Danzando
Salimos de nuevo. Seguimos creyendo que la
respuesta está en crear. Lo intentamos desde aquí, con las herramientas que
vamos encontrando. Nos hallamos en una coyuntura favorable: los pueblos de
América están danzando sus melodías. No podemos quedarnos quietos cuando esa
música nos llama. No todas las notas son negras en nuestras composiciones, como
pretenden ciertas voces monocordes. Sabemos que tampoco son todas blancas. Por
ello hay que ponerse a hacer.
La
oposición liberal y reaccionaria regional no atina el paso, porque no comprende
los nuevos aires. Se tropieza con sus propios pies, sus movimientos cada vez
más toscos y torpes evidencian la altura de sus nervios. La historia le va
pisando los talones a aquellos que solían tomar decisiones sentados con una
copa de whisky o de champagne. Se los ve enfurecidos ante las nuevas melodías de
América, porque saben que pueden ser el comienzo de una música más grande. Y
los pueblos se dan cuenta, por eso no bailan con ellos. Es que la oposición es
puro ruido y no pega una nota. No puede hacer música, porque sus instrumentos
van caducando. Han abusado tanto del uso de estribillos que nos han cansado los
oídos, sus acordes han perdido la gracia y sus riffs publicitarios cada vez
convencen menos.
La orquesta opositora local es un rejunte sin ensamble. Su director anda
enojado, porque tiene músicos mediocres llenos de disonancias. La oposición
está fuera de tono y desafina en exceso. No hay que tener mucho oído para
notarlo. Pero lo principal es que está fuera de tiempo: sus frases pertenecen a
otra época, en la que a las voces populares no se las dejaba cantar ni una
estrofa.
En la historia de las luchas, el pulso lo marcan los pueblos, será su labor
que mantengan el tiempo. Cada pueblo tiene sus ritmos, pero vamos todos a un
mismo movimiento. Movimiento cuyas cadencias exceden las partituras, mal que les
pese a varios. Por eso los pueblos de América avanzan danzando. Pero cuidado: sabemos
que la danza necesita organización. Demanda conocernos, para coordinar los
pasos. Requiere que acordemos pautas en común para no tropezarnos unos con
otros y hay que tener estar atentos, porque todavía andamos con piedritas en
los zapatos. Sólo lo lograremos avanzando, por eso queremos que siga el baile
en la tierra en que nacimos. Acá estamos porque acá somos, danzando las
melodías de los pueblos americanos.