HÉROE DEL WHISKY
"Tiene metido hasta las cejas un triste papel
en un menú muy complicadode tony soirée.
Es lo que puede ofrecer, papeles tristes y sed
de boca floja (y perdón para su lengua)"
en un menú muy complicadode tony soirée.
Es lo que puede ofrecer, papeles tristes y sed
de boca floja (y perdón para su lengua)"
pabloperez@elpancholacoca.com.ar
3 de abril
Un golpe en la puerta. Del otro lado un soldado
espera la orden de pasar. Hace el saludo correspondiente y dice: “la plaza está
llena señor presidente”. Le encanta que lo llamen presidente. Esperó años por
serlo, se preparó con esmero y esfuerzo para esta tarea. Cursó en el mismo
colegio que la mayoría de los presidentes que lo antecedieron en el siglo XX,
el Colegio Militar de la Nación,
y ostentaba un pos título de la
Escuela de las Américas.
Hizo un gesto y el soldado se retiró del
despacho. Ahora él es el único habitante del despacho más grande de Balcarce
50. Ya sentado repasa las palabras que dirá a la multitud expectante mientras
su dedo índice juega con los hielos dentro de su vaso. Empina el codo y bebe
las últimas gotas. Mira el vaso vacío, sonríe y toma la botella para servir
otra medida. Doble o nada, le dice a nadie mientras intenta desesperado
humectar su seca garganta.
Se pone de pie y se dirige a lo que alguna vez
fue un gran ventanal y ahora duerme tapiado. Por una rendija espía la histórica
plaza y comprueba que el soldado no mentía, estaba llena de gente, hacía años
que no pasaba esto. Hay miles. Hay una multitud enarbolando banderitas patrias
y se oye el latir de los bombos. Nunca le gustaron las multitudes con bombos y
banderas pero esta vez hará una excepción. “Hoy ellos serán mi pueblo y yo su
general”, dice por lo bajo.
Otra vez la puerta. Permiso mi presidente, todo
está listo, le informan. Hace un gesto y mientras el soldado se retira putea el
apuro que se tiene últimamente para todo. “Soy presidente ahora que no vengan a
apurar, que me esperen un segundo más carajo, apenas un vaso más la puta madre.
Uno más y salgo”, grita a nadie. Bebe y ríe, con fuerzas. “Lujos de presidente
de esta manga de negros que hoy me van a vivar como a Perón!”
Ya en el balcón y frente a miles de argentinos
da un golpe al micrófono para asegurar su correcto funcionamiento y da comienzo
a la función.
"Hemos
recuperado salvaguardando el honor nacional, sin rencores, pero con la firmeza
que las circunstancias exigen, las Islas Australes que integran por legítimo
derecho el patrimonio nacional.
El
pueblo quiere saber de qué se trata, las circunstancias hacen que ejerza la Primera Magistratura
del país, como Presidente de la
Nación, representando a todos ustedes. Acá están
reunidos obreros, empresarios, intelectuales, todos los órdenes de la vida
nacional, en unión nacional en procura del bienestar del país y su dignidad.
Que sepa el mundo, América, que un pueblo con voluntad decidida como el Pueblo
Argentino: Si quieren venir que vengan les presentaremos batalla.
La
hidalguía del Pueblo Argentino en esta histórica Plaza de Mayo y en todas las
plazas del País, hacen tender la mano al adversario pero que esto no se
interprete como debilidad, si es necesario este Pueblo que yo trato de
interpretar como Presidente de la
Nación va a estar dispuesto a tender la mano en la paz con
hidalguía y en la paz con honor pero también dispuesto a escarmentar a quien se
atreva a tocar un metro cuadrado de territorio argentino"
4 de abril
La mesa de trabajo del despacho presidencial
está inundada de papeles, diarios, mapas y anotaciones. El Clarín está abierto en la
sección de Panorama Político en la nota titulada “El desembarco del consenso”. Apoyando sus manos sobre la mesa e
inclinado hacia el diario, el presidente lee con atención y repite en voz alta
los extractos que le resultan agradables al oído. “… el régimen de los militares argentinos, que venía vacío de consenso,
como ellos mismos lo aceptaban, vivió una semana en la que debió reprimir con
dureza inusual los repudios y gozó luego de la adhesión popular por haber
reconquistado las tierras irredentas del extremo austral del país. El gobierno
que se hallaba huérfano de adhesión había encontrado una razón de ser, con el
consiguiente fortalecimiento de la figura del presidente Galtieri”. “Qué
lindo que escribe el Solá este, qué bien que se dé cuenta”, piensa en voz alta,
muy alta, como si quisiera que lo escucharan fuera de su despacho.
Fotos de la plaza del día anterior pasan entre
sus manos. Cálculos de cantidades de personas traídos personalmente por el Jefe
de la Policía Federal,
más de cien mil afirman los cuentapersonas. Listas de personas que se habían
rendido a sus pies el día anterior, listas de enemigos de ayer que hoy se
rendían ante su gesta patriótica. “Hemos vencido” piensa, “he vencido” dice.
Sabe que su golpe al imperialismo inglés le permitirá seguir teniendo las urnas
bien guardadas.
Sirve el tercer vaso en lo que va del día,
cierra los ojos y recuerda las voces de ayer. Nunca pensó que esa turba reunida
coreara su nombre. Susurra repitiendo los cantos del día anterior y su sonrisa
es inmensa. “El que no salta es un inglés”
repite intentando recordar el ritmo y que su pie lo marque contra el parquet. “Lo´vamo´a reventar, lo´vamo´a reventar”. No
puede dejar de cantarlas bajito. Recuerda una más, pero le quita la sonrisa
mientras la repite, algo raro hay en esa canción, pero no sabe qué es. “Patria si, colonia no”. “No me gusta ni
mierda esa”, piensa.
16 de junio
“El
combate de Puerto Argentino ha finalizado. Nuestros soldados lucharon con
esfuerzo supremo por la dignidad de la nación. Los que cayeron están vivos para
siempre en el corazón y la historia grande de los argentinos.
No
tenemos sólo el bronce de las antiguas glorias, tenemos nuestros héroes,
hombres de carne y hueso del presente, nombres que serán esculpidos por las
generaciones venideras.
Los
pueblos solidarios de América Latina y todos aquellos capaces de olvidar sus
intereses ante el coraje y el sacrificio, también los guardarán en su memoria.
Pelearon
contra la incomprensión, el menosprecio y la soberbia. Enfrentaron con más
coraje que armamento la abrumadora superioridad de una potencia apoyada por la
tecnología militar de los Estados Unidos de
Norteamérica, sorprendentemente enemigos de la Argentina y su pueblo.
Combatieron
para desplazar de nuestro suelo el último vestigio de coloniaje, combatieron
por la misma esencia de nuestra identidad nacional y americana, combatieron por
las mismas causas que presidieron el nacimiento glorioso de nuestra patria.
Nuestra
Nación ha luchado por su integridad espiritual y material.”
Terminó su discurso y se retiro a su despacho.
Esta vez no hubo balcón, ni multitud, ni compañeros de armas, ni la junta, ni
la plaza, ni nada. Esta vez fue solo él, el presidente y un camarógrafo para la
cadena nacional.
La botella casi vacía de la noche anterior lo
atormenta frente a sus ojos. Malvinas está terminado, sabe que su gobierno
también. Sirve un vaso. Siente un golpe en la puerta.
……………
El 2 de abril de 1982 nuestro protagonista
ordenó improvisadamente la invasión de Malvinas buscando perpetuar el régimen
genocida implantado el 24 de marzo de 1976. Fueron los meses más importantes de
su vida y terminaron como nunca imaginó. “Si
bien una reacción británica me parecía posible, nunca llegamos a verla como una
posibilidad. Yo juzgaba escasamente posible una respuesta inglesa, y menos una
respuesta tan desproporcionada”, confesó años después. En un reportaje de
la revista Gente en conmemoración de la guerra Galtieri declaraba: “No me arrepiento de lo que hice”.
Malvinas dejaba como saldo 649 muertos -más de
400 de los cuales eran colimbas adolescentes-, un gobierno endeble y un país en
la calle nuevamente.
Galtieri fue enjuiciado por la justicia civil en
los juicios a la juntas y en la justicia militar luego de la derrota en
Malvinas. De este último juicio fue hallado culpable y como pena se ordenaba su
fusilamiento, que obviamente nunca se hizo efectivo. Fue privilegiado por Menem
con el Indulto aunque debió guardar
prisión domiciliaria hasta el día de su muerte en diciembre de 2003 por la
reapertura de las causas contra el Ejército en los juzgados nacionales e
internacionales.