonto (parte I)
aPROPIADOR COMPULSIVO
Los argentinos estamos acostumbrados al doble discurso de distintos sectores que de la boca para fuera se engalanan con hermosas palabras, pero en realidad actúan en el sentido contrario. Esta característica de algunos sectores políticos, grupos empresariales y medios comunicativos, cada día está más a la luz y empezamos a sentir el olor a podrido que esconden muchas palabras mediáticas.
“Democracia
sindical” es la frase preferida del Grupo Clarín para atacar a la CGT o
engolosinarse como demócratas en sus editoriales. Sin embargo, hay
otras voces valientes y militantes, que con sus testimonios nos ayudan a
corroborar que Clarín está muy lejos de garantizar la libertad
sindical en sus empresas: “Hoy Clarín es una empresa que los
trabajadores no tienen comisión interna, no tienen delegados, no se
pueden hacer asambleas, no se pueden hacer reuniones sindicales”, nos
cuenta Pablo Llonto sumergiéndonos en las entrañas del monopolio
comunicativo. “La total hipocresía [de Clarín] de reclamar a los
gobiernos, a la sociedad, a sus lectores, democracia y democracia; y
hacia dentro, no sólo que no hay democracia sino que no hay libertad. Clarín
es una de las tantas empresas que tienen este doble discurso de “damos
trabajo, cumplimos las leyes, etc.,” y tienen una gran cantidad de
personal en situación irregular, sobre todo disfrazados bajo el maldito
esquema de los pasantes. Pibes que desesperados por trabajar, los tienen
con salarios miserables”.
La resistencia a la impunidad
En
su calidad de periodista, Pablo Llonto trabajó en Clarín desde 1978 al
1999, siendo además delegado sindical de la comisión interna del diario
desde el ´91, y protagonizando luego, un conflicto (que hasta hoy tiene
poca repercusión mediática) que se generó cuando el multimedio despidió
de forma masiva a toda la comisión interna: “el despido más tremendo que
hubo y la represión más fuerte ocurrió el 4 de noviembre del 2000:
Clarín despidió a 117 trabajadores, entre ellos toda la comisión interna
(eran diez periodistas) y a la mayoría de los activistas sindicales…
Ese golpe fue durísimo, diez años y la situación sigue igual. Clarín no
sólo planificó los despidos, sino que (el día ese que fue un sábado) la
gente fue a trabajar y el diario estaba rodeado por vallas, policías y
la guardia de infantería. Tenía los telegramas y a la policía puesta en
la puerta dispuesta a reprimir, como reprimió a los trabajadores que
querían entrar a trabajar. Desde aquel episodio hasta ahora, imaginate
el terror y el pánico que hubo y que todavía se mantiene en Clarín, y
que va a costar seguramente un tiempo, hasta que aparezca una generación
de pibes sin miedo, que tengan coraje”. Diez años después de este
abuso, Llonto junto a sus ex compañeros, se siguen movilizando por sus
derechos laborales arrebatados.
En
tiempos de De la Rúa, Clarín gozaba de completa impunidad y ningún
gobierno se le había enfrentado a su autoritarismo, por miedo a perder
la complicidad mediática: “cuando fue el último conflicto el 4 de
noviembre del 2000, la ministra de trabajo era Patricia Bullrich y no
hizo nada a favor de los trabajadores e hizo todo a favor de la empresa.
Ni siquiera tuvo aunque sea, la falsa pose de decir “decreto la
conciliación obligatoria”, como para decir que hizo algo como ministra
de trabajo, que se pongan ahí a hablar unos días a ver si arreglan el
tema. Nada. Ni siquiera decretó la conciliación obligatoria, avaló los
despidos, le dio vía libre a Clarín para que hiciera lo que hizo”, nos
cuenta un feriado a la mañana Pablo Llonto.
“Se sentía soledad y mucho silencio”
El
diálogo de Menem y Héctor Magneto ya es conocido, cuando se le negó a
Clarín quedarse con el negocio de las telefónicas, y el ex presidente le
dijo a Magnetto que él querían su puesto; sin embargo, para sorpresa
del falso caudillo riojano, la inmediata respuesta del CEO de Clarín
expresó cómo se componía el poder real del país: “Puesto menor”. Ponerse
en contra de una multiempresa de estas magnitudes no era cómodo, ni
aconsejable. Sin embargo, un grupo de trabajadores lo hicieron.
Militaron solos, lo que ningún gobierno excepto el actual, se atrevió a
hacer. “No había Internet –nos cuenta Llonto-, lo único que nos quedaba
era sacar algún volante y repartirlo en Constitución, en Florida, hacer
algunos afiches y pegarlos en algún lado. Era la impotencia total.
Olvídate que saliera en algún medio del Estado, Télam, radio nacional,
olvidate”.
También
Pablo Llonto, nos dice que en esos tiempos acudieron, en forma casi
secreta, a Julio Peralta Ramos, dueño de Ámbito Financiero (único medio
masivo de la época, que no se subordinaba a Clarín), pero él también
hizo oídos sordos: “Julio Ramos estaba enloquecido con el tema de Papel
Prensa, porque le tenía que comprar a un competidor el papel, entonces
eso lo puso loco y durante años se dedicó a cuestionar a Clarín. Íbamos a
verlo, les llevábamos denuncias que tenían que ver con lo laboral, con
lo edilicio, con todas las irregularidades que había dentro de Clarín;
pero Julio Ramos un día nos dijo que él, no iba a escupir hacia arriba y
que ese tipo de denuncias no las publicaba. Ni ahí encontrábamos algo”.
El antiperiodismo de un apropiador compulsivo
Además
de ser periodista, también su otra profesión de abogado lo ocupa en los
juicios a los genocidas, representado a familias de los desaparecidos
durante la última dictadura cívico-militar y en base a su conocimiento
de cómo Clarín pasó de ser un periódico a un multimedio monopólico,
Llonto dice que “Hoy se conoce mucho más de Clarín, y uno puede ir
contando todas las apropiaciones que hizo. Cómo se apropió de los bebés,
cómo se apropió de Papel Prensa, cómo se apropió del fútbol. La
característica de Clarín es la de un apropiador compulsivo, una
desesperación por tomar cosas que no le pertenecen a cualquier precio.
Así se construyó y por suerte hoy algunas cosas se conocen, y algún
sector de la clase media y del pueblo ya mira a Clarín de otra manera”.
“Ya
se le ha caído la careta, y así como se le ha caído la careta, se le
han caído las ventas también –reflexiona en la mesa de su casa, ante
estos dos jóvenes deslumbrados por su testimonio- . Clarín en estos
últimos tres años ha desnudado su mentira poniendo títulos de cosas que
nunca existieron o retorciendo determinados hechos, para que la gente se
crea algunas cuestiones. El último ejemplo ha sido esta semana, con el
tema de las supuestas coimas o arreglos para votar el presupuesto,
Clarín llegó al punto límite de haber puesto un titulo principal en la
tapa: `habrían tentado´, o sea puso un potencial en la tapa como título
principal. Es el antiperiodismo…”
Clarín hoy
“La
hipocresía cuando ellos dicen hoy hemos crecido y pasamos a ser un
diario multimedio, y eso demuestra la visión empresaria y el esfuerzo,
en realidad está hecho a sangre y a costilla de miles y miles de jóvenes
que han pasado por ese grupo durante décadas. Han hecho siempre lo
mismo. Así cualquiera construye empresas, con la superexplotación,
poniéndoles horarios que no tienen nada que ver con los horarios de
convenio, sin pagar las horas extra, sin pagarles aguinaldos,
vacaciones. Por eso cuando muchos dicen ` ¡pero que empresarios, de un
diario hicieron un multimedio´, no es ni por la visión, ni por la
inteligencia; sino por el carácter miserable de la superexplotación.
Clarín es eso…”
Pese
a que el grupo comandado por Héctor Magnetto tropieza por si solo,
sigue articulando a la confusa oposición política del país y no se
resigna a aceptar que los tiempos de libre impunidad hayan pasado.
“Clarín desde el 2008 es sin duda el líder de esa llamada `oposición al
gobierno, que en realidad, es oposición a los sectores populares. Clarín
se ha convertido en el diario de la clase media de derecha, en el
diario que representa los intereses sobre todo de la oligarquía del
campo”.
Pablo
Llonto hoy representa la voz de un periodista que conoce muy bien qué
es el Grupo Clarín. Su profesionalidad y su vocación militante hace que
tenga una lectura aceitada de la relación entre Gobierno y el
multimedio. Primero, reconociendo el error de años atrás en el mandato
de Néstor Kirchner: “¿Por qué el kirchnerismo le dio a Clarín la
renovación hasta el 2023, cuando no hacía falta, de Canal Trece y de
Radio Mitre? Fue un grave error”. También reconoce que la realidad
política ha cambiado y que hoy el gobierno decide (junto a una gran
parte de la sociedad), avanzar contra este grupo cuasimafioso, pero sin
olvidar errores (propios o ajenos), para no volver a repetirlos: “Por
primera vez se está investigando Papel Prensa, por primera vez se está
yendo a fondo con el tema de los hijos, por primera vez se tocó un tema
escandaloso que era el tema del futbol, que antes era de primera y ahora
es para todos, por primera vez se avanza con el tema de las radios y la
tele. Quedan muchas más, pero es la primera vez que se le planta un
gobierno y la primera vez que se pone en cuestión el teorema de que no
se puede gobernar la Argentina sin el apoyo de Clarín. Hoy el gobierno
está demostrando que se puede, que es un sacrificio, que vas dejando
hilachas y sangre por el camino pero bienvenido sea ese momento sobre
todo para el pueblo, se demuestra que es hora de avanzar contra quienes
se abusaron, quienes explotaron, quienes explotan y que es necesario
que desde arriba venga ese ejemplo para que todos nos animemos en otros
rubros, no sólo en el mediático sino en otros aspectos donde hay que
poner un freno a todas las situaciones de abuso y explotación que hay”.
Social
Negra es mi alma, negro mi corazón
eugeniaasato@elpancholacoca.com.ar
“Negros
acá no hay”. Existe un mito, y es que los negros se extinguieron en las
guerras de Independencia, en la del Paraguay o en las epidemias, como
la fiebre amarilla de 1871. Sin embargo hay grandes evidencias que
demuestran lo contrario: ¡existen dos millones de afro-descendientes en
el país!
Hay
una negación histórica del negro. La invisibilización (es decir, el
ocultar la presencia de un grupo social) se da no sólo en la historia
oficial sino en la vida cotidiana. La “blanquedad” porteña se expresa
como un dato objetivo, pero nada de eso: ¡es una construcción social! Es
decir que se oculta la aparente ausencia de comunidad negra, tapándola
con “blanquedad”. Incluso en las familias porteñas tradicionales se
esconde bajo la alfombra todo signo de que en su genealogía existan
negros. Palo para la identidad de los afro-descendientes, que muchas
veces se ven presionados a esconder su identidad, incluso dejando de
transmitir su cultura a sus hijos.
Históricamente,
se produjo desde el propio Estado una invisibilización de los negros en
nuestro querido país, similar a la Campaña del desierto que ocultó la
existencia de población indígena. Volviendo un poco más acá en el
tiempo, el nefasto ex –presidente Carlos Saúl Menem dijo: “En la
Argentina no hay negros. Ese problema lo tiene Brasil”. Digo yo, ¿que
los negros son un problema? ¿qué le queda pensar y hacer para el resto
de la Sociedad? Claramente discursos así, estimulan el Racismo. Desde el
Colectivo para la Diversidad (Copadi), la abogada Luciana Sánchez agita
un concepto: “Racismo de Estado”. Desde la Comunidad afro-descendiente,
Carlos Álvarez, Federico Pita y Marcelino Santos dicen que debería
haber “políticas reparadoras desde el Estado para equiparar a la
comunidad afro, que en general está sumida en la pobreza”.
En
el imaginario social el ser negro está asociado al estereotipo de
pobreza, ignorancia y exclusión en contraposición a la del “blanco
inteligente”. Pero lo que sí se acepta es el negro artista de jazz o el
jugador de básquet. Desde ya, siempre que no se muestren signos de
pobreza. ¡A estos negros (artistas, deportistas) si se los acepta porque
entretienen, a los otros no! Hay un miedo al diferente a mí, al otro, a
lo que no conozco, más si trae una cultura distinta por sus prácticas,
religiones, etc.
Es
necesario apropiarnos de las palabras, dándole un sentido positivo. La
palabra negro es una palabra maldita para muchos, un insulto, construida
originalmente como peyorativa. ¡Apropiémosnos de este término! Negro,
sí negro. ¡Hay comunidad negra! Desde el humor, el grupo de música en
donde participa el actor Juan Palomino se autodenomina Negros de
Miércoles. ¡Si la habremos escuchado a esa frase, pero en contextos
menos felices! Así, vemos que se puede deconstruir sentidos y
originarse sentidos nuevos. Otra palabra es negrito, negrita, palabras
que se usan afectuosamente. Habrá que ir por ahí, con una concepción
positiva del término negro.
Haciendo
un poco de Historia de las inmigraciones en nuestro país, se veían con
buenos ojos “cierto” tipo de inmigraciones. La inmigración europea fue
una desilusión para la elite. Se esperaba a obreros alemanes, ingleses o
franceses que “civilizaran” al país, pero, che, ¡qué cagada! llegaron
campesinos, pobres y de menor nivel educativo, sobre todo de España e
Italia. Persiste en el imaginario colectivo, que la Argentina desciende
de “los barcos”, que los argentinos somos blancos, lo cual sólo existe
en nuestras cabezas, porque más la mitad de los argentinos tiene
ascendencia indígena y hay un 5 % de argentinos que tiene ascendencia
africana. Muchos dicen que Buenos Aires es la “París de Latinoamérica”,
pero no se ve la totalidad del país y su procedencia. Se proyecta la
imagen de la elite blanca de Buenos Aires sobre el país. Esto presupone
que aquel que no es blanco no es argentino o es un argentino raro.
Cuando la gente del interior vino a Buenos Aires en la década del ´30 o
del ´40, fueron llamados los cabecitas negras, y no eran
considerados ciudadanos iguales. De la misma manera, los que provenían
de países limítrofes con ascendencia indígena y llegaban a la Capital,
eran considerados como otro diferente, en un proceso de exclusión.
Tampoco es bien vista la inmigración africana en nuestros días.
Hoy
por hoy, como una política de inclusión, el censo 2010 relevó a las
minorías afro-argentinas, a las comunidades indígenas, a las familias
homoparentales y a las personas discapacitadas. Es el cuestionario
ampliado el que contuvo preguntas sobre afro-descendencia, pueblos
originarios, discapacidad, migración. También participaron
organizaciones sociales en el relevamiento. Esto fue posible gracias a
la lucha de las propias minorías involucradas. Para Miriam Gómez, que
trabaja en el “programa de sensibilización para la variable afro” del
Instituto contra la Discriminación (Inadi), “es un gran paso y una gran
oportunidad para empezar a terminar con una negación histórica, que no
existimos”. En el 2005, una primera encuesta sobre el tema hecha por el
Indec en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe indicó que el cinco
por ciento de la población argentina es afro-descendiente, es decir,
alrededor de dos millones de personas. La información relevada,
permitirá conocer la situación de los afro-argentinos en relación a la
educación, salud, vivienda y condiciones materiales. Para la dirigente,
“todavía no llegan al “orgullo negro” pero desde la crisis del 2001 se
nota que la gente quiere encontrar su identidad después de cuatro
siglos de esclavismo y opresión para los afro y las comunidades
indígenas y un siglo de silencio y marginación”. Para Carmen Burgos,
integrante de la Comisión de Juristas Indígenas de la República
Argentina “ya la pregunta por la procedencia es una política inclusiva
por sí misma”. Como lo es también, desde mi punto de vista, la
participación de las minorías en la elaboración del censo. El censo
reafirma la existencia de estos grupos. La inclusión de esta comunidad
en el censo es una “reparación histórica”. Hubo más de 100 censistas
afro-descendientes a lo largo del país y varios jefes de radio en
Santiago del Estero, Córdoba, Buenos Aires y Capital Federal. Según
Pita, de la Diáspora Africana de la Argentina “fue un quiebre de
paradigma. África fue saqueada por siglos, se llevaron a la gente y
también los recursos naturales. Ahora es tiempo de una contrapartida, de
una reparación para todos y para los descendientes también”.
La
inclusión de los afro-descendientes en el censo se da en el contexto de
la ley de migraciones del 2003-2004 que apunta a la educación y salud
para todos los inmigrantes y el proyecto Patria Grande que
legaliza a los migrantes que están en situaciones complicadas en
términos de papeles, para los que no tienen documentos de radicación
legal en la Argentina.
El
censo hizo visible a la comunidad afro. Antes se decía y algunos
seguirán diciendo, por esperemos no mucho tiempo, que los negros no
existen en la Argentina. ¿Ahora qué van a decir? ¿Qué son delincuentes,
pobres, ignorantes, les gusta vivir en condiciones indignas? La
visibilización de los negros en la Argentina es un paso para las
políticas antidiscriminatorias. Mucho hay que trabajar sobre nuestros
prejuicios hacia los negros. Al respecto, está bueno recordar que todos
venimos de África.
Cultura
DEMOCRATIZANDO NUESTRA CULTURA
Por Mario Orquera
Indudablemente
los tiempos han cambiado. Ayer nos sentíamos marginados. Nos acusaban
de violentos, borrachos y faloperos. Sin embargo, seguíamos tocando.
Reproduciendo nuestra cultura, barrio a barrio, festival en festival.
Infinidades de veces, nosotros (músicos) fuimos de las pocas voces que
denunciaban la pobreza que sufrió nuestro pueblo o el abuso de autoridad
por parte de los “uniformados”. Y sin embargo, nos etiquetaban
simplemente como “rebeldes”, sin darse cuenta que detrás de nuestro
ruido, se escondía lo más sincero de la cultura popular.
Alguna
vez una canción nos decía: “te llaman si convocas, te llaman si pagas
bien o si le tirás la alfombra, te hacen caminar entre sombras y no te
escucharon ni hablar”. Esa frase nos quedó en la cabeza y así, nos
identificamos con ella; por el hecho de que los que venimos tocando
desde hace años sabemos lo que es pagar derecho de piso, del abuso de
los comerciantes de la música, como los bares que dicen ser del palo o
radios que le importa muy poco lo que uno expresa en cada canción. O de
las gigantescas discográficas que solamente podríamos alcanzar si
termináramos vendiendo como un producto más, a merced de sus balances
económicos de fin de año. Para terminar con todo esto, hoy nosotros
también apoyamos la Ley Nacional de la Música.
Todo empezó allá
por el 2006, cuando más de mil músicos (de todos los géneros) se
convocaron por iniciativa propia para pedir la derogación del decreto,
que auspiciaba la selectividad de este arte. Pero esta convocatoria no
se limitaba a este repudio nada más, sino que también era necesaria una
nueva regulación de la música (después de 50 años), que genere otra
lógica y proteja nuestro arte de las grandes empresas; y así contenga
como puntos principales políticas efectivas para la producción, difusión
y distribución de la música.
El 21 de abril del mismo año, el
Presidente Néstor Kirchner recibe a estos músicos convocados para
escuchar sus reclamos y propuestas. La reunión culminó con éxito y el
decreto fue inmediatamente derogado. También el gobierno Nacional se
comprometió a integrarse en un proceso de trabajo entre el Estado y los
Músicos, para elaborar en conjunto un proyecto de Ley que contemple los
legítimos reclamos sindicales que traían los artistas y un marco que
incentive el trabajo y la producción musical nacional.
Al igual
que el proyecto de Servicios Audiovisuales, esta ley se fue madurando
con intensos debates que atravesaron todo el país y en el que
participaron músicos, managers, productores, sonidistas, videastas, etc.
Así en noviembre de 2007 se llega al primer proyecto de La Ley Nacional
de la Música. Sus puntos más significativos son:
• La creación del Instituto Nacional de la Música
• Que parte de los fondos del nuevo Instituto se destine a ayudar a las producciones de las nuevas bandas.
• La creación de circuitos (estatales, privados y sociales) en todo el país, para fomentar la música en vivo.
Además
esta ley genera un Estatuto del Músico, que va a blindarles derechos
laborales a los artistas, dignificando su condición de trabajadores y
otorgándoles derechos previsionales.
Ya que los medios masivos de
comunicación ocultan esta importantísima iniciativa, la tarea elegida
por “Músicos Convocados” (organización que nuclea a los sindicatos
musicales y músicos independientes) fue dar a conocer este proyecto de
Ley masivamente. Así se realizaron decenas de festivales artísticos en
todo el país, logrando el apoyo de gran parte de la sociedad.
El 8
de julio pasado, ingresó al Senado de la Nación la 1º parte de la Ley
de la Música, que contempla la creación del Instituto Nacional de la
Música. En líneas generales este nuevo organismo tendrá la aventura de
ayudar a los artistas de todo el país en sus producciones y brindarle
asesoramiento y financiamiento. Este primer paso, ya cuenta con recursos
designados, gracias a que también la nueva Ley de Medios en su art. 97
ins. “g” destina fondos al futuro Instituto. También la Ley de Medios
contempla la difusión de la música y producción nacional e
independiente, medida que brinda más protagonismo a las producciones
nacionales en los medios de comunicación.
Entonces, ¿Por qué
apoyamos esta ley? Es evidente. Porque corta el negocio de los
comerciantes de la música, y nos brinda un marco y recursos a los
músicos de todo el país, que generamos nuestro arte al servicio de la
cultura popular. Porque nos brinda derechos laborales, reconociéndonos
como trabajadores. Hoy la Ley está en proceso. Es indispensable que no
sólo los músicos, sino que todos la tomemos en nuestras manos. Por el
solo hecho, que es un paso fundamental para la democratización de
nuestra cultura y para nuestra felicidad como pueblo…
Ayer nomás
ALCANCES Y DIMENSIONES DE LA RESISTENCIA PERONISTA
Por Juan Pedro Denaday
Es importante tener en cuenta las dimensiones amplias y variadas de la Resistencia Peronista, puesto que, como lo indica Ernesto Salas, luego sería resignificada por las organizaciones político-militares en clave setentista, dando lugar a una interpretación legítima pero reduccionista, que tendió a limitar su complejidad y sus alcances. En esta versión, se destaca la acción violenta de los comandos como el rasgo saliente y específico de la Resistencia. Pero aunque estas acciones hayan sido las más espectaculares, no fueron las únicas ni, necesariamente, las más decisivas para la perduración de las organizaciones peronistas. Todo el proceso de reconstrucción de las organizaciones de la clase obrera en las fábricas y en los sitios de trabajo fue un factor determinante para la continuidad del peronismo, en especial, cuando ya tenía escasas posibilidades inmediatas de volver al gobierno. Sin adentrarnos en un debate que tiene alcances propios, nos permitimos señalar que es aquí donde, probablemente, pueda rastrearse la génesis de los múltiples equívocos que las organizaciones de la izquierda peronista cometieron en su enfrentamiento con el sector ortodoxo de base sindical desde fines de los sesenta, en la medida en que muchos peronistas revolucionarios partieron de una idea unilateral de que los dirigentes sindicales “no habían surgido ni protagonizado la resistencia. Entonces, por un lado existía una masa heroica, combativa, espontánea y decidida a audacias individuales; y por el otro, solamente Perón. Pero nadie había representado la mediación en la relación líder-masa…”. Esa brecha era, precisamente, la que las organizaciones revolucionarias venían a cerrar, a fin de darle dirección a la “espontaneidad” popular y de evitar el mero “tradeunionismo” sindical.
Por otro lado, la violencia no fue exclusiva de los comandos sino que estuvo presente en todas las dimensiones de la lucha contra la proscripción política y la represión anti-peronista, desde el atentado a símbolos estatales hasta el sabotaje, pasando por las volanteadas clandestinas y las huelgas. Además de las movilizaciones y de las primeras acciones para resistir el golpe de Estado que fueran descriptas, pueden rastrearse tres dimensiones sincrónicas de la Resistencia Peronista. Una más general y unificadora que podríamos definir como una resistencia de tipo político-cultural y dos fenómenos también mancomunados pero con dinámicas específicas y diferenciables: el desarrollo de los comandos clandestinos con sus acciones directas y la cultura del “caño”, por un lado, y la reorganización de las comisiones internas y la actividad sindical, por otro. Finalmente, nos parece necesario recalcar que la revalorización de la Resistencia como un proceso popular, creativo y heroico no debe hacernos olvidar de que fue un período de represión y tragedia. Una reconstrucción reducida exclusivamente a la exaltación combativa corre el riesgo de olvidar que los “días felices” fueron otros para los trabajadores y el pueblo argentino.
La unidad político-cultural de la resistencia
Los hechos posteriores al golpe y las medidas aplicadas por la Libertadora contradicen en forma categórica los enfoques que enfatizan el desarrollo de una resistencia “obrera” escindida de su identidad peronista. La dimensión política estuvo presente en todo el intento por desperonizar a la clase obrera, que fue el objetivo y la orientación central del régimen dictatorial. En este sentido, lo social y lo político no pueden ni deben escindirse, puesto que ni los patrones ni los trabajadores vivieron el proceso de conflicto en el sitio de producción por fuera del contexto más general. La Resistencia Peronista dio sus primeros pasos como una lucha contra el golpe de Estado y su unidad se estableció en términos políticos: “Perón vuelve”.
Las masas peronistas ensayarían su resistencia civil a través del despliegue de una enorme mística y simbología que permitía que lo que antes se expresaba en la vida política pública se conservara en las casas, en los clubes, en los sindicatos, en toda una red social asentada en el territorio. Las prácticas eran diversas, como aprovechar el escenario de las canchas de fútbol para cantar la marcha peronista o colocar parlantes a todo volumen por las noches en lugares de los barrios que la policía no podía localizar o a los cuales directamente no se aventuraba a ingresar. Envar “Cacho” el Kadri hizo un relato que sintetiza este accionar no desprovisto de cierta picaresca que formó parte de la cultura de la resistencia: “nos juntábamos con gente en forma espontánea a cantar la ‘marchita’ o simplemente a silbarla, y como en ese momento estaba vigente el decreto 4161 que proscribía al peronismo y su simbología, enseguida caía un carro de asalto de la policía y nos hacia circular. Cuando nos resistíamos nos dispersaban a palo limpio. Otras veces poníamos una foto de Perón y una de Evita colgando de un cartelito en el que estaba el número de la calle, y nunca faltaba un ‘gorilón’ que caía por el lugar y la intentaba sacar. Y por supuesto, cobraba de lo lindo”.
Los comandos y los “caños”
Los Comandos eran grupos, por lo general pequeños, mayormente de base fabril, que se reunían y definían actividades como volantear, pintar paredes, etc. Los más decididos pasaron a realizar acciones de sabotaje y atentados de distinta envergadura. Su contacto con los gremios clandestinos era fluido. De hecho, en los meses posteriores al golpe, no había una huelga que no estuviera acompañada de múltiples detonaciones e incendios.
Por regla general, los comandos estaban sumamente dispersos tanto por la represión como por cierto recelo hacia los dirigentes partidarios y por una tendencia a la querella intestina. Los mas organizados de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires fueron los comandos “17 de octubre”, dirigido por Rodolfo Puiggrós y por el padre Hernán Benítez, “Coronel Perón” de Ramón Pietro y Juan Vigo, y “Comando Nacional Peronista” de Raúl Lagomarsino y César Marcos. Estrechamente vinculado a estos últimos, desde antes del golpe en su rol de interventor del partido peronista en la Capital, el “bebe” Cooke logró darle a estos comandos un mayor nivel de coordinación, como parte de su incesante búsqueda para encauzar a una estrategia revolucionaria de toma del poder que repusiera a Perón en el gobierno. Aunque los comandos y los atentados siguieron siendo una realidad hasta el año 60, el desarrollo de estos grupos más sincronizados se vio limitado porque la mayoría de sus dirigentes cayeron presos hacia principios del 56. Paralelamente, las organizaciones sindicales iban obteniendo márgenes de semi-legalidad que Cooke saludaba porque permitían el avance organizativo del movimiento obrero, aunque advertía con preocupación la gravitación de la “capa blanda” del peronismo que acompañaba su emergencia. La actitud crítica que muchos de los resistentes mantenían hacia los dirigentes políticos y sindicales del movimiento era una respuesta a las prácticas burocráticas y a las defecciones existentes pero también respondía en buena medida a una creciente actitud sectaria y vanguardista, muy combativa aunque escasamente política.
La reorganización sindical
Desde el comienzo mismo de la resistencia existía cierta tensión implícita entre la opción de los comandos y la recuperación de espacios sindicales semi-legales. Los primeros eran parte de una estrategia de confrontación revolucionaria que se desgastaba en la medida en que la vuelta de Perón parecía alejarse como objetivo inmediato. La reconstrucción de sus organismos de base y de los sindicatos era un curso natural de la clase obrera y, de hecho, fue la base que permitió mantener la continuidad del peronismo. Al mismo tiempo, era el fundamento del sindicalismo para estructurarse como un “factor de poder”, proyecto que llegaría al súmmun con el intento vandorista de estructurar un “peronismo sin Perón”. El proyecto de la burocracia sindical vandorista no tuvo éxito porque la conciencia de los trabajadores no desligaba sus reivindicaciones concretas de la adhesión al movimiento político peronista y, en particular, a la figura de Perón que sintetizaba el modelo de país estructurado bajo su gobierno.
La dimensión de la actividad huelguística en los años 56 y 57 no tenía precedente en la historia de nuestro país. Sólo en la Capital Federal se perdieron más de 5 millones de jornadas de trabajo y 3.300.000, respectivamente. Esta fue la respuesta a las políticas de la “libertadora” que se revelaron rápidamente como un ataque general a los trabajadores y a las conquistas sociales obtenidas bajo el régimen peronista. En el plano sindical, los trabajadores encararon una defensa de sus organismos básicos: las comisiones internas y los cuerpos de delegados. La reconstrucción de sus agrupaciones gremiales, a partir de los organismos de base, desmiente la idea unilateral de que el movimiento obrero había perdido toda autonomía bajo el peronismo. Los dirigentes desplazados por la proscripción se nuclearon, clandestinamente, en la CGT Auténtica que seguía la directiva de Perón en cuanto a no presentarse a elecciones sindicales en las condiciones impuestas por el régimen militar. Por su parte, la nueva camada de dirigentes que habían logrado avanzar en una reestructuración de las organizaciones obreras querían llevarla al plano de la representación sindical, donde consideraban que podían ganar como efectivamente sucedió. Así, sobre la base de una acumulación de organización clandestina que les había permitido sortear la intervención militar de los sindicatos, todo un sector del sindicalismo peronista participó de la experiencia de la Intersindical impulsada por los comunistas en el año 57. Al no poder imponerse las maniobras del régimen para lograr un fraude que permitiera obtener una representación de la que carecían los “gremialistas democráticos”, éstos abandonaron el Congreso de la CGT y formaron los “32 Gremios Democráticos”. Por su parte, los peronistas junto a los comunistas fundaron las 62 Organizaciones aunque, posteriormente, los segundos rompieron para conformar su propio espacio de los “19”. Del sector de los llamados “duros” de las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas, surgió toda una camada de dirigentes obreros como Jorge Di Pasquale, Atilio López, Sebastián Borro, quienes tendrán un papel destacado en la conformación del peronismo combativo. Este sector expresará cierto nivel de síntesis en el Programa de La Falda formulado en noviembre de 1957, donde el peronismo es resignificado en términos específicamente obreros, inaugurando la línea sindical que enfrentará al vandorismo y fundará, una década después, la CGT de los Argentinos.
Es importante tener en cuenta las dimensiones amplias y variadas de la Resistencia Peronista, puesto que, como lo indica Ernesto Salas, luego sería resignificada por las organizaciones político-militares en clave setentista, dando lugar a una interpretación legítima pero reduccionista, que tendió a limitar su complejidad y sus alcances. En esta versión, se destaca la acción violenta de los comandos como el rasgo saliente y específico de la Resistencia. Pero aunque estas acciones hayan sido las más espectaculares, no fueron las únicas ni, necesariamente, las más decisivas para la perduración de las organizaciones peronistas. Todo el proceso de reconstrucción de las organizaciones de la clase obrera en las fábricas y en los sitios de trabajo fue un factor determinante para la continuidad del peronismo, en especial, cuando ya tenía escasas posibilidades inmediatas de volver al gobierno. Sin adentrarnos en un debate que tiene alcances propios, nos permitimos señalar que es aquí donde, probablemente, pueda rastrearse la génesis de los múltiples equívocos que las organizaciones de la izquierda peronista cometieron en su enfrentamiento con el sector ortodoxo de base sindical desde fines de los sesenta, en la medida en que muchos peronistas revolucionarios partieron de una idea unilateral de que los dirigentes sindicales “no habían surgido ni protagonizado la resistencia. Entonces, por un lado existía una masa heroica, combativa, espontánea y decidida a audacias individuales; y por el otro, solamente Perón. Pero nadie había representado la mediación en la relación líder-masa…”. Esa brecha era, precisamente, la que las organizaciones revolucionarias venían a cerrar, a fin de darle dirección a la “espontaneidad” popular y de evitar el mero “tradeunionismo” sindical.
Por otro lado, la violencia no fue exclusiva de los comandos sino que estuvo presente en todas las dimensiones de la lucha contra la proscripción política y la represión anti-peronista, desde el atentado a símbolos estatales hasta el sabotaje, pasando por las volanteadas clandestinas y las huelgas. Además de las movilizaciones y de las primeras acciones para resistir el golpe de Estado que fueran descriptas, pueden rastrearse tres dimensiones sincrónicas de la Resistencia Peronista. Una más general y unificadora que podríamos definir como una resistencia de tipo político-cultural y dos fenómenos también mancomunados pero con dinámicas específicas y diferenciables: el desarrollo de los comandos clandestinos con sus acciones directas y la cultura del “caño”, por un lado, y la reorganización de las comisiones internas y la actividad sindical, por otro. Finalmente, nos parece necesario recalcar que la revalorización de la Resistencia como un proceso popular, creativo y heroico no debe hacernos olvidar de que fue un período de represión y tragedia. Una reconstrucción reducida exclusivamente a la exaltación combativa corre el riesgo de olvidar que los “días felices” fueron otros para los trabajadores y el pueblo argentino.
La unidad político-cultural de la resistencia
Los hechos posteriores al golpe y las medidas aplicadas por la Libertadora contradicen en forma categórica los enfoques que enfatizan el desarrollo de una resistencia “obrera” escindida de su identidad peronista. La dimensión política estuvo presente en todo el intento por desperonizar a la clase obrera, que fue el objetivo y la orientación central del régimen dictatorial. En este sentido, lo social y lo político no pueden ni deben escindirse, puesto que ni los patrones ni los trabajadores vivieron el proceso de conflicto en el sitio de producción por fuera del contexto más general. La Resistencia Peronista dio sus primeros pasos como una lucha contra el golpe de Estado y su unidad se estableció en términos políticos: “Perón vuelve”.
Las masas peronistas ensayarían su resistencia civil a través del despliegue de una enorme mística y simbología que permitía que lo que antes se expresaba en la vida política pública se conservara en las casas, en los clubes, en los sindicatos, en toda una red social asentada en el territorio. Las prácticas eran diversas, como aprovechar el escenario de las canchas de fútbol para cantar la marcha peronista o colocar parlantes a todo volumen por las noches en lugares de los barrios que la policía no podía localizar o a los cuales directamente no se aventuraba a ingresar. Envar “Cacho” el Kadri hizo un relato que sintetiza este accionar no desprovisto de cierta picaresca que formó parte de la cultura de la resistencia: “nos juntábamos con gente en forma espontánea a cantar la ‘marchita’ o simplemente a silbarla, y como en ese momento estaba vigente el decreto 4161 que proscribía al peronismo y su simbología, enseguida caía un carro de asalto de la policía y nos hacia circular. Cuando nos resistíamos nos dispersaban a palo limpio. Otras veces poníamos una foto de Perón y una de Evita colgando de un cartelito en el que estaba el número de la calle, y nunca faltaba un ‘gorilón’ que caía por el lugar y la intentaba sacar. Y por supuesto, cobraba de lo lindo”.
Los comandos y los “caños”
Los Comandos eran grupos, por lo general pequeños, mayormente de base fabril, que se reunían y definían actividades como volantear, pintar paredes, etc. Los más decididos pasaron a realizar acciones de sabotaje y atentados de distinta envergadura. Su contacto con los gremios clandestinos era fluido. De hecho, en los meses posteriores al golpe, no había una huelga que no estuviera acompañada de múltiples detonaciones e incendios.
Por regla general, los comandos estaban sumamente dispersos tanto por la represión como por cierto recelo hacia los dirigentes partidarios y por una tendencia a la querella intestina. Los mas organizados de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires fueron los comandos “17 de octubre”, dirigido por Rodolfo Puiggrós y por el padre Hernán Benítez, “Coronel Perón” de Ramón Pietro y Juan Vigo, y “Comando Nacional Peronista” de Raúl Lagomarsino y César Marcos. Estrechamente vinculado a estos últimos, desde antes del golpe en su rol de interventor del partido peronista en la Capital, el “bebe” Cooke logró darle a estos comandos un mayor nivel de coordinación, como parte de su incesante búsqueda para encauzar a una estrategia revolucionaria de toma del poder que repusiera a Perón en el gobierno. Aunque los comandos y los atentados siguieron siendo una realidad hasta el año 60, el desarrollo de estos grupos más sincronizados se vio limitado porque la mayoría de sus dirigentes cayeron presos hacia principios del 56. Paralelamente, las organizaciones sindicales iban obteniendo márgenes de semi-legalidad que Cooke saludaba porque permitían el avance organizativo del movimiento obrero, aunque advertía con preocupación la gravitación de la “capa blanda” del peronismo que acompañaba su emergencia. La actitud crítica que muchos de los resistentes mantenían hacia los dirigentes políticos y sindicales del movimiento era una respuesta a las prácticas burocráticas y a las defecciones existentes pero también respondía en buena medida a una creciente actitud sectaria y vanguardista, muy combativa aunque escasamente política.
La reorganización sindical
Desde el comienzo mismo de la resistencia existía cierta tensión implícita entre la opción de los comandos y la recuperación de espacios sindicales semi-legales. Los primeros eran parte de una estrategia de confrontación revolucionaria que se desgastaba en la medida en que la vuelta de Perón parecía alejarse como objetivo inmediato. La reconstrucción de sus organismos de base y de los sindicatos era un curso natural de la clase obrera y, de hecho, fue la base que permitió mantener la continuidad del peronismo. Al mismo tiempo, era el fundamento del sindicalismo para estructurarse como un “factor de poder”, proyecto que llegaría al súmmun con el intento vandorista de estructurar un “peronismo sin Perón”. El proyecto de la burocracia sindical vandorista no tuvo éxito porque la conciencia de los trabajadores no desligaba sus reivindicaciones concretas de la adhesión al movimiento político peronista y, en particular, a la figura de Perón que sintetizaba el modelo de país estructurado bajo su gobierno.
La dimensión de la actividad huelguística en los años 56 y 57 no tenía precedente en la historia de nuestro país. Sólo en la Capital Federal se perdieron más de 5 millones de jornadas de trabajo y 3.300.000, respectivamente. Esta fue la respuesta a las políticas de la “libertadora” que se revelaron rápidamente como un ataque general a los trabajadores y a las conquistas sociales obtenidas bajo el régimen peronista. En el plano sindical, los trabajadores encararon una defensa de sus organismos básicos: las comisiones internas y los cuerpos de delegados. La reconstrucción de sus agrupaciones gremiales, a partir de los organismos de base, desmiente la idea unilateral de que el movimiento obrero había perdido toda autonomía bajo el peronismo. Los dirigentes desplazados por la proscripción se nuclearon, clandestinamente, en la CGT Auténtica que seguía la directiva de Perón en cuanto a no presentarse a elecciones sindicales en las condiciones impuestas por el régimen militar. Por su parte, la nueva camada de dirigentes que habían logrado avanzar en una reestructuración de las organizaciones obreras querían llevarla al plano de la representación sindical, donde consideraban que podían ganar como efectivamente sucedió. Así, sobre la base de una acumulación de organización clandestina que les había permitido sortear la intervención militar de los sindicatos, todo un sector del sindicalismo peronista participó de la experiencia de la Intersindical impulsada por los comunistas en el año 57. Al no poder imponerse las maniobras del régimen para lograr un fraude que permitiera obtener una representación de la que carecían los “gremialistas democráticos”, éstos abandonaron el Congreso de la CGT y formaron los “32 Gremios Democráticos”. Por su parte, los peronistas junto a los comunistas fundaron las 62 Organizaciones aunque, posteriormente, los segundos rompieron para conformar su propio espacio de los “19”. Del sector de los llamados “duros” de las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas, surgió toda una camada de dirigentes obreros como Jorge Di Pasquale, Atilio López, Sebastián Borro, quienes tendrán un papel destacado en la conformación del peronismo combativo. Este sector expresará cierto nivel de síntesis en el Programa de La Falda formulado en noviembre de 1957, donde el peronismo es resignificado en términos específicamente obreros, inaugurando la línea sindical que enfrentará al vandorismo y fundará, una década después, la CGT de los Argentinos.
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sachapujo@elpancholacoca.com.ar
La siguiente reflexión teórica sobre el populismo es motivada por la coyuntura política latinoamericana. El actual proceso de emergencia de movimientos populares liderados por gobiernos progresistas en la región que disputan la hegemonía al modelo neoliberal, es caracterizado desde Europa y EEUU como populismos o dictaduras, como así también es percibido desde las derechas liberales locales y la izquierda universitaria. Destacamos entonces que existe una tendencia a identificar a determinados procesos políticos con la categoría de populistas de forma peyorativa. Algunas preguntas que nos surgen son: ¿por qué se vincula el populismo con aspectos negativos ya sea desde la derecha tradicional o desde la izquierda universitaria?; ¿a qué tipo de fenómenos pretenden hacer referencia con la categoría de populismo?
En la cultura política de la derecha y la izquierda tradicional, existe una especie de naturalización del populismo asociado a características negativas Esas tradiciones comparten la misma racionalidad con respecto al juego político. Este hecho fue observado lucidamente por Jauretche (El Medio Pelo, 2008) que destaca que la unión de la derecha y la izquierda, sin que sus diferencias doctrinarias lo impidieran, en contra del fenómeno popular peronista es producto de compartir una “plataforma mental” que revela presupuestos generales que los unifican en un status de convivencia recíproca frente a la emergencia de un país real que estaba oculto. Esa cultura compartida asocia populismo con liderazgos manipuladores, comportamientos heterónomos (es decir, sin conciencia propia) de las masas, vaguedad ideológica, irracionalidad y autoritarismo, entre otras características. Como afirma Ernesto Laclau, “el populismo siempre estuvo vinculado a un exceso peligroso, que cuestiona los moldes claros de una comunidad racional” (La Razón Populista, 2009). Creemos que en la actualidad resurgen estas atribuciones a procesos vigentes como el de Venezuela, Ecuador, Bolivia o Argentina porque están alterando las lógicas del juego político, o de otra manera volviendo a poner el conflicto político tras el supuesto fin de la historia que se anunció tras la caída de la URSS y las dictaduras militares.
En nuestra visión del populismo tomamos muchos de los supuestos de Laclau, principalmente al definirlo más que por un contenido o ideología particular o por lo que le falta, como una lógica de construcción de las identidades colectivas, esto es, un modo de construir lo político. Actualmente en Argentina es común hablar de la vuelta de lo político, pero qué significa esto debemos descifrarlo (1). En este sentido para Laclau lo propio del populismo es la construcción de identidades populares y el mismo pueblo. El autor toma como unidad de análisis a las demandas como categoría sociopolítica, y no los grupos como categoría estructural, es decir que el pueblo es una categoría política y no un grupo dado por la estructura. En un contexto de crisis se multiplican las demandas insatisfechas, cuya heterogeneidad sólo puede dar forma de unidad a través de una articulación política equivalencial. A causa de que el sistema no puede absorber los reclamos particulares de un modo diferencial (cada uno por separado), estas demandas insatisfechas pueden entrar en una relación equivalencial, esto es, la articulación de las demandas en una identidad colectiva. Si bien es productivo el hecho de desprenderse de una concepción esencialista o sociologicista que atribuye una unidad a priori de los grupos basada en datos de la estructura económica, donde el pueblo sería un mero efecto superestructural, no nos queda claro cómo explicamos el surgimiento de un descontento general con el status quo que él plantea como condición para la emergencia del populismo. Es decir, tampoco creemos productivo descartar toda la perspectiva marxista clásica de tomar el momento económico en la construcción de identidades, porque sino se vacía la explicación de las luchas internas entre grupos de distintas expresiones económicas al interior de un pueblo, como por ejemplo el peronismo en los 70. Sin embargo esta es una discusión para otro tema aunque no podíamos dejar de hacer la observación.
La identidad popular se expresa en un sistema de significación estable vacío, esto significa que esa construcción requiere de un denominador común que la unifique, y va a estar dado por una demanda individual que se torna hegemónica y se presenta como símbolo universal de las demás. En este sentido, de alguna manera se va a despojar de su significado particular para poder ser el significante del resto y ello expresa la vacuidad. Como cada una de las demandas tiene una especificidad siempre va a haber una tensión entre lo particular y lo universal. Si bien el significante expresa y a la vez constituye a la identidad colectiva, ésta se derrumbaría si no existiera una frontera dicotómica a la que todas las demandas particulares se opusieran. La constitución de una frontera de antagonismo interna en la sociedad es esencial para que pueda establecerse la identidad popular.
Teniendo en cuenta estos supuestos teóricos, por qué definir al Kirchnerismo como fenómeno populista resulta mas fácil desde una perspectiva positiva Podemos afirmar que el Kirchnerismo no es sólo la expresión de un campo popular que existía a priori ya constituido antes de su emergencia, sino que principalmente es instituido como identidad a partir del enfrentamiento con el bloque patronal agrario-mediático. De ahí en más, la lógica política que se desarrolla va a polarizar siempre con la identidad antagonista, luchando por la hegemonía que es el intento de una fuerza particular por encarnar lo universal. Este proceso puede ser entonces definido como populista por la forma de construcción política como aspiración de hegemonía. Hay que destacar la importancia que tiene esta forma de práctica política para el cambio social y la democratización. La construcción de un pueblo es esencial para el cumplimiento de las demandas que de otra manera no se podrían cumplir, y la democracia se quedaría sólo en lo formal. Ahí es donde surgen desde la derecha las críticas al supuesto autoritarismo o manipulación de los individuos, que no es más que un intento de defender el orden que los favorece. El populismo como práctica política interrumpe esa democracia formal al constituirse el pueblo como actor y fuerza social que disputa la hegemonía. Ante estos procesos antaño reaccionaban con los golpes militares, ahora reaccionan construyendo subjetividades dóciles e incomunicadas a través de los medios de comunicación y la inundación consumista.
Néstor Kirchner supo interpretar las demandas más urgentes de la sociedad civil que estallaron en 2001 y las pudo ir resolviendo dentro de los marcos institucionales. Pero al mismo tiempo otras demandas de transformación social no se podían satisfacer dentro del consenso neoliberal dominante. La constitución de una fuerza social que se define como el pueblo, y la construcción de una frontera interna en la sociedad son la consecuencia necesaria para avanzar en la democratización, en tanto la hegemonía del bloque neoliberal impide su realización. El Kirchnerismo como significante se asocia a demandas particulares que a priori no tienen una conexión lógica en común tales como las negociaciones colectivas o paritarias, las estatizaciones, la ley de medios, los juicios a los genocidas o el matrimonio igualitario entre muchas. Sin embargo se lograron articular a través de ese significante, al mismo tiempo que el pueblo identifica a los que están en contra al otro lado de la frontera.
En nuestra caracterización del Kirchnerismo que se extiende en muchas dimensiones al resto de los procesos populares de Latinoamérica, sin olvidar las diferencias concretas de cada sociedad, tomamos entonces como conclusión, la mayoría de las nociones del tratamiento sobre el populismo que hace Laclau. Principalmente tomamos al populismo como una lógica o práctica política que instituye al pueblo y su subjetividad política como tal, donde el factor de nominación del significante es un componente fundamental para representar y constituir la totalidad, siendo el afecto una especie de cemento social de los lazos de la identidad popular. Al respecto, con la reciente muerte de Kirchner emerge el mito, su figura se torna en un significante central en la unión de elementos heterogéneos para solidificar la identidad colectiva.
(1) Desde el ambiente académico algunas definiciones del populismo hacen referencia al contexto de crisis como condición de emergencia o el carácter ambiguo de los movimientos (Mackinnon y Petrone, 1998). Otros ponen el acento en la manipulación de los intereses de los sectores populares por parte de los dirigentes (Weffort, 1968). Otro autor propone distinguir entre partidos populistas, estados populistas y movimientos populistas (Touraine, 1987) acentuando mas la confusión sobre lo que es el populismo.
La siguiente reflexión teórica sobre el populismo es motivada por la coyuntura política latinoamericana. El actual proceso de emergencia de movimientos populares liderados por gobiernos progresistas en la región que disputan la hegemonía al modelo neoliberal, es caracterizado desde Europa y EEUU como populismos o dictaduras, como así también es percibido desde las derechas liberales locales y la izquierda universitaria. Destacamos entonces que existe una tendencia a identificar a determinados procesos políticos con la categoría de populistas de forma peyorativa. Algunas preguntas que nos surgen son: ¿por qué se vincula el populismo con aspectos negativos ya sea desde la derecha tradicional o desde la izquierda universitaria?; ¿a qué tipo de fenómenos pretenden hacer referencia con la categoría de populismo?
En la cultura política de la derecha y la izquierda tradicional, existe una especie de naturalización del populismo asociado a características negativas Esas tradiciones comparten la misma racionalidad con respecto al juego político. Este hecho fue observado lucidamente por Jauretche (El Medio Pelo, 2008) que destaca que la unión de la derecha y la izquierda, sin que sus diferencias doctrinarias lo impidieran, en contra del fenómeno popular peronista es producto de compartir una “plataforma mental” que revela presupuestos generales que los unifican en un status de convivencia recíproca frente a la emergencia de un país real que estaba oculto. Esa cultura compartida asocia populismo con liderazgos manipuladores, comportamientos heterónomos (es decir, sin conciencia propia) de las masas, vaguedad ideológica, irracionalidad y autoritarismo, entre otras características. Como afirma Ernesto Laclau, “el populismo siempre estuvo vinculado a un exceso peligroso, que cuestiona los moldes claros de una comunidad racional” (La Razón Populista, 2009). Creemos que en la actualidad resurgen estas atribuciones a procesos vigentes como el de Venezuela, Ecuador, Bolivia o Argentina porque están alterando las lógicas del juego político, o de otra manera volviendo a poner el conflicto político tras el supuesto fin de la historia que se anunció tras la caída de la URSS y las dictaduras militares.
En nuestra visión del populismo tomamos muchos de los supuestos de Laclau, principalmente al definirlo más que por un contenido o ideología particular o por lo que le falta, como una lógica de construcción de las identidades colectivas, esto es, un modo de construir lo político. Actualmente en Argentina es común hablar de la vuelta de lo político, pero qué significa esto debemos descifrarlo (1). En este sentido para Laclau lo propio del populismo es la construcción de identidades populares y el mismo pueblo. El autor toma como unidad de análisis a las demandas como categoría sociopolítica, y no los grupos como categoría estructural, es decir que el pueblo es una categoría política y no un grupo dado por la estructura. En un contexto de crisis se multiplican las demandas insatisfechas, cuya heterogeneidad sólo puede dar forma de unidad a través de una articulación política equivalencial. A causa de que el sistema no puede absorber los reclamos particulares de un modo diferencial (cada uno por separado), estas demandas insatisfechas pueden entrar en una relación equivalencial, esto es, la articulación de las demandas en una identidad colectiva. Si bien es productivo el hecho de desprenderse de una concepción esencialista o sociologicista que atribuye una unidad a priori de los grupos basada en datos de la estructura económica, donde el pueblo sería un mero efecto superestructural, no nos queda claro cómo explicamos el surgimiento de un descontento general con el status quo que él plantea como condición para la emergencia del populismo. Es decir, tampoco creemos productivo descartar toda la perspectiva marxista clásica de tomar el momento económico en la construcción de identidades, porque sino se vacía la explicación de las luchas internas entre grupos de distintas expresiones económicas al interior de un pueblo, como por ejemplo el peronismo en los 70. Sin embargo esta es una discusión para otro tema aunque no podíamos dejar de hacer la observación.
La identidad popular se expresa en un sistema de significación estable vacío, esto significa que esa construcción requiere de un denominador común que la unifique, y va a estar dado por una demanda individual que se torna hegemónica y se presenta como símbolo universal de las demás. En este sentido, de alguna manera se va a despojar de su significado particular para poder ser el significante del resto y ello expresa la vacuidad. Como cada una de las demandas tiene una especificidad siempre va a haber una tensión entre lo particular y lo universal. Si bien el significante expresa y a la vez constituye a la identidad colectiva, ésta se derrumbaría si no existiera una frontera dicotómica a la que todas las demandas particulares se opusieran. La constitución de una frontera de antagonismo interna en la sociedad es esencial para que pueda establecerse la identidad popular.
Teniendo en cuenta estos supuestos teóricos, por qué definir al Kirchnerismo como fenómeno populista resulta mas fácil desde una perspectiva positiva Podemos afirmar que el Kirchnerismo no es sólo la expresión de un campo popular que existía a priori ya constituido antes de su emergencia, sino que principalmente es instituido como identidad a partir del enfrentamiento con el bloque patronal agrario-mediático. De ahí en más, la lógica política que se desarrolla va a polarizar siempre con la identidad antagonista, luchando por la hegemonía que es el intento de una fuerza particular por encarnar lo universal. Este proceso puede ser entonces definido como populista por la forma de construcción política como aspiración de hegemonía. Hay que destacar la importancia que tiene esta forma de práctica política para el cambio social y la democratización. La construcción de un pueblo es esencial para el cumplimiento de las demandas que de otra manera no se podrían cumplir, y la democracia se quedaría sólo en lo formal. Ahí es donde surgen desde la derecha las críticas al supuesto autoritarismo o manipulación de los individuos, que no es más que un intento de defender el orden que los favorece. El populismo como práctica política interrumpe esa democracia formal al constituirse el pueblo como actor y fuerza social que disputa la hegemonía. Ante estos procesos antaño reaccionaban con los golpes militares, ahora reaccionan construyendo subjetividades dóciles e incomunicadas a través de los medios de comunicación y la inundación consumista.
Néstor Kirchner supo interpretar las demandas más urgentes de la sociedad civil que estallaron en 2001 y las pudo ir resolviendo dentro de los marcos institucionales. Pero al mismo tiempo otras demandas de transformación social no se podían satisfacer dentro del consenso neoliberal dominante. La constitución de una fuerza social que se define como el pueblo, y la construcción de una frontera interna en la sociedad son la consecuencia necesaria para avanzar en la democratización, en tanto la hegemonía del bloque neoliberal impide su realización. El Kirchnerismo como significante se asocia a demandas particulares que a priori no tienen una conexión lógica en común tales como las negociaciones colectivas o paritarias, las estatizaciones, la ley de medios, los juicios a los genocidas o el matrimonio igualitario entre muchas. Sin embargo se lograron articular a través de ese significante, al mismo tiempo que el pueblo identifica a los que están en contra al otro lado de la frontera.
En nuestra caracterización del Kirchnerismo que se extiende en muchas dimensiones al resto de los procesos populares de Latinoamérica, sin olvidar las diferencias concretas de cada sociedad, tomamos entonces como conclusión, la mayoría de las nociones del tratamiento sobre el populismo que hace Laclau. Principalmente tomamos al populismo como una lógica o práctica política que instituye al pueblo y su subjetividad política como tal, donde el factor de nominación del significante es un componente fundamental para representar y constituir la totalidad, siendo el afecto una especie de cemento social de los lazos de la identidad popular. Al respecto, con la reciente muerte de Kirchner emerge el mito, su figura se torna en un significante central en la unión de elementos heterogéneos para solidificar la identidad colectiva.
(1) Desde el ambiente académico algunas definiciones del populismo hacen referencia al contexto de crisis como condición de emergencia o el carácter ambiguo de los movimientos (Mackinnon y Petrone, 1998). Otros ponen el acento en la manipulación de los intereses de los sectores populares por parte de los dirigentes (Weffort, 1968). Otro autor propone distinguir entre partidos populistas, estados populistas y movimientos populistas (Touraine, 1987) acentuando mas la confusión sobre lo que es el populismo.
Colgué!
LA GENTE ES EXTRAÑA
Por Eva Stilman
evastilman@elpancholacoca.com.ar
Quisiera
detenerme en un término bastante repetido y molesto de nuestros días:
el famoso vocablo gente. ¿A quién no se le habrá escapado alguna vez la
palabrita gente? En sí misma no tiene nada de mala, pero a veces la
palabrita se convierte en palabrota. Me refiero especialmente a algunas
de sus acepciones corrientes, que utilizan ciertos personajes
aventajados frente al resto, dada su notable (algunos dirán, con todo
derecho, excesiva) visibilidad.
En principio, dicho término es
profundamente impreciso. Depende de sus usos fundamentalmente. Revisemos
algunas de sus más frecuentes acepciones que utilizan esos lejanos pero
omnipresentes aventajados. La primera y principal es el uso de “la”
gente como unidad homogénea. “La” como si fuera una solita, como si la
heterogeneidad intrínseca de semejante composición no existiese. Vayamos
a un ejemplo: “la” gente me dice en la calle, los quiero matar. Sí, sí,
cualquier semejanza con la realidad argentina no es ninguna
coincidencia. De esta forma, una persona atribuye su propio deseo a la
supuesta manifestación de un sujeto colectivo difuso e intangible, pero
no sólo eso: en esa operación simbólica dicho individuo se adjudica la
representación de ese colectivo al que previamente homogeneizó detrás de
su deseo.
En pocas palabras, el/la que dice: digo lo que “la”
gente quiere que diga, está diciendo en realidad lo que esa persona
quiere decir sin tener los huevos/ovarios necesarios para decir yo digo
esto y me la banco, al mismo tiempo que se presenta a sí misma como
portavoz de una voz silenciada, sin que quede claro cuándo y quién le
dio esa potestad.
Vayamos a otro caso: muchas veces “la” gente
es utilizada sólo para hablar en nombre de una otredad a la que
consideran no demasiado pensante e importante y por ello pueden decir en
nombre de ella lo que les plazca. Parece ser que para esas personas
existe “gente” y una especie de “casi” gente que deviene por sumatoria
en “la” gente. Sin embargo, hay un detalle que los pone al descubierto.
Muchos de los que suelen utilizar “la” gente para no hacerse cargo de
las consecuencias de sus palabras y actos, suelen también usar otra
acepción del término de gente para definirse a sí mismos como diferentes
de esa porquería que consideran que es “la” gente “en general”. La
modalidad para dicha operación de diferenciación resulta de la
adjetivación: “gente normal”, “gente de bien”, “gente bien”, “gente
linda” o a través del uso del renombrado “gente como uno”.
Ahora
bien, ¿cómo puede ser que exista “gente como uno” si el colectivo es
sólo “la” gente? Pero ¡claro!, cuando algunos dicen “la” gente, no están
hablando de vos o de mí. Están hablando de ellos. De los que piensan y
hacen como ellos. Por ahí debe venir la mano ¡Qué boludos! y nosotros
pensando que cuando decían “la” gente estaban tratando de hablar del
pueblo. Aquí debe radicar nuestra confusión: creer que “gente” es la
manera en la que ciertos sujetos definen al pueblo. No: gente y pueblo
son bien distintos, y lo saben perfectamente ¡Con razón “la” gente los
quería matar y el pueblo lo fue a llorar! Ahora me queda un poco más
claro el asunto. Por si las dudas, sólo cabría recordarles a los
supuestos portavoces de “la gente”, que “el pueblo” suele ser más
numeroso y no le gusta que lo anden llamando gente. Que “la gente” podrá
andar con ciertos temores, algunos por perder ciertos privilegios y
otros de puro medio pelo que son. Por ello, se agradecería que
especifiquen de qué gente hablan cuando dicen gente, así no hay más
confusiones.
Podríamos decir entonces que ciertos personajes
dicen gente, porque detestan cualquier cosa que suene a pueblo. Otros
dicen gente, porque no se atreven a poner sus palabras en boca de un
pueblo que no representan. Y otros dicen gente, sólo porque no se animan
a ser pueblo.
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PIRATAS FOREVER
Por Gastón Florio
gastonflorio@elpancholacoca.com.ar
Una
historia lineal de coherencia a través del tiempo coloca a la Sociedad
Rural Argentina en la entidad de mayor fuerza que ha luchado a favor de
sus intereses, aún cuando estos se contradecían con la prosperidad y el
crecimiento del país. Supo estar a favor de los golpes militares para
posicionar sus producciones en el mercado mundial y fue (y es) enemiga
de los sueños de un país industrializado. Este cáncer nacional, es el
fruto de nuestras derrotas pasadas, que le ha permitido diseñar un país
exclusivo, ninguneando el desarrollo productivo interno y ofreciendo
todas nuestras riquezas naturales al porvenir del imperio de turno.
Sin
embargo su voracidad mercantilista, no es la única cualidad que define a
estas familias oligarcas. También a lo largo de su árbol genealógico
conservan intacto su pensamiento conservador y sus costumbres elitistas.
Para ellos, eran esa Civilización boceteada por Sarmiento en el Facundo
y hoy son el único futuro de la Nación. Acostumbradas y creadoras de un
circuito “selecto”, formaron sus costumbres calcando las del viejo
continente y bastardeando las autóctonas. Hombres y mujeres que por un
golpe de suerte y posteriormente atreves del genocidio, ocuparon gran
parte del territorio nacional y gracias a esto, fueron tomando
protagonismo en el quehacer político y económico del país.
Ayer
Los
grandes apellidos de la pampa húmeda estaban listos aquella noche del
10 de julio de 1866 para fundar la Sociedad Rural Argentina. Las
familias reunidas en la casa de Benjamín Martínez de Hoz (abuelo del
Ministro de Economía durante la última dictadura cívico-militar), allá
por la calle Bolívar, contaban con el apoyo del presidente Bartolomé
Mitre, para posicionarse a la cabeza del esquema agroexportador al
servicio de Inglaterra.
Para
1860 (finalizada la guerra de Pavón), la oligarquía portuaria y la
pampeana le lograra torcer el brazo a los sueños federalistas derrotados
luego de 50 años de luchas civiles. Bartolomé Mitre llegara a la
presidencia y diagramara dos ejes fundamentales para sentar las bases
del modelo agroexportador: expandir las fronteras habitadas por los
pueblos originarios, a través del genocidio, y colocar el sistema
ferroviario inglés para el traslado de las manufacturas desde el
interior hacia el puerto de Buenos Aires. Para esto, el primer obstáculo
estaba vencido. Ya con el partido militar en el poder y la resistencia
popular neutralizada, se necesitaba echar los cimientos sociales para
sostener el modelo económico colonial. Por esto, fomentar la
institucionalidad de una oligarquía terrateniente que usurpara las
nuevas leguas manchadas de sangre, era primordial.
Los
dueños de la Argentina habían obtenido sus tierras sin mucho
sacrificio. Las posesiones de tierras por la conquista Española y la ley
de enfiteusis sancionadas en la presidencia de Bernardino Rivadavia
beneficiaron a pocas familias aristocráticas que fueron acumulando
grandes posiciones de tierras. Luego ellos mismos financiaran la Campaña
de Desierto para posteriormente quedarse con las hectáreas robadas a
los pueblos nativos de la Patagonia.
Desde
el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, las familias como los
Alzaga, Martínez de Hoz y Anchorena, comenzaran a figuran en la vida
política pública. Aquel día, votarán junto a los godos, cuales apostaban
por continuidad de Cisneros como virrey, ubicándose así en la línea más
conservadora de la semana de Mayo. Luego serán la oposición política a
los proyectos federalistas de Artigas y San Martín, apoyando el comercio
ilegal y el centralismo porteño.
Cien
años más tarde, las nuevas generaciones de estos hacendados, celebrarán
el centenario nacional, gozando del granero del mundo que tanta
rentabilidad les brindaba, a consecuencia del fraude electoral y la
enorme brecha social entre ricos y pobres. Aquellas familias del Jockey
Club gozaban de los frutos de un país pensado desde la Pampa Húmeda.
Calcando culturas y costumbres de Europa, y negando la identidad
nacional con represión y exclusión social. Sin embargo, cien años más
tarde, con excelente coherencia de clase, Hugo Biolcati (actual
presidente de la SRA) recuerda aquel centenario como: “un momento
colosal”.
Con
el primer golpe militar del siglo XX, se abre una etapa gris del país,
en la cual se volverá a la relación intima con Inglaterra, y el broche
de oro será el tratado Roca-Runciman. Dicho tratado fue gestionado por
integrantes de la SRA que formaban parte del gobierno ilegítimo (como
Federico Pinedo Ministro de Haciendo). El grupo FORJA (Fuerza de
Orientación Radical de la Joven Argentina) denunciará este hecho y
Arturo Jauretche calificará al tratado como el “estatuto legal del
coloniaje”. Este grupo de jóvenes radicales lucharán por las banderas
históricas del radicalismo y serán la principal oposición a lo que José
Luis Torres calificará como “década infame”. Raúl Scalabrini Ortiz,
Jauretche y Homero Manzi serán los principales exponentes de esta
defensa del patrimonio nacional y se enfrentarán al modelo de país
agroexportador y a la oligarquía aglutinada en la SRA, únicamente al
servicio del imperio. “Somos una Argentina colonial; queremos ser una
Argentina libre” dirá el acta fundacional de estos jóvenes
revolucionarios.
Con
la llegada del peronismo al poder, el conflicto con la oligarquía
pampeana también se trasladará al campo social. Las lujosas familias no
soportarán la inclusión social de sectores hasta ese momento marginados
de derechos y de la vida pública, y sacarán a la luz su ideología
fachista. Para las familias del Jockey Club, la porción del pueblo que
recobraba su dignidad, no eran más que “cabecitas negras”, un
equivalente al “negros de mierda” de hoy. Sin embargo, el punto
neurálgico de las tensiones entre el peronismo y la SRA, se originaría
cuando se decreta el “Estatuto del Peón Rural” (en 1944), el cual otorga
derechos básicos a los trabajadores del campo. Las vacaciones pagas,
feriados, descanso dominical, condiciones de seguridad de higiene y
salario mínimo, son los puntos más audaces de esta medida política, cual
saca al peón de la condición de semi-esclavitud, a que los pudientes
patrones los tenían acostumbrados. Como no podía ser de otro modo, la
SRA se niega a esta medida y se declarará enemiga acérrima del
peronismo: “Éste Estatuto no hará más que sembrar el germen del desorden
social, al inculcar en la gente de limitada cultura aspiraciones
irrealizables, y las que en muchos casos pretenden colocar al jornalero
sobre el mismo patrón, en comodidades y remuneraciones”.
Con
el golpe de Estado de 1976, el plan económico quedará en manos de un
hombre que en su sangre llevaba la idiosincrasia estanciera. José
Alfredo Martínez de Hoz (nieto de Benjamín), fue la persona designada
para llevar a cabo el principio del aniquilamiento a la industria
Nacional. La invasión de capital especulativo mundial empezaba a ser
política oficial, echando por la banquina los proyectos de desarrollo
interno. Entre los defensores a este sistema, se encontraba la SRA, cual
sostenía sin vergüenza el plan de económico genocida: “en el marco del
bien común, a estimular la actividad privada y la eficiencia general de
la economía”.
Hoy
Un
reciente informe de la AFIP reveló que el sector de la burguesía
Agraria es el que más genera trabajo en negro: un 75%. Asimismo, es el
espacio productivo que más evade ganancias. Durante el ejercicio
contable del año pasado, se estima que este sector no declaró
aproximadamente unos 6500 millones de pesos.
Hoy,
la SRA se encuentra alineada con la mediocre oposición argentina y con
los monopolios mediáticos. Este arco común, persiste en la idea del
“Estado Chico” , cual no se involucre con sus abultadas ganancias. Su
esencia mezquina, no le permite digerir un proyecto de país, en la cual
entren todos, aunque el mismo le traiga enorme rentabilidad. Muchos
factores han cambiado en las ultimas dos décadas referido a la
producción, industrialización y políticas agropecuarias; pero no ha
mutado ni un milímetro la idea de país y la ideología que encierran las
grandes familias terratenientes.
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