"Botas entrenadas. Apuntes sobre la Doctrina de Seguridad Nacional" por Eva Stilman ACORDATE NÚMERO 5

BOTAS ENTRENADAS
Apuntes sobre la Doctrina de Seguridad Nacional

“Entonces, el enemigo ya no
es el invasor potencial:
somos nosotros”
John W. Cooke

Por Eva Stilman
evastilman@elpancholacoca.com.ar

La Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) ha sido utilizada por los militares argentinos para intentar dar una legitimación ideológica al golpe de 1976.  Los orígenes lejanos de la DSN se remontan al pensamiento conservador católico y de derecha en España y Francia, pero sus orígenes cercanos están en las técnicas represivas desarrolladas por el ejército colonial francés durante las guerras de Indochina y de Argelia.
  En el contexto de la Guerra Fría comenzó a forjarse la DSN tal como la conocieron y adoptaron los militares que llevarían a cabo el terrorismo de Estado en diferentes naciones latinoamericanas.  En relación a esto, Waldo Ansaldi sostiene que “mientras los teóricos norteamericanos de la seguridad nacional privilegiaban el concepto de guerra total y la guerra nuclear, y los franceses, envueltos en la guerra contra los guerrilleros comunistas en Indochina primero y en la Guerra de Argelia (por la independencia) después, concentraban su atención en la guerra limitada como respuesta a la “amenaza comunista”, los latinoamericanos, preocupados por el crecimiento de movimientos sociales de clase obrera, se ocupaban de la amenaza de la subversión interna y de la guerra revolucionaria” (Ansaldi, 2004: 30)
  La anterior doctrina militar, llamada “de La Nación en Armas” consideraba necesario estar siempre preparado ante la potencial amenaza de invasión de un enemigo externo. Es decir, para esta doctrina de inspiración prusiana, la amenaza proviene de afuera de las fronteras nacionales. Por ello resultaba conveniente que el Estado o capitales nacionales fueran dueños de ramas estratégicas de la economía, ya que en caso de ser necesario el cierre de las fronteras, el país en cuestión debía ser capaz de cierto nivel de autarquía.
  La DSN redefinió al enemigo al sostener que éste ya no estaba fuera de las fronteras sino que se encontraba dentro de los territorios nacionales. Se construyó así el concepto de enemigo interno: el enemigo era internacional pero no amenazaba con  la invasión de fronteras como en las guerras convencionales, sino con infiltrarse en múltiples esferas de la vida social y de esta forma hacer implosionar la sociedad. El enemigo estaba dentro y actuaba en diversos frentes, por lo que cualquiera podía ser sospechoso de conspirar contra el orden social imperante. A ese enemigo se lo llamó comunismo, pero no se trataba sólo de Partidos u organizaciones que llevaran en su nombre alguna referencia al comunismo o al socialismo, sino de cualquier actividad sospechosa de cuestionar los valores capitalistas, occidentales y cristianos. Es que la DSN planteaba que el mundo estaba dividido en dos mundos irreconciliables cuyo choque sería inminente: el mundo democrático, occidental y cristiano, por un lado; y el mundo totalitario, comunista y ateo, por el otro. En este contexto, la guerra no sería convencional sino que adoptaría una estrategia de guerra ideológica contra el comunismo internacional desplegada dentro de las fronteras nacionales. Una guerra que sería económica, política, cultural, ideológica y militar. La estrategia represiva sería de esta manera multifronte, esto es ilustrado en un libro de Osiris Villegas editado en 1962 por la Biblioteca del Oficial del Círculo Militar Argentino, que incluía en la lista de enemigos a “bibliotecas populares, teatros independientes, revistas culturales, asociaciones científicas y todas aquellas instituciones que sirven al comunismo “en forma directa, velada o encubierta” (Tcach, 2006: 136)
Las técnicas de represión clandestina, formación de escuadrones de la muerte y desaparición de personas (desarrolladas por los militares franceses contra el Frente de Liberación Nacional de Argelia) se enseñaban a militares de diversas nacionalidades en el Centro de Entrenamiento en Guerra Subversiva a través de cursos que incluían un mes de práctica en el territorio argelino. A partir de un acuerdo secreto entre Francia y Argentina en febrero de 1960, se estableció una misión permanente de militares franceses que cumplía funciones de asesoramiento en las técnicas de guerra de contrainsurgencia. Al año siguiente, se realizó en Buenos Aires el primer curso interamericano de guerra contrarrevolucionaria (Tcach, 2006: 138).
  J. W. Cooke había señalado los cambios de doctrina en las cúpulas militares cuando en 1964 afirmaba que el Ejército “ya no defiende la soberanía del país sino que defiende la frontera “interna” del imperialismo, de acuerdo a la teoría adoptada de la “guerra antisubversiva”. Entonces el enemigo ya no es el invasor potencial: somos nosotros […] Al adscribirse a la teoría de la “guerra antisubversiva” el Ejército constituye, no sólo el puntal del régimen imperante internamente, sino el instrumento de la dominación imperialista en nuestra propia tierra” (Cooke, 1986: 131)
  Luego del fracaso de Francia en Argelia, la enseñanza de la DSN en Latinoamérica quedó a cargo de EEUU, que se preparaba para la Guerra de Vietnam y para evitar el posible avance de Movimientos de Liberación Nacional a partir del triunfo de la Revolución Cubana. Uno de los centros de entrenamiento principales fue la Escuela de las Américas (que se especializó en guerra antisubversiva), en donde se calcula que se entrenaron alrededor de 60.000 oficiales de ejércitos latinoamericanos.
  Podemos observar que la DSN tal como se conoció y aplicó en la Argentina durante los años 60 y 70, es una teoría cuyo fundamental impulso lo dio en sus orígenes el colonialismo europeo, y su posterior desarrollo e instrucción estuvieron en manos del imperialismo norteamericano. No resulta complicado entender entonces la relación que se estableció entre los capitales nacionales concentrados, los capitales extranjeros y los militares argentinos. Por ello es preciso resaltar que la estrategia represiva clandestina y multifronte desplegada con toda virulencia a partir de 1976 (recordemos que la represión incluyó desde campos de tortura y exterminio hasta, por tomar un ejemplo, la prohibición de la teoría de conjuntos de la matemática moderna en las escuelas por ser considerada subversiva) tuvo participación de cámaras empresariales, intelectuales, órganos de prensa, cúpulas eclesiásticas y algunos sectores sindicales. El concepto de enemigo interno fue compartido por diversos sectores sociales que identificaban a los sectores populares organizados como una amenaza al orden social.
  Para terminar, cabe remarcar que los militares nunca andan solos, marchan junto a empresarios, políticos, intelectuales, eclesiásticos y tecnócratas. Revisar la DSN u otras doctrinas militares es un ejercicio que ayuda a comprender la construcción del enemigo que vastos sectores de las Fuerzas Armadas comparten con las llamadas derechas nacionales y el pensamiento conservador internacional. Para ellos, el pueblo es una potencial amenaza y si está organizado, un enemigo.


Bibliografía:

Ansaldi, Waldo (2004): “Matriuskas de terror” en Pucciarelli, Alfredo (cord.): Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura, Siglo Veintiuno Editores, Argentina.

Cooke, John W. (1986): El papel de las Fuerzas Armadas (En El retorno, conferencia pronunciada por JW en Córdoba, el 4 de diciembre de 1964) en Goldar, Ernesto: John William Cooke y el peronismo revolucionario, CEAL, Buenos Aires.

Tcach, César (2006): “Entre la lógica del partisano y el imperio del Gólem” en  Quiroga, Hugo y Tcach, César (comps.): Argentina 1976-2006. Entre la sombra de la dictadura y el futuro de la democracia, Homo Sapiens Ediciones, Rosario.