"Y entonces llegó la S.I.P." por Gastón Florio MEDIOS? NÚMERO 7, Mayo 2011

Y entonces llegó la S.I.P.


Por Gastón Florio
gastonflorio@elpancholacoca.com.ar

En medio de un mapa político donde el debacle de la oposición no presenta dudas, y sus monigotes marketineros se bajan poco a poco de sus candidaturas presidenciales, llegó al país la Sociedad Interamericana de Prensa para alivianar la decadencia del arco opositor. Pomposamente los medios masivos prepararon su llegada dictando a la opinión pública que el desembarco de la S.I.P traía su preocupación por la situación de la libertad de expresión en la Argentina, convirtiendo en juez y parte su monitoreo. La arquitectónica falacia promovida por Magneto & Cía., como suele pasar, poco coincide con la realidad. La S.I.P es una sociedad que acapara a la más grades empresas de comunicación del Continente y de Europa, que muchas veces calla cuando el poder se lo pide, al igual que Clarín y La Nación durante la última dictadura militar. Se expresa cuando nadie reclama su opinión, intentando defender los intereses de sus dueños, y se hace la distraída cuando una pregunta incomoda a alguno de sus patrones.

Un poco de historia nunca está de más

La historia de la Sociedad Interamericana de Prensa se sujeta a la Guerra Fría. Sólo siete años duró su autonomía de los magnates del Departamento de Estado. Creada en 1943 en la Ciudad de la Habana, la S.I.P será presa de la nueva CIA, nacida cuatro años mas tarde.
En 1947 los yanquis destinan un presupuesto de 500 millones de dólares a la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), como fondo para financiar campañas publicitarias contra el avance del comunismo soviético, mayoritariamente en el viejo continente. Estas campañas tendrían como objetivo llenar de dinero a los periodistas para filtrar información, y a la vez, reproducir las noticias (operaciones) yanquis en contra de Rusia. Artículos, fotografías y reportajes inundarían todo el mundo en función de las conspiraciones para batallar en la Guerra Fría.
En 1953 el director de la CIA, Allen Dulles, organizará una reunión en Norteamérica con el fin de capacitar a los reporteros y dueños de medios de los países con más influencia de peligro  comunista, para detallar campañas antisoviéticas y crear el hábito del contacto entre la prensa y el Departamento de Estado. Stela Calloni escribe: “En las investigaciones de The New York Times en 1977, al menos 22 organizaciones periodísticas  de  EE.UU habían tenido contacto con la CIA*”
Dentro de esta estrategia (anticomunista, pro yanqui) cae la S.I.P en 1946. Tres representantes del Pentágono concurrieron a la reunión de la S.I.P que se celebró en Quito, Ecuador, con un objetivo bien planificado: tentar a los integrantes de la joven organización a que realicen una nueva reunión en suelo norteamericano, para poder torcer el rumbo de la organización y ponerla al servicio del anticomunismo; y penosamente, Jules Dubois, Joshua Powers y Tom Wallace alcanzaron los objetivos conspiradores.
Nueva York, 1950: la trampa estaba diseñada, obviando invitaciones de los medios progresistas de la S.I.P, negándole la visa a otros y atrapando policialmente a Carlos Rodríguez (cubano, tesorero de la organización), para que no participe en la reunión. De esta forma, se reformaron los estatutos originales y la S.I.P quedó en manos de los medios más poderosos y al servicio de la CIA.
De allí hasta hoy, la S.I.P actuará inmediatamente como eslabón de la Doctrina de Seguridad Nacional y poco tendrá que ver con la defensa de la libertad de expresión. “En realidad –continúa Calloni- la historia de la SIP es la historia de los golpes de estado contra los gobiernos constitucionales en los que estuvo involucrada. Se la presenta como la ‘Junta Calificadora’ de la libertad de expresión en el continente, cuando su papel real era y es destruir todo intento de rebelión contra los intereses coloniales y neocoloniales de Estados Unidos. En todos los documentos desclasificados sobre las dictaduras de América Latina surge la complicidad y el apoyo de la S.I.P a los dictadores y los ataques y maniobras contra  los gobiernos populares y democráticos”. En todos los golpes de Estado de América Latina, esta organización patronal, supo operar internacionalmente para encubrir los delitos de lesa humanidad cometidos, y a la vez, legitimar a los gobiernos militares frente a los medios extranjeros.
En síntesis. La opinión de la S.I.P siempre tiene que ser escuchada, pero sabiendo de dónde viene y a quiénes va a defender. Por eso, es poco recomendable que se explaye sobre “la libertad de expresión”; porque sería como si un sordo opina sobre el nuevo disco del Indio Solari…

“Es un cuestión de familia” ¿Humorada o falta de respeto?

Pese a las ilusiones que tenían la oposición y sus editoriales, la visita de la S.I.P no produjo ningún golpe político al país. Gonzalo Marroquín, presidente de la entidad, intentó acaparar las cámaras y las páginas, puestas a su disposición por los oligopolios mediáticos, pero se vio acorralado frente a preguntas que se escapaban de su speech. Defender lo indefendible, es muy difícil. Quizás, imposible, si se quiere decir que en la Argentina “peligra la libertad de expresión”, como se cansó de decir Marroquín. Tal vez si se adapta a términos jaurechianos; y si partimos desde que para algunos medios, la libertad de expresión, es en realidad la libertad de empresa, Marroquín podría tener razón. Sin embargo, el intelectual presidente, nunca leyó al “maldito” Arturo.
Con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales, los dolores de cabeza del monopolio parecen no cesar. La legitimidad de la Ley ante la sociedad y ante los otros países, posiciona como modelo a Argentina a la hora de plantear una verdadera democracia comunicativa. Sin embargo, el discurso de la S.I.P insiste en ir contra estos vientos de cambios: "Quiero respetuosamente expresarle nuestra más profunda preocupación por el debilitamiento de la libertad de prensa… [que la presidenta] impulse los cambios ejecutivos y legislativos necesarios para que la libertad de expresión y la democracia se vean fortalecidas". O sea, que el gobierno anule la nueva Ley de Medios sancionada por afano en ambas cámaras republicanas, y así garantice los monopolios. De esta forma, la S.I.P entiende la libertad de expresión.
Juan Manuel Abel Medina, Secretario de Comunicación Publica de la Nación, dirigió una carta a la S.I.P explayando en que situación se encuentra la libertad de expresión en la Argentina, no dando lugar al desperdicio de su lectura: “La Argentina recuperó en 1983 la institucionalidad democrática y desde entonces sostiene la plena vigencia del Estado de derecho. Los ciudadanos de nuestro país, entre ellos los periodistas, los trabajadores de prensa y los dueños de medios de comunicación, gozan de completa libertad para investigar, recabar información, opinar y expresar sus ideas… Nuestra gestión está comprometida con la defensa más irrestricta de la libertad de expresión, como puede comprobar cualquier ciudadano, e inclusive cualquier observador externo, hojeando un periódico local o viendo la televisión apenas unos minutos. Las críticas al gobierno nacional, en muchas ocasiones con tono despiadado y repetitivo, son moneda corriente en la mayoría de los medios que informan a los argentinos… En esta línea, hemos impulsado con mucha decisión un proceso de profunda transformación bajo el marco de una nueva Ley de servicios de comunicación audiovisual que se ha convertido en una referencia a nivel regional e internacional. Sus objetivos son claros: promover la desconcentración, fomentar la competencia y garantizar la participación del sector privado no comercial en el mercado de la comunicación para abaratar y universalizar el acceso a las nuevas tecnologías de la información y democratizar los contenidos que por su intermedio se difunden”.
Sin dudas, si la S.I.P pudiera volver el tiempo atrás, suspendería su visita al país. Cada uno de los cuestionamientos que realizo, no logró soportar una repregunta. Quedó en evidencia ante la sociedad, su matriz defensora del poder mediático dominante. Sino se embarca todo lo que ha pronunciado la S.I.P en hacer defensa de la pérdida de los monopolios de comunicación locales, gracias al avance de la democracia, se tendría que pensar que la S.I.P sufre una enfermedad, de criterio, aguda.
Sin embargo, la nota de color que desentonó, fue cuando una periodista le preguntó a Marroquín sobre el ADN de los hijos adoptivos de Noble Herrera, accionista y socia política de la S.I.P, y este señor haciéndose el distraído y burlándose de lo que el caso representa para la historia Argentina, dijo: “Es una cuestión de familia”.


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* “…incluyendo las empresas ABC y CBCLa revista TIME, LIFE y NEWSWEEK los diarios The New York Times y The News Herald Tribune, United Press International (UPI), American Press International (APE)Otros periódicos como la Cadena Scripps - Howard y The Cristian Sciense Monitor, The Wall Street Journal y otros, incluyendo Fodor’s editora de guía para turistas. Hubo otros importantes como Business Internacional, Mc London Broadcasting Organazation, Film Daily y otros”.