Día de la Pachamama: Celebrando la vida en comunidad
Maria Eugenia Asato
eugeniaasato@elpancholacoca.com.ar
Hace un mes me corté el pelo. Tenía el pelo
largo y le pedí a una amiga que me hiciera una trenza y que la cortara para
ofrecérsela a la Pachamama,
la Madre Tierra,
con la intención de agradecerle y pedirle a ella por cosas personales y
comunitarias.
Dicen que el corte de pelo muestra la
búsqueda de un cambio y así lo creo yo. Un cambio espero, pero no una espera
pasiva sino en acción para crecer, evolucionar y superarme en lo personal y en
lo colectivo.
Así que me comuniqué con los organizadores de
la Feria de
Mataderos en donde festejarían la fiesta de la Pachamama. Ellos
accedieron a que me sume a la ofrenda con la trenza y otras cosas que había
comprado: quinoa, amaranto, yerba y vino.
Llegué a la feria con mis ofrendas en la
mochila y me acerqué a los organizadores del evento, quienes me presentaron a
la oficiante de la ceremonia, perteneciente a los pueblos originarios.
Me presenté con mucho respeto y le comenté mi
intención de sumarme a la ofrenda, a lo cual ella accedió tras consultarlo con
otros paisanos. Pensar que el primer contacto que han tenido con un otro ha
sido de avasallamiento, como fue con los españoles. O, como es todavía la
actitud de muchos hacia estos pueblos, hoy.
La oficiante de la ceremonia me preguntó de
dónde venía y yo le dije de Ramos Mejía pero ella se refería a otra cosa. Me
preguntaba por mis raíces. Así que le comenté que mi papá había nacido en Okinawa, una isla del Sur de
Japón, y que del lado materno también tenía ascendencia japonesa. Ella me
preguntó por la situación en Japón tras el paso del Tsunami. Yo le dije que
Japón es fuerte, que se pudo levantar tras la Segunda Guerra Mundial y que ahora también podrá hacerlo.
Después me pidió que la ayude en la
preparación de la ofrenda. Fue un honor para mí ayudar, poner las semillas de
maíz, quinoa, amaranto, la yerba en las vasijas y cortar la papa andina para
luego ponerla en una vasija.
La preparación de la ceremonia fue bien
comunitaria. Se acercaban otros paisanos y le preguntaban a la oficiante que
hacía falta. Así, una de ellas fue a comprar caña a uno de los puestos de la
feria, otro fue a comprar ruda. Y así se fue armando entre todos la ofrenda
comunitaria.
Llegó el momento de la ceremonia, ya se había
cavado un pozo profundo al lado de un árbol cerca del escenario de la feria.
Pusimos las ofrendas cerquita del pozo: las semillas, el vino, la ruda, la caña
y el pan cocido.
Luego de prender el fuego con carbón en una
vasija, comenzamos a poner cigarrillos alrededor del pozo, señal de que
estábamos compartiendo una ronda con la Pacha. Después, la oficiante
dijo unas palabras acerca de la importancia del sentido comunitario y pidió por
todos y cada uno.
Inmediatamente, una de las mujeres que
organizaba la ceremonia entregó a todos los que estábamos presentes, hojas de
coca para ofrecerle a la Pacha
al momento de pasar a hacer cada uno su ofrenda.
Seguido a ello, pasó la misma mujer con una
vasija encendida con incienso y nos invitó a que nos sahumeriemos con el humo
del incienso. Entendí que era para sacarnos la mala onda, la energía negativa.
Después, empezamos a pasar de a dos personas
para hacerle nuestra ofrenda a la Madre
Tierra. Hicimos una fila desordenada y la gente se peleaba
por pasar. Uno decía “señora no empuje, no regalan nada”. Otro decía “yo voy a
pedir para que no nos peleemos más”, a lo que asentí con la cabeza.
Mientras la gente pasaba, la oficiante de la
ceremonia orientaba a la gente en la ofrenda. Le decía a uno “Ofrecele algo de
lo que está en las vasijas y pedile”, le convidaba vino y explicaba que debía
echarle un poco de vino a la
Pacha y luego tomar él como una forma de convidarle bebida a la Madre Tierra. ¡Qué distinto
sería todo si los políticos y los lugares de poder se entendieran como
servicio! Deberían hacer como hizo la oficiante: orientaba, ayudaba, estaba al
servicio de la gente.
Llegó mi turno. Eché las hojas de coca en el
pozo, le convidé a la Pacha
vinito y tomé mi trenza para ofrendársela. La oficiante me invitó a hablar pero
realmente no me salían las palabras. Entonces ella habló por mí. Le pidió por
mí y por la tierra de mis ancestros (Japón).
Luego, me fui a comer un locro, a recorrer la
hermosa Feria de artesanías, compré unos títeres para mis sobrinos para el Día
del Niño y bailé una chacarerita.
Ya en el bondi, de vuelta hacia mis pagos,
sentí una enorme alegría de haber participado y celebrado el Día de la Pachamama. Pero
recordaba las discusiones entre la gente en la cola para pasar a hacer la
ofrenda y pensaba ¡cuánto tenemos que aprender del sentido comunitario que
tienen los pueblos originarios!
Ahora bien, ¿qué es la Pachamama? Para los
aborígenes de los Andes, la
Pachamama es la primordial diosa de la vida, la fertilidad de
la tierra, la semilla y los frutos, las estaciones, los tejidos, los metales,
la cerámica, el chamanismo y la sanación. Pachamama es la deidad creada por
excelencia y su culto expresa la vivencia espiritual con lo sagrado femenino,
encarnado en la comunidad con un profundo sentido ético, ecológico y de
sabiduría.
Y el primero de Agosto ¿qué se festeja? Es
una de las ocho fiestas del calendario andino. Se la venera de una manera
especial al interior de su cuerpo. ¡Qué distinto sería todo si entendiéramos
que somos uno con la naturaleza, con la Madre
Tierra! ¡Cuán distinto
sería el trato hacia ella y por lo tanto hacia nosotros mismos!
Dentro de la cosmovisión sagrada de Pachamama
todas las personas son hijas e hijos de esta Madre común y están hermanadas
entre sí. La hermandad, ¡qué tema! ¿no?. Tema que trae sus contradicciones.
Creo que es importante pensarnos como hermanos pero no de una manera ingenua.
La hermandad no significa aceptar todo sino pensar en el bien común y en lo que
da vida.
El Capitalismo nos individualiza, nos atomiza,
haciéndonos competir unos contra otros, generando la explotación del hombre
hacia el hombre. Pero el pensarnos como hermanos, como diría mi amiga María
Victoria Lanza nos ayudará a construir otra conciencia para construir una
Sociedad más comunitaria.
Esta hermandad hace que todos tengan derecho
y acceso a la tierra y a sus frutos, a
sus energías creativas y sanadoras.
Si bien los pueblos originarios son una
cultura distinta a la nuestra, podemos retomar muchos valores de ellos.
En este sentido, Pachamama no acepta que unos
posean la tierra, la explotación del trabajo agrícola y sus frutos, mientras
que otros pasan hambre y enfermedad. En nuestra sociedad esto se realizaría con
una redistribución equitativa de la riqueza.
En los pueblos andinos esta cosmovisión fue
elevada a la práctica a través de la propiedad colectiva y el trabajo
comunitario de la tierra.
Desde la
conquista hasta el día de hoy, los originarios han sido despojados de su tierra
y por lo tanto de su identidad.
Además el tema
de la tierra es una cuestión que hoy en día vemos en las tomas de la tierra en
la búsqueda de una vivienda, derecho imprescindible y básico.
En la
cosmovisión andina no existe la idea de propiedad privada porque todo el
sustento que da la tierra es para todos por igual. No debería haber dueños.
El culto a esta diosa andina inspiró una
visión ética y de justicia social integrada a lo sagrado. La justicia social se
logra con una política inclusiva de todos a todos los derechos sociales.
La diosa tiene también una visión ecológica
del cuidado porque en su espiritualidad, las plantas y animales, los ríos y las
montañas forman parte de su familia y todas las especies vivientes tienen
derecho a su propio hábitat, recursos y ecosistemas en el cuerpo de la Pachamama.
Está buena
esta visión de cuidado y respeto a la ecología que es cuidar y respetar a la Madre Tierra dadora de vida. Y,
la necesidad de nuestro propio hábitat para desarrollarnos como personas.
El ritual del 1ro de Agosto ha sido celebrado
durante siglos por aymaras, quichuas, kollas y criollos. Esta fiesta se celebra
después del Año Nuevo aborigen del solsticio de invierno (21 de junio) y antes
del resurgir de las flores y de las fertilizantes lluvias del equinoccio de
Primavera. La celebración marca el retorno de la Pachamama desde las
profundidades a donde se ha replegado durante su descanso invernal para
mantener la vida desde las raíces. Por eso, el ritual y la ofrenda tienen la
intención de despertar de la
Pachamama su fertilidad y poder. Este ritual se realiza antes
de comenzar a trabajar la tierra y a sembrar. Todas las mujeres y los varones
que se conecten con esta sacralidad de la Pachamama pueden celebrarla con sus parejas,
familias, grupos o solos en algún lugar en contacto con la tierra (el patio de
la casa, en algún parque o fuera de la ciudad) siguiendo los pasos de la
ceremonia aborigen. El pozo que se abre simboliza al útero fértil y creador. El
volver al útero de la nuestra Madre Tierra es mostrarnos necesitados de comida
y de amor, lo cual ella nos proveerá. También se canta y se danza descalzos
para captar las energías regeneradoras de la Pachamama. Danzar
descalzos es mostrar nuestra desnudez, mostrarnos como somos. Y además, ella
nos renueva la energía en lo personal y en lo colectivo.
¡El día de la Pachamama es una
celebración! Es celebrar la vida, lo que tenemos, el estar juntos, nuestra
conexión con la tierra y nuestros deseos más profundos.