La pulpería del Siglo XXI
Por Leonardo Durbano
De a uno van a llegando. Nadie los citó, nadie les toma lista; pero
nadie falta. Cuando empieza a oscurecer, todos los lunes sin pedir permiso
salvo unas buenas noches, se congregan
los más devotos fieles. Siempre en el mismo lugar, llamémoslos: “los
fundamentalistas de la redonda”.
El almacén (ya templo clandestino del fútbol) escenario de cargadas y
gambetas, está atendido por su dueño que
porta siempre camisetas con alusión a la
academia. No cabe otra opción, cuesta imaginarlo al muchacho hablando de cine
surrealista iraní mientras corta 100 gs de mortadela. Otra de las cosas buenas
del boliche, es que mientras el tipo corta algún tipo de fiambre o queso,
siempre hace la degustación con los presentes; sin dudas este templo es muy
particular. Sus fieles concurrentes son de lo más representativos de las clases
sociales: uno luce siempre traje con la corbata en el bolsillo, otro mameluco engrasado, y el arca varía hasta el
pibe con la remera de los Ramones, que se lo escucha llegar con la motito; que
es ruidosa como la banda newyorkina. También el viejo que tiene puesto el
pijama combinado con medias y ojotas. Nadie conoce bien el nombre del otro,
solamente el cuadro que defiende cada uno, con eso alcanza y sobra.
Lo bueno que todavía mantiene el balompié, es que no hay distinción de
clases para opinar, y ahora con el “Fútbol
para Todos”, menos aún. Todos pueden ver los errores y aciertos de los
contrarios, sin pagar la cuota al monopolio que antes capitalizaba las imágenes
de los partidos para su lucro propio. Entonces las conversaciones son más
ricas, el folklore del gaste está latente, sin malicias. Además en los últimos
torneos se abrió el abanico de candidatos al título, terminó la supremacía
de River y Boca. Salió campeón Lanús,
Banfield, Argentinos, Estudiantes y Vélez. Tigre fue subcampeón dos veces, y
faltó poco para que los amantes del buen trato de pelota, enloquecieran con el
campeonato que le curraron a Huracán en el 2009. De todas maneras, como dijo el
viejo del pijama, dentro de 20 años todavía se van a recordar de memoria a los
once atorrantes de Cappa, porque no siempre la historia la escriben los que
ganan. Cabe destacar, como dice la leyenda, que Ángel levantó un entrenamiento
del Globo, y los llevó a los muchachos a la ex ESMA para explicarles las
atrocidades que se cometieron en ese lugar en los 70. Estas deliciosas
anécdotas las saben pocos. Pero en el almacén se sabe todo, siempre hay un
amigo de un amigo de espía en las prácticas que trae las primicias; y si no se
sabe se inventa, para no quedar mal.
En esta pulpería del 2000 los lunes hay polémicas, la pelota siempre
está bajo los tres palos, olor a gol, los parroquianos discuten, se ríen, se enojan,
la pasión irracional está en hervor. En décadas pasadas ser de un club chico
era bailar lento con una tía gorda. Hoy es distinto. Los chicos se animan,
faltan el respeto en la
Bombonera, en el Monumental, le mojan la oreja a los medios
deportivos que pierden ventas, a ellos no les sirve que Godoy Cruz esté
peleando el campeonato. Esto en Europa no se consigue, el Manchester City
vuelve a salir campeón, lo mismo que el galáctico Barcelona de la mano del
ídolo de playstation. Acá hay un tal Stracqualursi de Tigre que la mete de
todos lados, pero nadie le hace notas…
Salió campeón Vélez, esta vez en buena ley. Sin embargo, faltando sólo tres fechas para que termine el
campeonato, había siete equipos con menos de cinco puntos de diferencia, cabeza
a cabeza, riñendo por ser campeón. Parece que la distribución de la riqueza… perdón
distribución de los campeonatos llegó al fútbol.
-¿Tendrá que ver que el torneo se
llama Néstor Kirchner?- tiró el viejo del pijama y todos sonrieron-
-Che, me zarpé. Me están esperando con el
queso para los fideos, después la seguimos- acordándome de mi mujer y del
gordito.
De a uno se retiraron. En esos
días, faltaba poco para saber quién salía campeón. Hubo apuestas de picadas y
asados, parece que había un vento para apostar. No se crean que el timbero sólo
fue el del traje caro, también apostó el del mameluco, el pibe del delivery y
el viejo jubilado del pijama.
-Parece ser que de a poco la
distribución de los campeonatos llegó al barrio... perdón la distribución de la
riqueza- tiró el almacenero mientras
bajaba la persiana.