La escasez en la abundancia
Alimentos presos del libre mercado, petrodependencia y un nuevo
acertijo.
Por Gastón Florio
gastonflorio@elpancholacoca.com.ar
Hace tres años ha estallado en el
mundo la crisis más grande del sistema capitalista, arrojando al desastre su
economía y condenando a los mismos de siempre a la miseria: los pobres del
planeta. Bancarrota, explosión de la maldita burbuja financiera, en fin… Todo
al carajo. El remedio que eligieron sus mismos responsables no fue más que
tirar la pelota para adelante y esperar sentados otra explosión. Se calcula que
hasta el día actual, los Estados más poderosos han desembolsado aproximadamente
20 billones de dólares para socorrer al capital especulativo internacional, por
más que el mundo reclama un cambio de esquema económico.
En paralelo, este sistema
especulador, también formó la estúpida y
prepotente idea de que por sacar producciones y ganancia, los daños colaterales
acarreados no son preocupantes. Así se llegó a un mundo más próximo a la
destrucción, que a su prosperidad. El cambio climático, representa otra amenaza
para el futuro de la humanidad. Crecientes fenómenos climáticos, tornados,
tormentas, sequías, recalentamiento de la tierra e incremento de los niveles de
los océanos por causa de la depredación del sistema capitalista y su ambición
voraz; son los efectos que hoy sufre la Tierra a consecuencias de las “modernas
explotaciones” que el hombre le realiza.
Acompañando estos desastres
globales, la amenaza de una nueva crisis alimentaria, acecha los nuevos
tiempos, cegada por la ambición de unos pocos.
El último febrero, la Organización de las
Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) denunció una escala ascendente
y consecutiva en los precios de los alimentos a nivel mundial. Las carnes,
lácteos, azúcar, cereales y oleaginosas, son los alimentos mas volátiles en la
actualidad.
Estas subas golpean notablemente
a los países menos desarrollados. De los sueldos promedio de la clase
trabajadora, se estima que un 60% se destina a la compra de alimentos básicos,
como cereales y carnes, y en otros casos la cifra se extiende al 80%. En la
actualidad, una de cada seis personas en el mundo padece de “hambre crónica”,
mil millones de seres humanos. Pese a los programas protocolares de las Naciones
Unidas la hambruna no sólo no se ha detenido, sino que se ha agravado.
Pero ¿cuál es la verdadera causa
de esta nueva crisis alimenticia? Aquí se encierra la verdad, con la cual se
puede encontrar una solución. Sin embargo, esa “verdad” arroja fundamentos que
no son muy lindos para los ortodoxos analistas del sistema, por eso ellos
prefieren hablar frente a las cámaras de “escasez de alimentos”, pese a que no
es el verdadero problema. “La presente crisis se da en un contexto de
abundancia de alimentos. La producción de comida se ha multiplicado por tres
desde los años `60, mientras que la población mundial tan sólo se ha duplicado
desde entonces. Por lo tanto, comida hay. No se trata de un problema de
producción, sino de un problema de acceso al alimento”, cuenta Esther Vivas,
militante y periodista española. Entonces, los alimentos hoy poseen el mismo
problema de la riqueza; se encuentran mal distribuidos. Al mismo tiempo que mil
millones de personas no tienen garantizado su plato de comida diario, unos
cientos cerdos capitalistas, especulan con los granos en las bolsas mundiales,
dejándolos presos de la oferta y la demanda.
Junto al toque de gracia que
obtuvo el capital especulativo, los precios de los alimentos alzaron vuelos.
Aquellos vivos, pillos, chupasangre… que hicieron “saltar la banca” por sus
vicios inmobiliarios y crediticios, y
que luego se vieron socorridos por los Estados serviles al capital volador (a
costa de ajustes sociales y privatizaciones), encontraron su nuevo negocio. La
plata de este salvataje inmediatamente necesitaba invertirse en algo que no
represente riesgo. De este modo, los grandes bancos, las transnacionales y los
fondos de alto riesgo eligieron a su nueva víctima para travestir su lucro: los
alimentos. El comandante en jefe de la revolución de los sueños (la cubana) por
más que les pese a muchos gusanos de afuera y a muchos gorilas nativos, nos
sigue ilustrando con sus discursos, y el pasado febrero se refirió al tema. Más
que nada, a la inversión financista en biocombustible, Fidel denunció: “Las
transnacionales han adquirido en un año (2008 - 2009) 40 millones de hectáreas
en Latino América… Están invirtiendo. No quieren tener el dinero en los bancos,
nadie quiere tener el dinero en los bancos”.
La “Petrodependencia” y la contradicción del Biocombustible
Un condimento que agudiza la suba
de los alimentos, es la dependencia de la agricultura moderna y de sus procesos
de producción, respecto del petróleo. Desde aquella “revolución verde” de los
años `60 cuando se eligió que el petróleo atraviese por completo la producción
de alimentos, ellos se convirtieron en “petrodependientes”. “El sistema
agrícola y alimentario actual, con alimentos que recorren miles de kilómetros
antes de llegar a nuestras mesas, con el uso intensivo de maquinaria agrícolas,
de químicos… no subsistirían sin el petróleo” agrega Esther Vivas.
Otro efecto que produjo el crack
financiero último, fue el aumento del barril de petróleo, situación tal que se
traspasó a los alimentos, dado, como ya dijimos, por su dependencia. El precio
del crudo batió récord en el 2008, llegando a más de los 140 dólares por
barril. Con la suba y el agotamiento de los pozos petroleros del imperio, los
alimentos vuelan por los aires.
En la última década, los países
más poderosos, para combatir el cambio climático y la escasez de petróleo en
sus aéreas dominadas, fueron encontrando nuevas fuentes de energías, hasta
llegar a los biocombustibles; como el biodiesel o el bioetanol, elaborados a
base de maíz, soja y azúcar, entre otros cultivos. Con el descubrimiento de este combustible
alternativo, una nueva contradicción sobre la mesa, y sobre todo en medio del
secuestro financiero de los alimentos. Una postura, es a favor de incentivar
esta industria para abaratar costo y proteger el ecosistema. Sin embargo, su
repuesta también trae argumentaciones para atender. En medio de esta crisis
alimenticia, algunos no comprenden la desviación de millones de toneladas de
granos para la elaboración de biocombustible. Fidel Castro reflexiona: “En los
Estados Unidos, donde se cosecharon 416.000.000 de toneladas de granos en
2009, 119.000.000 de toneladas se enviaron a las destilerías de etanol a
fin de producir combustible para los automóviles. Eso bastaría para alimentar a
350.000.000 de personas al año”.
Con esto, el desarrollo de la
industria de los biocombustibles, a algunos a países le ha ayudado a combatir
el efecto arrastre que provocó la suba del petróleo en las bolsas mundiales,
logrando así, más autonomía y amortiguando el impacto de la crisis
especuladora. El caso de Brasil es un ejemplo.
Nosotros en medio de todo esto
Es necesario empezar a pensar el
rol que ocupa en medio de todo esto nuestra región. Todos sabemos que la
naturaleza, por extensión y por biodiversidad, a Latinoamérica la ha dotado de
fertilidad, abundancia productiva etc. Quizás también, porque a estos pagos todavía el hombre no la ha
maltratado vorazmente como en otros puntos del planeta. Lo cierto, es que en el
ojo de la tormenta, nosotros jugamos un papel fundamental, hoy y mañana, a la
hora del abastecimiento de alimentos al mundo. La disputa está, en si dejaremos
que nos colonicen o si vamos a poder sumarle ese valor agregado (indispensable
para la Liberación
Nacional y Regional) al alimento para la exportación; y botar
esa práctica en la cual las grandes firmas agropecuarias lleguen al Sur para
sacar granos, quemar la tierra y dar trabajo en su países, gracias a los frutos
apropiados, y como esto dura poco, vendérnoslo nuevamente con una sobrevaluación
estrepitosa.
En esto hay una disputa de poder
bastante ardua. No solamente con las multinacionales, sino con sus lacayos
locales. La historia de la tierra en todo el Sur de nuestro continente, le ha
regalado gran parte del territorio a pocas familias que nunca han pensado
solidariamente, ni se han embarcado en un proyecto de independencia regional.
Luego con las mutaciones del capitalismo, los patrones agrícolas se supieron
amoldar a las peticiones de las grandes firmas agrícolas internacionales, en
pos de brindarles todas “nuestras” materias primas a su beneficio. El problema
de la distribución de la tierra, junto a las formas de procesos de cultivos
menos nocivos para el medio ambiente y los novedosos combustibles alternativos,
hoy nos presenta un acertijo inmediato. El siguiente paso, será liberar a los
alimentos del juego de la especulación para garantizarles el plato su comida a
toda la humanidad.