EDITORIAL NÚMERO 6, Abril 2011


Danzando


 Salimos de nuevo. Seguimos creyendo que la respuesta está en crear. Lo intentamos desde aquí, con las herramientas que vamos encontrando. Nos hallamos en una coyuntura favorable: los pueblos de América están danzando sus melodías. No podemos quedarnos quietos cuando esa música nos llama. No todas las notas son negras en nuestras composiciones, como pretenden ciertas voces monocordes. Sabemos que tampoco son todas blancas. Por ello hay que ponerse a hacer.
  La oposición liberal y reaccionaria regional no atina el paso, porque no comprende los nuevos aires. Se tropieza con sus propios pies, sus movimientos cada vez más toscos y torpes evidencian la altura de sus nervios. La historia le va pisando los talones a aquellos que solían tomar decisiones sentados con una copa de whisky o de champagne. Se los ve enfurecidos ante las nuevas melodías de América, porque saben que pueden ser el comienzo de una música más grande. Y los pueblos se dan cuenta, por eso no bailan con ellos. Es que la oposición es puro ruido y no pega una nota. No puede hacer música, porque sus instrumentos van caducando. Han abusado tanto del uso de estribillos que nos han cansado los oídos, sus acordes han perdido la gracia y sus riffs publicitarios cada vez convencen menos.
  La orquesta opositora local es un rejunte sin ensamble. Su director anda enojado, porque tiene músicos mediocres llenos de disonancias. La oposición está fuera de tono y desafina en exceso. No hay que tener mucho oído para notarlo. Pero lo principal es que está fuera de tiempo: sus frases pertenecen a otra época, en la que a las voces populares no se las dejaba cantar ni una estrofa.
  En la historia de las luchas, el pulso lo marcan los pueblos, será su labor que mantengan el tiempo. Cada pueblo tiene sus ritmos, pero vamos todos a un mismo movimiento. Movimiento cuyas cadencias exceden las partituras, mal que les pese a varios. Por eso los pueblos de América avanzan danzando. Pero cuidado: sabemos que la danza necesita organización. Demanda conocernos, para coordinar los pasos. Requiere que acordemos pautas en común para no tropezarnos unos con otros y hay que tener estar atentos, porque todavía andamos con piedritas en los zapatos. Sólo lo lograremos avanzando, por eso queremos que siga el baile en la tierra en que nacimos. Acá estamos porque acá somos, danzando las melodías de los pueblos americanos.