DE TRIUNFO, DERROTAS Y ANIQUILACIONES
Por
Lido Iacomini
Como para
las elecciones nacionales falta aún un mes largo nos vemos obligados al
uso formal del condicional: “todo indicaría que Cristina se encamina a un
cómodo triunfo electoral”. Como estamos seguros de esto, el análisis
político lo presupone y nos conduce al escenario posterior a las jornadas de
Octubre: en esas condiciones triunfales la gobernabilidad no depende de lo que
ésta oposición, claramente debilitada, pueda generar, sino de las medidas que
permitan consolidar la hegemonía del proyecto nacional y popular. Es una
victoria política que no habilita el triunfalismo, ya que las tareas que le
aguardan a Cristina y al nuevo equipo de gobierno que se instalará antes de fin
de año constituyen un desafío de proporciones mayúsculas. Y no hay que dejar de
considerar que el poder se torna en una cuestión escurridiza en tiempos de
crisis.
Responder a
la expectativa de profundizar los cambios es ampliar la igualdad (económica,
política y social) entrelazada con el crecimiento de la economía
nacional. Y esto no es poco en un contexto de crisis inédita en el sistema
capitalista internacional. O si se prefiere en medio de una crisis profunda de
la hegemonía norteamericana sobre dicho sistema. Crisis que ante la falta de
una perspectiva alternativa de dominio, arrastra como oleadas en una espiral
recurrente a los países europeos, agudiza los riesgos de desestabilización y de
guerra y se hace sentir en el conjunto de la economía mundial.
La “salida”
virtuosa sería factible de encontrarla con la adopción de medidas que faciliten
la extensión de las fronteras de los mercados periféricos, principalmente
latinoamericanos, vía ampliación de la capacidad de consumo de los pueblos
postergados. Medidas que presuponen una voluntad política latinoamericana, cada
vez más la Patria
Grande. Lo cual implica para nuestra presidenta Cristina,
como a otros presidentes latinoamericanos, ir alcanzando en la construcción
dialéctica con la historia, perfiles de estadistas.
La Presidenta no se
librará por eso de las a menudo miserables batallas domésticas, para las cuales
ha demostrado poseer un brazo firme, pero necesitará además emplear una muñeca
hábil y sinuosa para combinarla con la fuerza. Ya se está haciendo sentir la tenaza
provocada por las presiones inflacionarias desatadas por los sectores mas
concentrados de la economía y la necesidad de mantener una política cambiaria
competitiva. El aumento del salario mínimo alentado desde el gobierno
pone de manifiesto la voluntad de no retroceder en las políticas
redistributivas. Pero habrá que tomar medidas apuntando a cambios
estructurales.
Por ello es
importante tener en cuenta que el gobierno no poseerá mayoría parlamentaria
propia y habrá que construirla puntualmente en tanto no se consiga una política
de alianzas forzada por la voluntad popular mayoritaria. Es una de las razones
que tornan imprescindible hundir a Duhalde y al duhaldismo, definiendo desde
ya, en esta breve campaña electoral, su carácter de enemigo principal,
desnudando su carácter reaccionario, aliado de las políticas en decadencia en
el mundo. No solo para que pierda electoralmente, lo cual ya está garantizado,
sino para aniquilar sus políticas neoliberales y sus ramificaciones, que
incluso penetran por dentro de nuestras propias fuerzas.
Alfonsín
parece contener los cartuchos en su cuerpo que lo conducen a la
autodestrucción, en la estela de Pino Solanas. Pero habrá que considerar de
manera diferenciada a Binner, que para crecer ha elegido el perfil de opositor
“sensato”, posiblemente aleccionado por el destino que le aguardó a la
oposición “crispada”. No es malo tener una oposición civilizada o atemperada,
aunque oposición al fin. Probablemente es quien abre una ventana en la lucha
parlamentaria que nos aguarda.
Es notable
el énfasis y el espacio que últimamente han ganado en los medios de prensa el
ajetreo latinoamericano en torno a la crisis internacional y el debate sobre
los instrumentos para enfrentar la coyuntura económica, pero hay un relativo silencio
sobre las perspectivas post Octubre, los cambios en el gabinete y las
principales medidas que se propondría tomar el nuevo gobierno. Es auspicioso el
comienzo del debate sobre la Ley
de Tierras, que debería ser amplio y transparente, ya que el proyecto es
modesto para enfrentar los peligros que ya se empezaron a manifestar en
nuestro territorio. Hay que prestar atención a la experiencia que se desarrolle
en Río Negro a partir de la intervención china en la explotación de nuestros
recursos naturales. Constituye la contracara de los acontecimientos que rodean
el fin del hegemonismo norteamericano y despuntan los riesgos de un nuevo
escenario internacional con nuevos jugadores que hacen sus apuestas.
Dos
incógnitas se abren de momento: una de resolución a plazo fijo, cual es la
conformación del nuevo gabinete nacional que brindará pistas acerca de los
rumbos mas concretos del accionar gubernamental. Y la otra que tiene que ver
con la construcción política que se impone, para dar organicidad y sustento al
proyecto nacional y que podríamos sintetizar en la visión gubernamental sobre
el futuro del kirchnerismo. Esto no determina lo que la militancia política
tiene como responsabilidad a asumir, pero sin dudas es un condicionante severo
y del cual depende el horizonte preocupante ya del 2015.