José Martí y la pedagogía
latinoamericana
A los viejos maestros.
A los nuevos compañeros.
Por
Carla Wainsztok
1. Los maestros de Martí
Para el
filósofo George Steiner es posible “distinguir tres escenarios principales o
estructuras de relación. Hay Maestros que han destruido a sus discípulos
psicológicamente y, en algunos raros casos, físicamente. Han quebrantado su
espíritu, han consumido sus esperanzas, se han aprovechado de su dependencia y
de su individualidad. El ámbito del alma tiene sus vampiros. Cono contrapunto,
ha habido discípulos, pupilos y aprendices que han tergiversado, traicionado y
destruido a sus Maestros (…) La tercera categoría es la del intercambio, el eros de la mutua confianza e incluso el
amor” (Steiner; 2005; 12)
Es en esta
última estructura donde podemos ubicar a Martí y sus maestros. El Apóstol de
Nuestra América, reconoce a dos maestros, a José de la Luz a quién no conoció
personalmente y, a Rafael Mendive. “Pero si José de la Luz fue leyenda, Mendive
constituyó el ejemplo cotidiano de un poeta y un maestro” (Nassif; 1999:1)
José de la Luz “había sido el maestro de
la generación anterior a Martí” (Nassif; 1999:1) y sobre este dirá el aprendiz
“Supo cuanto se sabía en su época, pero no para enseñar que lo sabía, sino para
transmitirlo. Sembró hombres” (Martí,
1888)
Aquí Martí
distingue entre enseñar y transmitir, la transmisión es pensada como la
posibilidad de compartir relatos, sueños, proyectos, no como una transmisión
mecánica, “bancaria”. Tiene que ver con los legados, las herencias. Pero no se
trata de recibir graciosamente la herencia sino apropiarnos, es decir hacer
propios esos relatos.
“En esa
relación se puso en juego una transmisión de la herencia, de la tradición, del
pasado cultural, pero esa transmisión no eliminó sino que incluyó el respeto
por la libertad de aquel que recibe una herencia de apropiarse de ella de una
manera propia y singular. Ese vínculo trasciende la historia de la enseñanza,
para permitirnos pensar en forma más amplia la relación entre generaciones, la
tensión entre transmisión y apropiación, y la relación entre tradición y
creación( Carli, 2004:40)
Además de
plantear el tema de la transmisión, Martí sostiene que un maestro siembra
hombres y en esta idea resuenan las palabras del sociólogo chileno quien afirma
“No se trata de formar hombres-funciones sino hombres- semillas capaces de
volver a nacer para estar presentes como sujetos erguidos y autónomos”
(Zemelman: 2007: 18)
En relación a
Mendive, Martí afirmaba Y ¿cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno
y nuevo que pudiera yo decir de aquel enamorado de la belleza, que la quería en
las letras como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre
verdades de su corazón o sobre penas de la patria? “(Martí, 1891)
Creemos que es
pertinente en la producción de las pedagogías latinoamericanas, escribir las
relaciones entre maestros y discípulos. En este sentido el eros pedagógico
entre Martí y Mendive nos recuerda a la relación de Bolívar y Rodríguez.
Bolívar y
Martí evocan con emoción las lecciones de sus maestros y esto nos convoca a
pensar nosotros en estas relaciones con nuestras/os maestras/os. ¿Qué nos
enseñaron? ¿Qué nos han legado? ¿Qué hemos recibido? En principio la alegría
del aprender y enseñar. Es que en este sentido que no hay docencia sin alegría,
sin esperanzas.
La docencia
nos convoca con el porvenir, por una parte intentamos formar pensando no sólo
en el hoy, en la inmediatez, sino que formamos más allá de lo visible, de lo
calculable, como aquel viajero que pudo vislumbrar la Tierra Prometida
pero no la pudo alcanzar.
2. Un maestro de Nuestra América Latina
El apóstol de
América nace en 1853 en Cuba y muere defendiendo la independencia de su
territorio en la batalla de Dos Ríos en 1895. “Martí fue maestro y profesor, en
el sentido ‘escolar’ de los términos, sólo por accidente, aunque sea preciso
aclarar que la estructura misma de su personalidad hacia que, en él lo
contigente expresara lo permanente (…) Martí estuvo en México hacia fines de
1876, para trasladarse a Guatemala donde fue profesor de literatura y
composición en la Escuela Normal
Central que dirigía su compatriota Izaguirre, y de literatura alemana,
francesa, inglesa e italiana en la universidad. No obstante su éxito en esta
experiencia docente, la más sistemática que pudo cumplir, en septiembre de 1878
regresó a La Haban,
donde obtuvo una autorización provisional para ejercer el profesorado en el
colegio de primera y segunda enseñanza de Hernández y Plasencia” (Nassif, 1999:
2)
Luego de una
conspiración a favor de la
Independencia de Cuba, fue encarcelado por segunda vez, para
posteriormente partir al exilio.”Venezuela lo recibe en 1881 y allí, a poco de
llegar, el Colegio de Santa María le encarga las clases de lengua y literatura
francesa” (Nassif, 1999: 2) En 1899 participa en “La liga de la instrucción” de
Nueva York y como profesor de español en la Central High School.
Respecto a La
liga de la Instrucción
escribió “‘La liga’ de Nueva York es una casa de educación y cariños, aunque
quién dice educar, ya dice querer. En ‘La Liga’ se reúnen, después de la fatiga de trabajo,
los que saben que sólo hay dicha verdadera en la amistad y en la cultura: los
que en sí sienten o ven por sí que el ser de un color o de otro no merma en el
hombre la aspiración sublime; los que no creen que ganar el pan en un oficio,
da al hombre menos derechos y obligaciones que los de quienes lo ganan en
cualquier otro (…) los hijos de las dos islas que, en el sigilo de la creación,
maduran el carácter nuevo por cuya justicia y práctica firme se ha de asegurar
la patria (…)los que de los libros no quieren conocer la mera letra pedantesca,
sino sacarles el espíritu con los fuegos o choques de la conversación, o
enseñar a los que saben menos, aprender de los que más se sabe” (Martí; 1892)
La liga “es el
hogar de las ideas que desde hace años pagan, del sacrificio de sus difíciles
salarios, unos cuantos obreros cubanos, obreros de color: de esos obreros
nuestros” (Martí,267)
3: Ideas Pedagógicas
Martí
distingue entre educación e instrucción. La educación se refiere al sentimiento
y la instrucción al pensamiento. Esta es en sí misma una definición clásica, la
instrucción es individual y tiene que ver con los conceptos y la educación es
colectiva y tiene que ver con los valores, pero Martí insiste para que haya
buena educación tiene que haber buena instrucción, puesto que “las cualidades
morales suben de precio cuando están realizadas por cualidades inteligentes”
(Martí; I 53)
Pero hay más
“El pueblo más felíz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la
instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo
instruído ama el trabajo y sabe sacar provecho de él”. (Martí; I 53)
Desde esta
definición se puede comprender en su totalidad estas otras enunciaciones
“educar es depositar en el hombre toda la obra humana que le ha antecedido (…)
es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente (…) ponerlo al nivel de su
tiempo (…) prepararlo para la vida (II; 507) en otra definición sostiene
“Educar es dar al hombre las llaves del mundo, que son la Independencia y el
amor, y prepararle las fuerzas para que lo recorra por sí, con el paso alegre
de los hombres naturales y libres ( Martí I; 1965)
Educar es
entonces hacer del hombre un hombre de su tiempo, libre y natural que se va
constituyendo con paso alegre a partir de la Independencia y el
amor y es el beneficiario de las obras humanas que le han antecedido.
La educación
entonces como una práctica esperanzadora, una promesa de formación para estar
acorde a los tiempos, pero aún más para constituirnos para el porvenir. La
pedagogía necesita de sueños futuristas que alimenten sus prácticas reales y
concretas. ¿Habitamos instituciones educativas que nos forjan en relación a
estos tiempos y para el futuro? Para nosotros y no por capricho sino por el
empeño y el esfuerzo de las voluntades populares, estos son tiempos
latinoamericanos y la formación no parece estar en sintonía con los mismos.
También
queremos problematizar todas las desigualdades en torno de ser los herederos de
las obras humanas que nos han antecedido. Afirma Martí “Al venir a la tierra
todo hombre tiene derecho a que se lo eduque” (Martí; I 53) Y en estas
desigualdades no queremos dejar de mencionar cuan poco conocemos de nuestras
pedagogías. ¿Se trata de un olvido involuntario o de una historia oficial y
oficiosa que aún no recupera otros relatos pedagógicos?
Bibliografía
Carli, Sandra (2004) Imágenes de una
transmisión: Lino Spilimbergo y Carlos Alonso en Frigerio y Duker (comps) La transmisión en las sociedades, las
instituciones y los sujetos. Buenos Aires. Noveduc
Martí, José (1953) Obras completas, La
Habana, Lex
Nasiff,
Ricardo (1999) José Martí, París.
Unesco
Steiner, George (2004) Lecciones de maestros, México, FCE
Zemelman, Hugo (2007) El ángel de la historia, Barcelona,
Anthropos