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TEORÍA DE LA DEPENDENCIA:
cuatro décadas de vigencia

Por Alejandro Zarate

Hace 40 años en América Latina surgía una teoría económica y sociológica que intentó explicar el Sur desde el Sur. La Teoría de la Dependencia, que contó entre sus impulsores a intelectuales como Raúl Prebisch, Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, es un hito de la vida intelectual y política de la región, y merece una breve retrospectiva.

Modernización, Imperialismo, Dependencia

El problema central que trata la Teoría de la Dependencia es el desarrollo: ¿Por qué algunos países tienen economías más desarrolladas que otros? En otros términos, ¿cuál es la causa del subdesarrollo?
A mediados del siglo XX, el marco teórico dominante para entender el subdesarrollo era la Teoría de la Modernización. Él sostenía que las economías subdesarrolladas estaban simplemente "atrasadas" en su desarrollo. La solución propuesta a este problema, entonces, era acelerar su desarrollo "natural" para que siguiendo un camino lineal, predecible e idéntico para todos "alcanzaran" a las economías más "avanzadas".
Por izquierda, la explicación del subdesarrollo estaba dado por la lógica del imperialismo capitalista: la desigualdad en el desarrollo estaba según este enfoque determinada por las presiones externas que incidían en las burguesías nacionales de los países subdesarrollados. Desde la óptica marxista, la estructura económica (en el siglo XX, el capitalismo) es el último determinante de todo producto social, y la relación entre el centro y la periferia reproduce la relación antagónica entre la burguesía y el proletariado dentro de cada Estado. Resulta también un enfoque determinista, dado que desde esta postura es imposible escapar a la lógica de la explotación de la periferia por el centro. La política local, desde este punto de vista, está absolutamente supeditada a las variables internacionales, sin margen de acción propio.
La Teoría de la Dependencia quiebra con ambas tradiciones. En vez de asumir que el problema es de atraso o falta de desarrollo, postula la idea de que en realidad el desarrollo de las economías periféricas está direccionado a satisfacer las necesidades de los países centrales (específicamente a  través de la producción de materia prima) y no hacia un desarrollo autónomo que algún día "alcanzará" a las economías del Primer Mundo. Nada explica mejor esta relación que la lapidaria sentencia de Eduardo Galeano que da comienzo a “Las Venas Abiertas de América Latina”: "La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder".

El deterioro de los términos del intercambio

¿Y por qué unos se especializarían en ganar y otros en perder? Una de las bases teóricas de la Teoría de la Dependencia es este postulado del economista argentino Raúl Prebisch: “con el tiempo, el precio de las materias primas tiende a disminuir en relación al precio de los productos industrializados de mayor valor agregado. Esto se traduce en que una economía enfocada principalmente a la producción de bienes primarios tenderá a perder capacidad de importar manufacturas, produciéndose de esta manera un empobrecimiento general de la economía sostenido en el tiempo”.  
Ahora, a diferencia de las anteriores teorías del desarrollo, la Teoría de la Dependencia no considera a estos principios parte de un orden natural inmutable y determinista. Por el contrario, ofreció a los populismos latinoamericanos de mediados del siglo XX, un programa para revertir esta situación desde las mismas sociedades que sufrían el subdesarrollo: la Industrialización Sustitutiva de Importaciones.

Industrialización Sustitutiva de Importaciones

Lejos de ser una escuela puramente teórica, la Teoría de la Dependencia fue el sustento de políticas económicas aplicadas por los gobiernos "populistas" de América Latina durante la segunda mitad del siglo XX, principalmente la Industrialización Sustitutiva de Importaciones. Se trató de una serie de medidas para desarrollar las industrias nacionales de los países latinoamericanos con un fuerte apoyo del Estado.
Si bien la aplicación del modelo no fue uniforme, algunas medidas son arquetípicas del proceso: restricciones aduaneras a la importación, subsidios a la industria, integración vertical de la producción (o sea, la industrialización de los productos primarios que antes eran exportados por el país). De esta manera se produjo el mayor proceso de industrialización de la región, algo fundamental para la época no sólo en términos económicos sino también políticos: ante la posibilidad de un recalentamiento de la Guerra Fría, los líderes latinoamericanos consideraron de importancia estratégica la creación de una industria Nacional.

Presente y Futuro

¿Y qué vigencia tiene hoy la teoría de la dependencia? Para determinar esto, tenemos que mirar la realidad de cerca. En primer lugar, en la última década el boom de los commodities (el famoso "viento de cola" que utiliza la oposición argentina de derecha como única explicación del crecimiento económico de los últimos años) pone en jaque el supuesto del deterioro de los términos del intercambio: con un barril de petróleo que escaló de las cercanías de los 25 dólares en 2003 a poco más de 80 hoy (con un pico de cerca de 150 en 2008), la tonelada de soja en 500 dólares, y subas comparables en minerales, metales y cultivos, afirmar que los precios de materias primas aumentan más, lentamente que las manufacturas.
En segundo lugar, la industria perdió el rol central que alguna vez tuvo en las economías del mundo. Los "tigres del sudeste asiático" que fueron marcados por el neoliberalismo de la década de 1990, como el ejemplo a seguir por los países periféricos, hoy mantienen su rol subalterno pese a su industrialización. O sea, se puede ser a la vez un país industrializado y periférico. En la era post-industrial, el rol central sigue estando en las potencias del primer mundo, que ahora usan a las industrias periféricas para abaratar sus costos de producción y exportan conocimiento y capital simbólico. ¿O alguien sospecha que en la relación entre Apple y las ignotas industrias chinas, que fabrican sus productos, estos últimos son el lado dominante? Y lo mismo podría decirse de Adidas en Vietnam, Nikon en Tailandia, Nike en Indonesia, Nokia en Mexico...
Pero entonces, si hoy la capacidad de producción industrial es un commodity más y la centralidad en la economía mundial surge de la exportación de bienes intangibles, es pensable reformular las tesis de la Teoría de la Dependencia en esos términos: las economías del sur siguen especializándose en satisfacer las necesidades de los países centrales, que ahora también incluyen la producción industrial con mano de obra barata. La dinámica sigue siendo muy similar.

Cerrando

Más allá del debate sobre la vigencia de la Teoría de la Dependencia, es innegable que es un hito en la historia de las Ciencias Sociales (y la política, por supuesto) de América Latina. Es, fundamentalmente, un enfoque teórico que permite pensar el Sur desde el Sur, un desarrollo original para entender nuestras propias sociedades no desde la lente del primer mundo, sino desde nuestra propia lógica.