EDITORIAL NÚMERO 7, Mayo 2011

  Mayo, mes de la revolución e histórico mes de luchas. Da su inicio con el Día Internacional del Trabajador   y se despide con otro aniversario del Cordobazo, primero de los “azos” emblema de la unión de los trabajadores y los estudiantes en las calles contra la dictadura de Onganía y en defensa del patrimonio nacional.
  No es posible entonces, hablar de mayo, sin hablar del pueblo trabajador, el único protagonista de las revoluciones. El acto de la CGT del 29 de abril, muestra que los trabajadores y los sindicatos, son imprescindibles para sostener cualquier proyecto popular. En este sentido, es preciso recordar el avance de los laburantes en los últimos años: la vuelta a las paritarias, las negociaciones colectivas, el aumento del empleo formal, la asignación universal por hijo, la ley de cooperativas, y el proyecto para la participación de los trabajadores en las ganancias; derecho legítimo de cualquier trabajador, porque son sus manos las que producen la riqueza. En fin, una suma de conquistas que es necesario defender sin vacilar. Sin embargo, somos concientes que para garantizar este rumbo tenemos todos que acompañarlo con una enorme responsabilidad. Lo logrado es mucho, como lo que falta. Pero, todo se podría perder, si por apresurarnos atentamos contra nuestro futuro, poniendo en peligro las líneas trazadas desde el 2003.
  También sabemos que convivimos con condiciones estructurales heredadas del neoliberalismo, que aún siguen en pie: precarización laboral, mercado de trabajo informal, tercerizados y contratados, burocracias sindicales que trabajan para la patronal, etc. Una suma de retos que tenemos que asumir, porque si bien son condiciones heredadas, no son inmutables. Son productos históricos y por tanto, desafíos del presente.
  Esos desafíos popularmente definidos como profundización del modelo, incluyen la lucha por la tierra para impedir el avance de la extranjerización del suelo argentino; los derechos de los trabajadores rurales, tan maltratados por sus pudientes patrones y las firmas transnacionales; el derecho territorial de nuestros pueblos originarios que hoy cobra fuerza de la mano de la transformación cultural en marcha, luego de medio siglo de indiferencia. Por esto celebramos el diálogo establecido entre el gobierno nacional y la comunidad Qom. 
  Por último, sabemos que tenemos la responsabilidad histórica de defender lo que consideramos positivo en el presente, siendo concientes de las faltas y estableciendo el compromiso de avanzar. Queremos un país donde, no sólo los estudiantes se unan a los trabajadores; sino que los trabajadores puedan ser estudiantes. Queremos un país, en el que los sindicatos fortalezcan sus bases con comisiones internas y delegados, que luchen por las demandas de sus compañeros. Queremos un país, donde no sólo los dirigentes políticos se unan y escuchen a los trabajadores; sino que los dirigentes mismos, salgan de lo más hondo del pueblo. Queremos sumarnos a la lucha de un país y una América que ya ha empezado a trazarse con el lápiz de los trabajadores, pero que aún no ha terminado de dibujarse…