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El otro 11 de septiembre

Maria Eugenia Asato
eugeniaasato@elpancholacoca.com.ar

¿Por qué olvidamos nuestra historia? Quizás porque haya cosas que queremos borrar o porque no nos interesa. O quizás por ambos motivos. Pero están los hechos del pasado, gritando para ser escuchados. Porque nos quieren decir algo al oído, algo importante, algo personal.
¿Qué nos querrá decir el 11 de septiembre chileno? ¿Qué nos querrá decir como latinoamericanos?¿qué le querrá decir a Nuestra América?
Escucho un susurro. Algo nos está diciendo ese 11 de septiembre de 1973 desde Chile. Oigo las voces de un chileno llamado Salvador Allende, que dice en su último discurso: “Seguramente esta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.” Allende retoma la palabra y se dirige al pueblo tras el bombardeo que me lleva a pensar en una situación de desesperación en la cual uno no sabe hacia dónde correr.            “Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron... soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha auto designado, más el señor Mendoza, general rastrero... que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.” Éste es el deseo de Allende, que la Sociedad los condene.     
“Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.” Allende se expresa firme, con la convicción de entregar hasta su vida por el pueblo.
“Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.” ¿Será así? ¿El crimen y la fuerza no detienen a los procesos sociales? Lo que sí creo es que la historia tiene otro sentido, de verdadera emancipación, cuando la realizan los pueblos.                                “Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.” Allende agradece la confianza, ese valor perdido en nuestros días. Dice que debemos aprender de la historia. Que las Fuerzas Armadas chilenas tuvieron connivencia con el Imperialismo.
“Me dirijo sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los Colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos... porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará.” Se dirige a todos: al pueblo y a los que traicionaron al pueblo, a los cuales  la historia  juzgará.
“Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores.” Como un padre que se va, recuerda que siempre va a estar con el pueblo chileno, y que firme a sus convicciones fue leal al pueblo.
“El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.” Dice que el pueblo se defienda y no se humille. Esta es la lucha para que el pueblo sea digno, para que no se deje oprimir.                                                                                                                     “Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición, pretende imponerse. Sigan ustedes, sabiendo, que mucho más temprano que tarde, de nuevo, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”. Allende tiene fe, dicen que la fe mueve montañas. Fe en que se superaran los momentos grises en el camino hacia el hombre libre, hacia una sociedad mejor.
“Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza, de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.”  La vida de un hombre con ideales tan grandes nunca puede ser en vano, un hombre que confía en su pueblo y en que todo llega, todo vuelve.
Ahora bien, ¿quién fue este hombre? Nieto de quien fundara la primera escuela laica en Chile, militó en los sectores estudiantiles que militaban por la Reforma. Médico que supo amar la vida y saber cuáles son las causas de la muerte. Si un buen revolucionario debe estar guiado por ideales de amor: Allende era uno de ellos. Coherente. Cuando estudiaba, tuvo la influencia de un viejo zapatero anarquista. Creyente de los fundamentos esenciales del materialismo histórico, pero para él, el marxismo no era una receta para hacer revoluciones, sino que era un método para interpretar la historia. Buscó la unidad de los partidos de la clase obrera con los partidos de la pequeña burguesía.  Creía fervientemente en el diálogo con el pueblo, y organizó comités de la Unidad Popular en fábricas, en cuarteles, en la calle. Supo ser un sembrador que espera lenta pero persistentemente por la cosecha. Luchó contra la explotación por parte del capital privado norteamericano y por la integración de los países latinoamericanos. Tenía una concepción de hombre humanizado, un hombre fraterno y no el que vive de la explotación de los otros. Quería la independencia económica y política de Chile. Y, le gustaba ser para el pueblo “el compañero Allende”.
Ahora, ¿cómo fue el gobierno de la Unidad Popular? El 4 de septiembre de 1970, el socialista Salvador Allende gana con un ajustado triunfo. Contó con poco apoyo interno y con la oposición de EEUU. Sin embargo, la Unidad Popular llevó a cabo un programa de reformas estructurales. Ésta era la “vía chilena al Socialismo” dentro de la legalidad. En ese momento existía una tendencia monopólica tanto en la industria como en el campo. Y, en la minería, la producción de cobre seguía controlada por las compañías norteamericanas. Había una desigual distribución del ingreso. Los cambios estructurales asumidos por la Unidad Popular fueron la Reforma Agraria, la estatización del cobre y el impulso de la industria. Allende intensificó el proceso de expropiación. Se aumentó la sindicalización campesina. Por aprobación del Parlamento, el Estado chileno pasaba a ser dueño absoluto de la GMC, anteriormente compañías estadounidenses. La reacción norteamericana no se hizo esperar, por lo que se le denegó ayuda económica a Chile. Pese a todos los obstáculos, la nacionalización del cobre no se detuvo, era parte fundamental del “avanzar sin transar”. Con respecto a las industrias la Unidad Popular distinguió tres áreas de propiedad: la privada; la mixta con participación conjunta del sector privado y del Estado; y el Área de Propiedad Social (APS) conformadas por empresas manufactureras intervenidas por el Estado. El APS era una forma de transitar hacia la Socialización de los medios de producción. En la industria, ámbito en el que no contaba con apoyo parlamentario, intervino empresas con dificultades. También se avanzó hacia la estatización de la Banca privada. Al finalizar el año 1971, el control estatal sobre el sistema bancario era casi total. Se expandió el gasto fiscal y se controló los precios de los productos y de los servicios públicos. Pero en 1971 un déficit en la Balanza comercial llevó a la caída el precio del cobre, provocando desabastecimiento y avivando el mercado negro. La inflación de disparó a un 260,5% en 1971 y en 1973 a un 605,1%. Hubo acciones desestabilizadoras proderechistas  y EEUU. Pero internamente se había “avanzado sin tranzar”, lesionando fuertes intereses económicos y sin tener el respaldo político necesario para ello. Por eso el golpe del 11 de Septiembre de 1973 no sorprendió. Lo que sí asombró fue que haya sido tan cruento  y que la Dictadura se prolongara por tanto tiempo (diecisiete años).
Se esperaba que instalada la Junta Militar de Pinochet, se entregara prontamente el poder a los civiles. Pero no fue así, y el Congreso Nacional fue clausurado. La propuesta económica fue reducir al máximo la participación Estatal. La propuesta de los “Chicago´s boys”  postulaba el camino del crecimiento económico sustentado en la empresa privada, como la vía para alcanzar el desarrollo. Errázuriz fue el principal mentor político de la Dictadura. Los Chicago´s boys  aplastaron al sindicalismo. El modelo neoliberal en Chile fue implementado a partir de 1974. Fue una contrarrevolución. Había que eliminar el déficit fiscal y liberar los mercados internos y externos. Se quería implementar un Estado subsidiario. El achicamiento del Estado se materializó en la disminución de las empresas públicas. Desde ya, se eliminó el APS. Hubo más desocupación, se flexibilizó el mercado laboral, se suspendieron los sindicatos. En definitiva, se privilegió al empresario. La tasa anual de crecimiento económico aumentó, la inflación disminuyó y aumentaron las exportaciones. Pero ¿a costa de qué? Del hambre y la muerte. Así también aumentó la pobreza y la indigencia, la desocupación, la inseguridad en el empleo y la profunda desigualdad en el ingreso. En 1982 aumentó la Deuda externa y se recurrió a la devaluación monetaria. Sin embargo, Chile se recuperó de la crisis con Ajuste, de acuerdo a las normas dictadas por el FMI, el BM y el BID. A partir de 1986, se acentuó el modelo neoliberal con el proceso de privatizaciones.
Quizás, para comprender la dictadura chilena, hay que saber sobrada Economía. En la actualidad, al escuchar a ciertos economistas, pareciera que la Economía es un mundo indescifrable. Sin embargo, buceando en ella, tiene su lógica y no hay nadie que “no le de la cabeza” para seguir esa lógica. Al leer acerca de la Dictadura chilena, pareciera que hay características que son figurita repetida con nuestro país. Pero ¿a costa de qué?. Del terror y la muerte. La Dictadura se llevó muchas vidas, vidas valiosas como las de todos, que quizás hubieran torcido el destino de Nuestra América querida. Éste es un aporte para pensar el otro 11 de Septiembre, el chileno, el que fue poco tratado por los medios.
Las voces del pasado de nuestro país vecino nos hablan, nos dicen cosas acerca de ese día, cosas que esperemos no olvidemos jamás.

Fuentes:     
              “Allende por Allende” en Archivos Salvador Allende
         Mazzei De Grazia, Lenardo: “Chile: Del Estado desarrollista y empresario a la revolución neoliberal. Una síntesis. ” en Calidoscopio latinoamericano, coordinador Waldo Ansaldi.



Apestados Unidos

Por Mauricio José Amiel
mauricioamiel@elpancholacoca.com

  Siempre los números redondos sirven para recordar más profundamente algunos sucesos: se cumplieron ahora 10 años de los atentados al World Trade Center y al pentágono, cuestión que no pasó desapercibida. Homenajes y actos conmemorativos en varios países del mundo, interminables especiales en televisión y diario; los consabidos anuncios de posibles atentados en las fechas cercanas y en algunos de los países que participaron de la “guerra contra el terror”. Todo montado sobre, cuanto menos, una situación dudosa. ¿Sabía el gobierno de los EE.UU. que se planeaban esos atentandos en esos lugares en esos momentos? O incluso: ¿No los planearon ellos mismos?  ¿Fueron atentados, o autoatentados?
Hay una serie de teorías bastante bien fundamentadas sobre la falsedad de los dichos atentados. En conjunto, se ha dado en llamarlas “Teorías de la conspiración del 11 S”. Esta información puede rastrearse fácilmente en en internet. Hay varios sitios que se dedican a difundir esta información. Hay un documental que se ha hecho bastante famoso por mostrar estos hechos: “Zeitgeist”. Recientemente Juan Gelman ha escrito sobre estas cosas el domingo 18 de septiembre en la contratapa del Página 12. (“¿Sabían? Pues sí.”) Los argumentos más fuertes son los que se centran en la destrucción de los edificios del World Trade Center y el ataque al Pentágono. Afirman que el impacto de un avión Boeing 767 y el posterior incendio de su combustible y sus materiales no podrían nunca causar el derrumbe de las torres. Esto se complementa con el hecho de que los edificios cayeron siempre sobre sí mismos prácticamente a una velocidad de caída libre, sin causar daños a los edificios vecinos. Esto se logra solamente, arguyen, mediante un derrumbe controlado, una implosión. Otro factor es que encontraron evidencias de que se usó Termita, un material que corta los hierros de las estructuras por acción del calor. Este corte se hace normalmente en un ángulo de 45°, como exactamente estaban las vigas de la parte central de las torres, algo que difícilmente sucedería en una explosión descontrolada.
Otra arista de las teorías de las conspiraciones ronda sobre qué hizo el sistema de seguridad aérea de los EE. UU. para impedir los ataques. No explicaré este sistema profundamente, pero lo básico es que puede percatarse muy rápidamente si algún avión se desvía de su recorrido habitual e interceptarlo en menos de 10 minutos enviando un cazabombardero a controlarlo. Sin embargo, el 11 S hubo 5 aviones desviados a los que nunca se mandó a cazar. El que supuestamente estalló contra el pentágono viajó fuera de su rumbo normal durante 40 minutos.
Otro dato importante es el del derrumbe del edificio n° 7 del WTC, un rascacielos de 47 pisos que cayó por completo en 7 segundos, sin haber sido golpeado por ningún avión y sufriendo nada más algunos incendios controlables.
Otros datos como las relaciones entre la familia Bush y la familia Bin Laden, tongos con empresas internacionales de seguridad que multiplicaron sus ganancias en los tiempos posteriores, o una repentina caída de las inversiones en la bolsa en los días previos (cuyo análisis mostraba que quienes más habían desinvertido era gente de la CIA), o el hecho de que ya hayan hecho algo similar con el ataque a Pearl Harbour, indican que es muy probable que se haya tratado de un autoatentado. Además: ¿Quién duda de que son capaces de hacer cosas que ni el más vil de los demonios haría con tal de aumentar su poder en el mundo?
Es muy difícil organizar tanta información sobre la falsedad de estos atentados; sin embargo algo queda bastante claro: los ataques fueron realizados por gente funcional al gobierno de los Estados Unidos y sirvió como excusa para instaurar un terrorismo de estado que perdura hasta el momento: control absoluto de la vida de los ciudadanos, presos políticos sin pruebas, torturas, asesinatos fuera de toda ley (y para peor, mostrados con total morbosidad por todas las cadenas de televisión del mundo), la amenaza de estar “con nosotros o con los terroristas”, la manipulación absoluta de conceptos tan caros a la humanidad como libertad, democracia.
Hoy día vemos sin embargo como parece que, al igual que aquellos edificios que cayeron sobre sí mismos, el gran buitre del norte se derrumba sobre sí mismo: sus propias políticas de guerra, la libertad exagerada dada al capital financiero internacional, la ética de un pueblo fundamentalmente superficial y consumidor lo están arrastrando a la crisis más grande que hayan vivido en sus más de doscientos años de historia: un 9 % de la población desocupada (46 millones de personas, hablando en concreto), una deuda externa superior a su PBI, medio continente americano dándole la espalda, 120 países aceptando la creación del Estado Palestino mientras ellos se niegan para no perder la estratégica base militar que se crearon en 1947 y con la que han llevado al pueblo judío a convertirse en lo que ellos odiaban.
Sin embargo no es tan simple que caigan. Son el centro virtual de la economía mundial, tienen la fábrica de hacer billetes verdes y el ejército más poderoso que se haya visto en la historia de la humanidad. A nosotros nos toca seguir luchando acá, evitando que manejen nuestro destino, informando para que NUNCA MÁS se metan en nuestras instituciones y para que se vayan de una vez de los lugares de los que no se han ido todavía.