Apestados Unidos
Siempre
los números redondos sirven para recordar más profundamente algunos sucesos: se
cumplieron ahora 10 años de los atentados al World Trade Center y al pentágono,
cuestión que no pasó desapercibida. Homenajes y actos conmemorativos en varios
países del mundo, interminables especiales en televisión y diario; los
consabidos anuncios de posibles atentados en las fechas cercanas y en algunos
de los países que participaron de la “guerra contra el terror”. Todo montado
sobre, cuanto menos, una situación dudosa. ¿Sabía el gobierno de los EE.UU. que
se planeaban esos atentandos en esos lugares en esos momentos? O incluso: ¿No
los planearon ellos mismos? ¿Fueron
atentados, o autoatentados?
Hay una serie de teorías bastante bien
fundamentadas sobre la falsedad de los dichos atentados. En conjunto, se ha
dado en llamarlas “Teorías de la conspiración del 11 S”. Esta información puede
rastrearse fácilmente en en internet. Hay varios sitios que se dedican a
difundir esta información. Hay un documental que se ha hecho bastante famoso
por mostrar estos hechos: “Zeitgeist”. Recientemente Juan Gelman ha escrito
sobre estas cosas el domingo 18 de septiembre en la contratapa del Página 12.
(“¿Sabían? Pues sí.”) Los argumentos más fuertes son los que se centran en la
destrucción de los edificios del World Trade Center y el ataque al Pentágono.
Afirman que el impacto de un avión Boeing 767 y el posterior incendio de su
combustible y sus materiales no podrían nunca causar el derrumbe de las torres.
Esto se complementa con el hecho de que los edificios cayeron siempre sobre sí
mismos prácticamente a una velocidad de caída libre, sin causar daños a los
edificios vecinos. Esto se logra solamente, arguyen, mediante un derrumbe
controlado, una implosión. Otro factor es que encontraron evidencias de que se
usó Termita, un material que corta los hierros de las estructuras por acción
del calor. Este corte se hace normalmente en un ángulo de 45°, como exactamente
estaban las vigas de la parte central de las torres, algo que difícilmente
sucedería en una explosión descontrolada.
Otra arista de las teorías de las
conspiraciones ronda sobre qué hizo el sistema de seguridad aérea de los EE.
UU. para impedir los ataques. No explicaré este sistema profundamente, pero lo
básico es que puede percatarse muy rápidamente si algún avión se desvía de su
recorrido habitual e interceptarlo en menos de 10 minutos enviando un
cazabombardero a controlarlo. Sin embargo, el 11 S hubo 5 aviones desviados a
los que nunca se mandó a cazar. El que supuestamente estalló contra el
pentágono viajó fuera de su rumbo normal durante 40 minutos.
Otro dato importante es el del derrumbe del
edificio n° 7 del WTC, un rascacielos de 47 pisos que cayó por completo en 7
segundos, sin haber sido golpeado por ningún avión y sufriendo nada más algunos
incendios controlables.
Otros datos como las relaciones entre la
familia Bush y la familia Bin Laden, tongos con empresas internacionales de
seguridad que multiplicaron sus ganancias en los tiempos posteriores, o una
repentina caída de las inversiones en la bolsa en los días previos (cuyo
análisis mostraba que quienes más habían desinvertido era gente de la CIA), o el hecho de que ya
hayan hecho algo similar con el ataque a Pearl Harbour, indican que es muy
probable que se haya tratado de un autoatentado. Además: ¿Quién duda de que son
capaces de hacer cosas que ni el más vil de los demonios haría con tal de
aumentar su poder en el mundo?
Es muy difícil organizar tanta información
sobre la falsedad de estos atentados; sin embargo algo queda bastante claro:
los ataques fueron realizados por gente funcional al gobierno de los Estados
Unidos y sirvió como excusa para instaurar un terrorismo de estado que perdura hasta
el momento: control absoluto de la vida de los ciudadanos, presos políticos sin
pruebas, torturas, asesinatos fuera de toda ley (y para peor, mostrados con
total morbosidad por todas las cadenas de televisión del mundo), la amenaza de
estar “con nosotros o con los terroristas”, la manipulación absoluta de
conceptos tan caros a la humanidad como libertad,
democracia.
Hoy día vemos sin embargo como parece que,
al igual que aquellos edificios que cayeron sobre sí mismos, el gran buitre del
norte se derrumba sobre sí mismo: sus propias políticas de guerra, la libertad
exagerada dada al capital financiero internacional, la ética de un pueblo
fundamentalmente superficial y consumidor lo están arrastrando a la crisis más
grande que hayan vivido en sus más de doscientos años de historia: un 9 % de la
población desocupada (46 millones de personas, hablando en concreto), una deuda
externa superior a su PBI, medio continente americano dándole la espalda, 120
países aceptando la creación del Estado Palestino mientras ellos se niegan para
no perder la estratégica base militar que se crearon en 1947 y con la que han
llevado al pueblo judío a convertirse en lo que ellos odiaban.
Sin embargo no es tan simple que caigan.
Son el centro virtual de la economía mundial, tienen la fábrica de hacer
billetes verdes y el ejército más poderoso que se haya visto en la historia de
la humanidad. A nosotros nos toca seguir luchando acá, evitando que manejen
nuestro destino, informando para que NUNCA MÁS se metan en nuestras instituciones
y para que se vayan de una vez de los lugares de los que no se han ido todavía.