Grietas
al bloqueo
“Estamos a punto de
concretar una operación comercial
con Cuba que significará
romper el bloqueo de los norteamericanos.
Ningún país del mundo se
atrevería a eso.”
Juan D. Perón.
Por
Gastón Florio
gastonflorio@elpancholacoca.com.ar
Con el sol puesto en La Habana, en abril de 1973,
Carlos Cámpora aterrizará para entrevistarse con el Comandante en Jefe de la
revolución. Cuba, era una parada más de la gira de Carlos Alberto Cámpora (hijo
del reciente presidente electo de la Argentina); pero, sin dudas, la visita al país
caribeño no despertaba las mismas repercusiones externas que a los otros países
de la región.
En tanto, en el Norte el clima no era propenso
para bromas. Por primera vez desde la toma de la Habana por los barbudos, un
representante oficial del gobierno argentino visitaba el país con objetivo
protocolar. El Departamento de Estado no tomaba con simpatía la reunión Castro-
Cámpora, desafiante al aislamiento de la isla que los yanquis habían planteado.
Las tenazas de la OEA en 1962 se volcaron contra la Cuba Socialista como forma de presión a su gobierno. Como el capitalismo es democrático, hasta que otro cuestiona su esencia, la OEA, por presión de los EE.UU, decretó el cese de actividad comercial con la isla; un bloqueo comercial. Dicho bloqueo impedía la libre comercialización de los países aglutinados en la OEA con los caribeños. La Unión Soviética y los Países del Este fueron los únicos mercados abiertos durante la primera década de la revolución. En tanto Latinoamérica bajo dominio del Departamento de Estado, no comercializaba con el país, excepto México y Chile de Salvador Allende, los cuales no aceptaron aprietes del Norte. Para la Argentina, si bien nunca fue abundante el comercio con Cuba, las exportaciones en 1964 se derrumbaron a cifras ínfimas y después del 69 directamente se eliminaron. Por otro lado, las importaciones de productos cubanos desde 1963 desaparecieron. Pero pocos sabían, que de forma secreta –desde Puerta de Hierro- Juan D. Perón, años antes del ‘73 mantenía vínculos con los cubanos.
Las tenazas de la OEA en 1962 se volcaron contra la Cuba Socialista como forma de presión a su gobierno. Como el capitalismo es democrático, hasta que otro cuestiona su esencia, la OEA, por presión de los EE.UU, decretó el cese de actividad comercial con la isla; un bloqueo comercial. Dicho bloqueo impedía la libre comercialización de los países aglutinados en la OEA con los caribeños. La Unión Soviética y los Países del Este fueron los únicos mercados abiertos durante la primera década de la revolución. En tanto Latinoamérica bajo dominio del Departamento de Estado, no comercializaba con el país, excepto México y Chile de Salvador Allende, los cuales no aceptaron aprietes del Norte. Para la Argentina, si bien nunca fue abundante el comercio con Cuba, las exportaciones en 1964 se derrumbaron a cifras ínfimas y después del 69 directamente se eliminaron. Por otro lado, las importaciones de productos cubanos desde 1963 desaparecieron. Pero pocos sabían, que de forma secreta –desde Puerta de Hierro- Juan D. Perón, años antes del ‘73 mantenía vínculos con los cubanos.
Emilio Aragonés fue el hombre elegido como
intermediario entre Fidel y Perón. El mismo, que después del ‘73 se instalará
como embajador cubano en la Argentina. Varias reuniones secretas mantuvieron
el líder justicialista y Aragonés en “Puerta de Hierro”, y allí se comienzan a
tejer las relaciones y a diagramar una futura comercialización entre los países
hermanos, quebrando el bloqueo imperial. Mucha gente deambulaba por Puerta de
Hierro durante el exilio de Perón, y afortunadamente (para la historia que
vendrá) Aragonés pasó desapercibido para los servicios secretos. Él mismo
contará como es designado a ese rol: “La decisión la tomó el Partido y el
Partido lo dirige Fidel. Fue él quien me dio las instrucciones para que yo
fuera a hablar con Perón… No cabe duda de que Perón sentía un gran aprecio por
Fidel y Fidel por Perón, lo cual naturalmente facilitó mi trabajo.”
En esas reuniones se empieza a desmenuzar la idea
del volver a comerciar entre ambos países. La propuesta era muy ambiciosa. A
Cuba le significaba una reapertura de mercados hacia el sur de América, el
quiebre del bloqueo norteamericano y el beneficio de la desarrollada industria
argentina. En tanto al peronismo, abrir mercados hacia los países socialistas
era una estrategia de importancia diseñada entre el líder del movimiento y José
Gelbard, futuro Ministro de economía de Cámpora y de Perón. Los diálogos culminaron con una propuesta
elaborada por las dos partes y presentaba un desafío para la coyuntura
regional: un préstamo a la isla de 200 millones de pesos por el futuro gobierno
justicialista.
…………………………………………
Por la mañana del 24 de mayo de 1973 el avión
ruso Ilyushin 62, de cuatro turbinas, estaba listo para despegar en La Habana hacia la Argentina. Con un
paraguas en medio de la pista mojada, Fidel Castro ajustaba los últimos
detalles con Aragonés y el presidente cubano Osvaldo Dorticós, quienes
llegarían por la tarde de ese día para la asunción del “Tío” Cámpora. El
Comandante en Jefe no abordaría el vuelo para no despertar mayor revuelo en el
país del Sur; si bien las relaciones entre los dos gobiernos eran óptimas con
el triunfo del peronismo, por la importancia estratégica que esta relación bilateral
conllevaba, se cuidaba detalles para no obstaculizarla. El mismo Perón le
comentaría a Aragonés: “Tengo que tener cuidado por que se me puede ir la mano
en lo que pienso con ustedes y no debemos olvidar que nosotros no somos Cuba.
La situación no es la misma. Ustedes van proclamando a los cuatro vientos lo
que piensan y nosotros debemos ser mas cuidadosos.”
Los presidentes latinos empezaban a llegar al
país, aquel 24 de mayo, para la toma de posición del gobierno peronista. Una
etapa nueva se abriría luego de 18 años de proscripción popular. Cámpora había
ganado las últimas elecciones, pero lo ubicaron en Ballotage con Balbín, sin
embargo el radical se retiró de la segunda vuelta dejando a la lista peronista
triunfante.
En su discurso de toma de poder, Cámpora
puntualizó la política de su gobierno con la isla caribeña y en general
respecto al exterior. El término usado fue “normalización de relaciones
diplomáticas hacia Cuba”. Al terminar la ceremonia en Palacio Legislativo,
Cámpora y Aragonés se dirigieron a la Casa Rosada donde
ambos brindaron una conferencia a la
prensa, en la cual el argentino expresó: “Argentina y Cuba han decidido reanudar sus relaciones diplomáticas y de
esta forma abrir una nueva etapa entre nuestros países”. En tanto el Presidente
cubano le puso el sello al día: “El gesto del gobierno del Doctor Cámpora lo
interpretamos como una actitud fraterna, de soberanía”.
Los siguientes sucesos Argentinos ya son
conocidos. Cámpora renunciará a la presidencia a los 59 días de gobierno llamando
a nuevas elecciones donde Perón ganará el 23 del septiembre por el 62% de los
votos, dándole origen a su tercer mandato. En tanto, las relaciones con Cuba se
irán fortaleciendo. José Gelbard, ministro de Economía, será una pieza clave en
esta historia. Con una excelente vinculación con los cubanos, y siendo el hombre
en que Perón depositará su proyecto económico, Gelbard culminará la primera
etapa de negociación con los revolucionarios.
Tras días de compulsión de la prensa latina, por
un próximo anuncio oficial argentino, el 6 de agosto del 1973 el ministro de
economía Gelbard dará conocer un acuerdo bilateral donde el país del Sur
prestaba 200 millones de dólares a Cuba para la compra de diferentes productos
de origen nacional y extranjeros. A un plazo de ocho años de devolución, se
pagaría un 15% a la hora del embarque
hacia cuba y el porcentaje restante se pagaría con productos cubanos, aunque
una versión, años más tarde, admitió que este restante se pagaría en moneda
convertible. “Esta decisión está encuadrada en la política económica
internacional del gobierno. El crédito a Cuba, a la par de significar la
apertura a un mercado muy importante y el satisfacer las necesidades de la República, también como
es lógico, apunta al desarrollo de nuestra industria”, anunciará Gelbard ante
los periodistas y recordará que el gobierno “no admitirá presiones de adentro
ni de afuera”. El tratado ambicioso incluía productos como: camiones,
maquinaria agrícola, máquinas herramientas, máquinas para la industria lechera
y automóvil particulares.
Vientos nuevos por América Latina. La
independencia política resonaba tanto acá, como en La Habana. Fidel
recibiendo lo cables de noticias y analizando el impacto internacional. Pero
los Estados Unidos no tardaron en castigar a la Argentina por su audacia
antiimperial. El Departamento de Estado informó que se prohibirían las llegadas
de barcos Argentinos destinados a las tierras comunistas, a territorio
norteamericano. Las rutas de navegación dirigidas al Caribe, frecuentemente
paraban en tierras yanquis -por su proximidad a las tierras caribeñas y la
capacidad de sus puertos para la carga de mercancía. Además los barcos
nacionales destinados a Cuba, por los próximos seis meses no podrían tocar
muelles Norteamericanos.
La primera transacción importante se establece
con la empresa Fiat, de capitales Italó-Argentinos. En diciembre del 73 se
exportaron a la isla 5.000 camiones, 6.000 automóviles y 1.000 tractores por un
monto aproximado de 120 millones de dólares.
Pero la relación entre el Pentágono y la Argentina llegarán a
ebullición cuando llego la hora de enviar automóviles y vehículos de capitales
Norteamericanos resididos en Argentina a Cuba. El tratado Argentino – Cubano
pasó a ser un problema de Estado para el gobierno de Nixon. La Casa Blanca no
autorizó las transacciones entre la
Ford, General Motors,
Firestone, GoodYear y John Deere radicadas en nuestro país; sin embargo, la
decisión del gobierno peronista no iba a ofrecer grietas. Las empresas norteamericanas
demoraban las ventas desde la Argentina. Gelbard se colmaba y también presionaba
en el sentido inverso. “Si el impase se extiende más de lo necesario, habrá que
tomar una decisión terminante” dirá Gelbard a la prensa. ¿Decisión determinante?
¿A que se refería Gelbard? A una expropiación de parte del Estado Nacional a
los vehículos de las empresas norteamericanas. Entonces Gelbard convocó a los
representantes de las firmas involucradas a una entrevista en la Secretaría de Comercio.
La decisión del gobierno argentino no cambiaria: “Si nuestro país asume
compromisos comerciales con Cuba, las empresas radicadas en el territorio
nacional deberá comerciar con Cuba, si no le gusta tendrán que adaptarse a las
disposiciones Argentina para seguir operando en nuestro país”. Y así lo
entendieron...
Al final, la postura Nacional le torció el brazo
a Washington, y la Casa
Blanca (maldiciendo a los argentinos) autorizó para la venta
a sus empresas. La Ford
exportaría 1.000 autos Falcon y 500 camiones F-7000, Chrysler Fevre mandaría a
la isla 9.000 automóviles y la General Motors unos 3.000 Falcon y 1.500
camiones.
La historia seguiría su curso y hechos trágicos
sacudirían a nuestro país. Después de la muerte de Perón, la relación con Cuba se
verá obstaculizada. Gelbard acosado por los militares, y por López Rega desde
el propio gobierno. Pero, sin dudas, en un trascurso de más de un año, las
relaciones políticas entre los dos gobiernos superaron expectativas mundiales.
Quizás la relación, entre los dos caudillos más
importantes de América del siglo XX, es un paradigma hoy en día. Las propias
coyunturas políticas de cada uno los llevaron a admirarse mutuamente, y a
relacionarse de forma indirecta, ya que nunca se conocieron personalmente, pero
con fructíferos logros para nuestros pueblos. “Me quedé con las ganas de
conocerlo. Me hubiese gustado y no se dieron las circunstancias” le confesará
Fidel a los autores de “Perón-Fidel: línea directa”. Los dos líderes populares
sabían bien a que ameritaba las circunstancias, y también los dos compartían,
pese a las diferencias, una línea estratégica para la independencia de nuestros
pueblos: “Unidos o dominados”.