"NADA ES GRATIS EN ESTA VIDA; ALGUIEN TIENE QUE PAGAR"
Por Mauricio
José Amiel
mauricioamiel@elpancholacoca.com
mauricioamiel@elpancholacoca.com
Así
se dirige el presidente chileno a los estudiantes de su país, quienes en una
histórica unión entre secundarios y terciarios, públicos y privados, están
llevando adelante una lucha por cambiar de cuajo el sistema educativo chileno.
Un sistema educativo que fue instalado durante la dictadura de Pinochet,
gobierno que a su vez fue instalado por los ajedrecistas del capital
internacional, banqueros y militares con alfiles políticos en la casa blanca,
en la ONU, la OEA, en cada estado-nación del
mundo. Algo sabemos nosotros sobre esto: aquí también se llevó adelante el plan
de abrir las fronteras del país a la “libre” circulación de productos y divisas,
de vaciar las instituciones públicas, de eliminar el disenso político, de
eliminar a los “rojos” en todas las partes del mundo. La educación y la salud
caen en la redada.Se hace un gran negocio al mismo tiempo que se garantiza que
los que menos tienen no aprendan demasiado y que mueran si tienen algún
problema grave de salud. El modelo está instalado en Estados Unidos: allá nadie
tiene acceso gratuito ni a la educación superior ni a la salud. Existen planes para
pagarlos. Como en Chile. El estado –o la universidad, así funciona comúnmente
en Estados Unidos- te presta guita para que puedas entrar. Y la cosa no es
sencilla si sos un laburante, podés estar media vida pagando los intereses del
crédito. Y si sos pobre, no se te ocurra quebrarte una gamba ni querer ser
médico. Hemos visto algunas películas de padres que viven juntando guita para
que sus hijos puedan ir a una universidad. Matt Groening cada tanto saca una
risa recurriendo a algún desmán con los “fondos para la universidad de Lisa”, o
con la pobreza de los “estudiantes de pos-grado”, que luchan con las palomas
para comer deshechos en las plazas. En chile, el sistema fue instalado a la
letra del Banco Mundial. Para estudiar hay que pagar, y mucho. Pero el Estado
no es tan malo, no. Como decíamos: si sos pobre, te presta guita. ¡Te la
presta! Sí, como todo préstamo tiene un interés altísimo. Es decir que si hacés
una carrera en 5 años, estás 15 pagando. Pero si no terminás tu carrera… estás
15 años pagando igual. El impuesto al perdedor. Al fracasado. En chile la
educación superior es una cuestión de méritos, no de derecho.
Más
allá de hacer una crónica de los sucesos acontecidos desde mayo de este año,
cuando los “pingüinos” (no es que sean kirckneristas, así les llaman a lxs
estudiante secundarixs) decidieron volver a la lucha, después de aquellas
prometedoras movilizaciones de 100 mil estudiantes secundarios pidiendo la
derogación de la “Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza” promulgada por el
gobierno dictatorial de Pinochet en su último aliento y que, a propósito de la
protesta, Bachelet sustituyó por la “Ley General de Educación” en 2009. Ahora se les sumaron los que ya están en la
educación superior y los padres. Y artistas y escritores de todos lados a
través de comunicados en apoyo. A grandes rasgos el reclamo es claro: educación
pública de calidad. Sin embargo el gobierno no se muestra dispuesto a cambiar
su postura. El ministro de Educación que
estaba cuando comenzaron las movilizaciones, Joaquín Lavin, numerario del Opus
Dei, renunció a la cartera de educación, y
fue movido a otro sector debido a su poca disposición al diálogo con las
partes en pugna. El tipo que lo reemplazó, Felipe Bulnes, un conservador a tono
con Piñera, se sentó a dialogar con los actores. El reclamo de los estudiantes
es por: Reforma al sistema de ingreso a las universidades; aumento del gasto
público en educación; democratización de la educación superior. El gobierno les
propuso nada más un aumento en el presupuesto y un pegamento para pegar el
parche. Lxs estudiantes no han aceptado y han vuelto a salir a la calle en dos
ocasiones. Una de ellas, la del jueves 4 de agosto con más de 100 mil
movilizados, es la que fue mundialmente televisada debido a la brutal represión
que los “carabineros” llevaron a cabo haciendo recordar las brutales épocas de
Pinochet, y que concluyeron con más de 800 detenidos en distintos puntos del
país. (Capítulo aparte merecería un
análisis de cómo trataron este día los distintos productores de noticias del
mundo: los padres del miedo de nuestro país titulaban sus noticias aludiendo
tan sólo a la violencia y los disturbios, y desarrollaban la noticia centrando
ahí el problema, y no en la también violenta exclusión que viven los
estudiantes que no tienen la platita suficiente para ingresar a la universidad.
Se cebaron sobre todo con el hecho de que la represión comenzó cuando los
estudiantes decidieron ignorar que el gobierno les denegaba el permiso para
marchar por la Alameda.
Esa misma noche hubo cacerolazos y bocinazos en Santiago,
repudiando la represión.. Para el martes que siguió se convocó a otra marcha
que tuvo una masiva participación y en la que también hubo represión, pero ya
un poco más sosegada la fuerza policial.
En
estos días, el gobierno propone una mesa para dialogar con la CONFECH (Confederación de
estudiantes de Chile, liderada por una joven referente del Partido Comunista,
Camila Vallejo) al mismo tiempo que lleva adelante los proyectos de ley con los
que se supone que dan respuesta a los reclamos: refinanciar créditos a estudiantes
morosos, bajar los intereses (parches, parches y más parches) y -¡ay espíritu
siempre presente de la dictadura! – aumentar la pena por disturbios en la vía
pública de 341 días a 3 años.
Habrá
que ver a dónde desemboca esta lucha, en un país donde los conservadores tienen
un peso muy fuerte tanto en el parlamento como en la población, en el que el
presidente hace declaraciones como la que abre la nota. Bastante más suave que
la que hizo el presidente de su partido, que se refería a los estudiantes
diciendo que eran “una manga de inútiles subversivos”, una retórica arraigada
claramente en una ideología que se caga en el respeto por los derechos humanos.