"Sarmiento y la construcción del 'ser argentino" por Mara Espasande AYER NOMÁS Nº11, septiembre 2011


 Sarmiento y la construcción del "ser argentino"

Por Mara Espasande

En la formación del pueblo argentino y la construcción de la mirada sobre sí mismo ha tenido un lugar privilegiado la escuela. ¿Cómo cuestionar aquello que se presenta en el templo del saber?  Desde niños la escuela va moldeando las formas de pensamiento de los alumnos y junto a los temas que se enseñan, se transmite una imagen del mundo, de la realidad y de nuestro país. ¿Qué significa ser argentino? ¿Qué imagen tiene el pueblo argentino sobre sí mismo? La escuela debe ser un espacio para pensar en estos temas.
Pero durante mucho tiempo en vez de enseñarnos a amar nuestra tierra, nos enseñaron a respetar y admirar lo extranjero. El desprecio por lo propio, lo nativo, lo mestizo, de la cultura latinoamericana en su conjunto, se encuentra en el seno del nacimiento de la escuela en Argentina. Esta creencia del pueblo argentino sobre sí mismo es fundamental para justificar el proyecto de dominación semicolonial en nuestro país.
Este modelo nace relacionado a la figura de Sarmiento. Sin duda fue un hombre preocupado por la educación de nuestro territorio. Estudió y escribió sobre este tema y una vez siendo presidente llevó adelante una importante obra de creación de escuelas. Ahora bien, ¿qué escuela construye Sarmiento? No era una escuela para todos. El creía que la población mestiza e indígena eran irrecuperables. En 1847 visita Estados Unidos y queda deslumbrado con el sistema de enseñanza pública. Descubre que la educación es la clave del progreso, pero su profundo odio por el pueblo  hizo que creara una educación desvinculada  de la realidad argentina. Se deslumbró con las escuelas norteamericanas sin descubrir la laboriosidad de nuestros paisanos. Decidió impulsar la inmigración anglosajona convencido que con ella,  vendría el progreso cultural y educativo. Por eso clasificó a los que consideraba "educables" y "no educables".
Para Sarmiento el gran objetivo era "civilizar", lograr que los americanos se parezcan cada vez más a los europeos o norteamericanos, que piensen como ellos, qué actúen como ellos. Para esto, la escuela debía enseñar la geografía y la historia europea.
Arturo Jauretche en uno de los primeros argentinos que se anima a discutir y criticar este modelo: “La campana que llamaba a clase era un corte cotidiano entre dos mundos (…) La escuela no continuaba la vida sino que abría un paréntesis diario. (…) Nunca se nos habló de la laguna del Chancho, adonde íbamos a bañarnos y a pescar  (…) La escuela no me había dicho nada, ni de la flora ni de la fauna que me rodeaba. Tampoco de la geografía. Por allá, en las lagunas, nacía el salado de Buenos Aires, y ni mentas de este, cuando ya conocíamos el Yan Tse Kiang y el Danubio”. ¿Cómo un pueblo va a apreciarse si no conoce su propia historia?
Pero nuestros paisanos, ¿eran "vagos y malentretenidos" como creía Sarmiento? Un francés llamado Bialet Masse pocas décadas después  visita nuestro país. El se sorprende del potencial de trabajo y productividad que tenía nuestro pueblo, entonces escribe: "La primera y más grande afirmación que creo poder hacer es que he encontrado en toda la República una ignorancia técnica asombrosa, más en los patrones que en los obreros, por eso  denuncia "el error y la falta de fundamento del menosprecio con que se ha mirado al obrero criollo".
Ya en 1880, en el contexto de la consolidación de la Argentina agroexportadora, se profundizan las políticas e ideas sarmientinas. La llegada de italianos y españoles en su mayoría, pero también de franceses, alemanes, turcos, crean una compleja realidad cultural. Los distintos idiomas y costumbres ponen en peligro la formación de la identidad argentina. Para el grupo gobernante resultó necesario moldear la “nacionalidad argentina”, unificar creencias, vocablos, historias; a la vez que formar ciudadanos obedientes y trabajadores industriosos. En 1884 se sanciona la Ley 1420 que determinará la educación gratuita, laica y obligatoria, naciendo nuestro sistema educativo.
Así, la historia que comienza a enseñarse en las escuelas es la historia de los grandes héroes, de las minorías ricas. Un pasado incompresible, lleno de experiencias individuales. Bajo la protección del dominio británico, Rivadavia y Mitre se convertirán en héroes nacionales. Mientras tanto el Chacho Peñaloza, Felipe Varela y tantos otros americanos que lucharon por la Patria Grande desaparecen de las páginas de los libros de historia.
Esta historia falsificada se impone como verdad que comienza a integrar el sentido común de gran parte de la sociedad. Esto explica la pedagogía de las estatuas, de las calles y los monumentos que van inculcando el sentido de pertenencia a una historia incuestionada donde la calle más larga del mundo lleva el nombre de Rivadavia.
Pesada herencia la del origen de nuestro sistema educativo. Durante el siglo XX surgen concepciones que cuestionan los  postulados originales, sin embargo la tradición sarmientina siguió siendo la dominante. Falta mucho camino para recorrer para que la escuela se convierta en lugar de pensamiento, reflexión donde conocer y aprender a querer a nuestra Patria Grande.