Mayo, mes de la revolución e histórico mes de luchas. Da su inicio con
el Día Internacional del Trabajador y se
despide con otro aniversario del Cordobazo, primero de los “azos” emblema de la
unión de los trabajadores y los estudiantes en las calles contra la dictadura
de Onganía y en defensa del patrimonio nacional.
No es posible entonces, hablar de mayo, sin hablar del pueblo
trabajador, el único protagonista de las revoluciones. El acto de la CGT del 29 de abril, muestra
que los trabajadores y los sindicatos, son imprescindibles para sostener
cualquier proyecto popular. En este sentido, es preciso recordar el avance de
los laburantes en los últimos años: la vuelta a las paritarias, las
negociaciones colectivas, el aumento del empleo formal, la asignación universal
por hijo, la ley de cooperativas, y el proyecto para la participación de los
trabajadores en las ganancias; derecho legítimo de cualquier trabajador, porque
son sus manos las que producen la riqueza. En fin, una suma de conquistas que
es necesario defender sin vacilar. Sin embargo, somos concientes que para
garantizar este rumbo tenemos todos que acompañarlo con una enorme
responsabilidad. Lo logrado es mucho, como lo que falta. Pero, todo se podría
perder, si por apresurarnos atentamos contra nuestro futuro, poniendo en
peligro las líneas trazadas desde el 2003.
También sabemos que convivimos con condiciones estructurales heredadas
del neoliberalismo, que aún siguen en pie: precarización laboral, mercado de
trabajo informal, tercerizados y contratados, burocracias sindicales que
trabajan para la patronal, etc. Una suma de retos que tenemos que asumir,
porque si bien son condiciones heredadas, no son inmutables. Son productos
históricos y por tanto, desafíos del presente.
Esos desafíos popularmente definidos como profundización del modelo,
incluyen la lucha por la tierra para impedir el avance de la extranjerización
del suelo argentino; los derechos de los trabajadores rurales, tan maltratados
por sus pudientes patrones y las firmas transnacionales; el derecho territorial
de nuestros pueblos originarios que hoy cobra fuerza de la mano de la
transformación cultural en marcha, luego de medio siglo de indiferencia. Por
esto celebramos el diálogo establecido entre el gobierno nacional y la comunidad
Qom.
Por último, sabemos que tenemos la responsabilidad histórica de defender
lo que consideramos positivo en el presente, siendo concientes de las faltas y
estableciendo el compromiso de avanzar. Queremos un país donde, no sólo los
estudiantes se unan a los trabajadores; sino que los trabajadores puedan ser
estudiantes. Queremos un país, en el que los sindicatos fortalezcan sus bases
con comisiones internas y delegados, que luchen por las demandas de sus
compañeros. Queremos un país, donde no sólo los dirigentes políticos se unan y
escuchen a los trabajadores; sino que los dirigentes mismos, salgan de lo más
hondo del pueblo. Queremos sumarnos a la lucha de un país y una América que ya
ha empezado a trazarse con el lápiz de los trabajadores, pero que aún no ha
terminado de dibujarse…