"La vuelta del Rey Momo" por M. Eugenia Martínez COLGUÉ! NÚMERO 4


LA VUELTA DEL REY MOMO



Por María Eugenia Martínez
meugeniamartinez@elpancholacoca.com.ar

  Bien, arrancó febrero. Y con febrero la primera cosa que se me viene a la cabeza (además de que todavía me falta un mes para salir de vacaciones) son los carnavales. ¿Y por qué hablar de los carnavales, no? Yo nunca fui muy carnavalera que digamos, el único recuerdo asociado que tengo es el de jugar con bombuchas en el barrio, pero hoy (ya con unos cuantos años más encima) entiendo a los carnavales (de cualquier tipo) como una de las fiestas más populares de Latinoamérica (quizás la excepción del carnaval de Río que, bueno, personalmente a esta altura creo que se hace más por lo que vende que por lo que representa). De cualquier manera, pienso en los carnavales y me aparecen imágenes de los del norte argentino, de Oruro (Bolivia), de Ecuador, de Colombia, de Gualeguaychú (versión argenta del coloso brasilero), de Uruguay…y tantos más que desconozco o que simplemente en este momento no recuerdo. Son todas celebraciones en donde el protagonista es el pueblo, en las cuales se invierten horas y horas de preparación durante todo el año para preparar ritmos, ensayarlos, confeccionar trajes, carrozas o muñecos gigantes según sea el caso. Quizás tenga una visión muy romántica de la cuestión, pero de alguna forma los carnavales forman parte de la cultura popular…el colorido, la música, la entrega que ponen los que participan es maravillosa, la cantidad de gente que mueve, la competencia entre barrios, el esmero de todos por divertirse y divertir con algo tan simple y tan sano como la música, los colores y el baile. La desfachatez de los bailes, la denuncia de las letras y la calidez de los ritmos, son todos condimentos que se unen en una única consigna: que los que más trabajan y menos se divierten puedan (aunque sea por un par de días) poner el mundo patas para arriba y hacer sonar su voz.
  Quizás sí sea muy romántica la visión que tengo de los carnavales. Pero la prueba más contundente de que son verdaderas fiestas populares me la dieron mis viejos el otro día en una charla de asado. Hablando de los tantos feriados que tenemos en el almanaque 2011, recordaron cómo eran los feriados de carnaval antes de ser prohibidos por decreto en 1976 por la última dictadura militar. Claro, no podían permitir una celebración donde la figura principal fuera el pueblo y su devoción a un representante de la burla y la locura, al que encima se le da la llave de la ciudad… Y los dos, mis padres (sin ser oficialistas), recalcaron que no es casual que volvieran a recuperarse esos dos días de asueto nacional. Y qué más antipopular que la dictadura??? No hay que explicar mucho más lo que estoy queriendo decir: los carnavales SON un elemento fundamental de la expresión popular y este año tenemos la alegría de poder vivirlos sin preocuparnos porque al otro día hay que ir a trabajar, y (después de 35 años) por fin vuelven a ser reconocidos como antes…digo, ¿no es un buen motivo para apretar el pomo y salir a festejar?