La descolonización
pedagógica hoy
Por
Carla Wainsztok
El nuevo
escenario en América Latina nos permite recuperar el potencial que tienen las
tradiciones populares en la región. Por ello nuestra propuesta parte de
comprender el fenómeno de la doble explotación que se manifiesta en las
privaciones económicas y en la ausencia de relatos y nombres propios en tanto
seres sociales identificados. Se trata de una lucha hermenéutica por el
sentido, al tiempo que nombrar es apropiarse de los espacios y de las historias.
Actualmente, es posible percibir en nuestro país ciertos cambios de nombres en
determinadas instituciones pero donde la batalla es incipiente. Nuestro trabajo
no sólo es un diagnóstico o análisis (respecto de la colonización) sino que,
principalmente, pretende aportar las luchas por la recuperación de los
símbolos, de los nombres y de las historias (lo que llamamos la
descolonización). Sabiendo, incluso, que la descolonización es un hecho
individual y colectivo, donde confluyen saberes y conocimientos teóricos y
prácticos. En este sentido, la tarea de la descolonización puede bien
realizarse potencialmente en la escritura de textos, en la acuñación de
discursos, en la propagación de relatos originales, en la construcción de
nuevas aulas, en los barrios, en los movimientos sociales.
Es preciso
mencionar que nuestra perspectiva parte de aquellos relatos negados por las
clases dominantes. Pensar en nacional o desde América Latina no es un problema
geográfico sino político. En nuestro país, no hace mucho tiempo, hubo sujetos
que invocaron la patria para defender sus intereses particulares. Pensar en
nacional o desde América Latina es recuperar los relatos silenciados por la
historia oficial u oficiosa.
Para ello nos
proponemos comenzar por los antecedentes de esta descolonización. Sus huellas
pueden vislumbrarse en los proyectos de la primera emancipación. Nos referimos
a los proyectos políticos de Moreno, San Martín, Artigas, Bolívar y,
principalmente, Rodríguez. El maestro de Bolívar, denuncia la colonización
económica y pedagógica en lo que él denomina la traficomanía, la colonmanía y
la cultomanía.
No es
caprichoso remontarse a los años de estos primeros intentos independentistas,
ni se trata sólo de un acontecimiento cronológico –dado por la cercanía del
Bicentenario-. Percibimos que la magnitud de las transformaciones que hoy
ocurren en Nuestra América plantea desafíos similares a la etapa de las luchas
por las independencias latinoamericanas.
Tampoco
podemos dejar de mencionar que en dichos proyectos los ideales de la Ilustración estuvieron
presentes, pero la
Ilustración no significó lo mismo en Europa que en América.
La idea de ciudadanía es ampliada e inclusiva en las obras Moreno, Belgrano,
San Martín, Bolívar, Rodríguez y Artigas. Por ello, parte de nuestra
investigación consistirá en dedicar una lectura crítica preferencial al texto El Emilio, de Rousseau. Sólo para
comenzar diremos que Emilio debe ser
rico, huérfano e idóneo. Ideales emparentados con el mundo de la burguesía en
ascenso. La orfandad en relación al mundo medieval. Con esto no negamos los
valores de la Modernidad,
simplemente nos preguntamos por lo que significaron en Nuestro Continente.
Más allá de
los antecedentes, nuestra intención es centrarnos en el análisis de las obras
de Saúl Taborda, Carlos Astrada, Arturo Jauretche y Gunnar Olsson (integrante
de las Cátedras Nacionales). En todos ellos pueden percibirse un hilo conductor
y es la imputación a la
Generación del ´80 como generación desertora. Ellos van a
proponer a su manera (mitos de origen, falsificación de la historia,
comunalismo, revolución anticolonial) y en distintos momentos históricos,
construir un nuevo relato que confronte con la narración construida por
aquellos que se nombraron como Generación del ´80 y que construyeron las
generaciones de Mayo y del ´37. Finalmente, esta idea sobre las fundaciones y
los fundadores nos remite a un aspecto central de la colonización pedagógica:
la narración sobre la dicotomía civilización- barbarie. Continuará.