"Dos proyectos culturales" por Carla Wainsztok CULTURA NÚMERO 8, junio 2011

Dos proyectos culturales

El pueblo tiene que optar por
dos modelos diferentes el que
trajo el hambre y la falta de
trabajo y el otro modelo, el
modelo de la patria
(Néstor Kirchner)


Por Carla Wainsztok

  Deseamos comenzar este texto afirmando que todo proyecto político es un proyecto cultural. Por ello si de analizar proyectos políticos se trata queremos comenzar nuestro análisis a partir de los festejos del Bicentenario. Por una parte el pueblo reunido en la calle, festejando entre carrozas, exposiciones, recitales, mapping sobre el Cabildo, desfiles en fin, una verdadera fiesta. De esas fiestas que a los conceptos y a las academias se les escapan. En el otro extremo un festejo pequeño, para algunos pocos, tal vez para las clases dominantes, digo tal vez porque parece más en palabras de Jauretche una tilinguería. Sin embargo esto no debe hacernos olvidar que en mayo del 2009 el macrismo había realizado un festejo rumbo al Bicentenario. Al cual habían sido invitados, Lanata, el rabino Bergman, entre tantos otros.
  Los festejos del gobierno de la Ciudad estaban en sintonía cultural con los festejos del Centenario.
  En 1899, Miguel Cané, el autor de Juvenilia y de En la tierra tucumana  presenta un proyecto de ley, la llamada Ley de Residencia.

 “Muy tempranamente había declarado su admiración por esa herramienta que ha encontrado en la legislación francesa y a la que llama ‛deliciosa ley de expulsión de los extranjeros (…) en su conocida nota ‛La ola roja’ Comprueba allí que todas las concesiones hechas al ‛elemento socialista’ han resultado vanas, y que por ende el espíritu se inclina instintivamente hacia soluciones policiales que no excluyen las implementadas por Thiers en la sangrienta represión de la Comuna de París” (Terán; 2008, 46)

En 1902 se promulga la ley de Residencia y en 1903 Cané se pregunta

“¿Dónde están los criados viejos y fieles que entreví en los primeros años en la casa de mis padres? ¿Dónde aquellos esclavos emancipados que nos trataban como a pequeños príncipes, dónde sus hijos, nacidos hombres libres, criados a nuestro lado, llevando, nuestro nombre de familia, compañeros de juego en la infancia, viendo la vida recta por delante, sin más preocupaciones que servir bien y fielmente? El movimiento de las ideas, la influencia de las ciudades, la fluctuación de las fortunas y la desaparición de los viejos y sólidos hogares, ha hecho cambiar todo esto. Hoy nos sirve un sirviente europeo que nos roba, se viste mejor que nosotros y recuerda que su calidad de hombre libres apenas se le mira con rigor”  (Cané: 1919, 123)

  Cané es también el creador del Jockey Club. “Cané parece obsesionado por dos preguntas básicas: cómo definir la noción de aristocracia en un país republicano, y cómo marcar de ese modo el límite entre quienes tienen derecho a pertenecer a ella y aquellos otros ante los que debe erigirse un muro de diferencias” (Terán; 2008, 39)
  Huir de Buenos Aires ya no tiene sentido, y el diplomático Cané bien lo sabe Europa también está siendo invadida por la modernidad.

“De la exclusividad, el distanciamiento y la descalificación se pasará a la defensa, las persecuciones y la expulsión (…) la obra de Cané – desde Positivismo (1872) a La ola roja  (1896) pasando por Un festival chino (1880), Juvenilia (1884) y la fundación de la Facultad de Filosofía y Letras (1896) - se convierte en una paulatina recopilación de antecedentes para la ley de residencia de 1902” (Viñas: 1995, 202)

  Debemos mencionar también que para los “festejos del Centenario” el país se encontraba en estado de sitio.

 “Figueroa Alcorta recibió al presidente chileno en el pequeño andén, mientras las damas de la comitiva eran trasladadas en varios coches (…) Una vez más, la esposa del presidente de la Nación, debido a su estado de salud, no pudo concurrir a la recepción y envió a una amiga que la representara. Esa noche el teniente primero Florencio Campos y su hermana Elena Campo de Martínez de Hoz brindaron una recepción a los militares chilenos” ( Salas; 2009: 102)

  En cambio el proyecto nacional y popular que comenzó en el año 2003 y que es parte de todos los programas emancipatorios latinoamericanos imaginó, soñó y construyó una fiesta para la Patria Grande.
  Desde los medios hegemónicos se llamaba a no participar de los festejos. La ciudad como casi siempre era un caos. Sin embargo no todos los relatos eran tan ramplones, la pluma de Eliaschev  es por demás elocuente

“Lejos de la pompa acosadora, mutantes y buscas patrullan con displicencia la ‘Ciudad Bicentenarizada’. El estruendo hiriente que envuelve al Centro suscita la respuesta despreciativa de su sarcasmo sordo. Las gentes van y vienen, rodeados de un pronunciado aire de amenidad. Los fastos encarados a alto costo para celebrar los famosos doscientos años, del país no lo afectan, ni tampoco interpelan. En varios sentidos, las muchedumbres porteñas miran de reojo y con fastidio el desparramo en una ciudad colapsada por preparativos de gruesa teatralidad. Se nos informa que estamos de fiesta. Nadie entiende por qué, ni para qué tamaño desbarajuste, pero por todas partes un patrioterismo banderillero y desfachatado pretende justificar el desorden, como si esta gestualidad callejera tan desaforada fuese equivalente a la exaltación de las nobles ideas nacionales. (…) La idea es de un populismo primitivo y rutilante” (Eliaschev; 2010)

  Para nosotras y nosotros en cambio estos son tiempos inquietantes. Es decir tiempo para no quedarse quieta/o. Como diría el viejo Hegel, no se puede asociar al conocimiento con la duda, con la duda metódica, el saber es vital, debe conmover. Nada más conmovedor en aquellos días que los festejos del Bicentenario.
  El festejo popular como una nueva descolonización pedagógica y parafraseando a Don Arturo ya no son tiempos de balbuceos o ensayos. Jauretche quien fuera homenajeado durante las festividades del Bicentenario había fallecido un 25 de mayo.
 
Tres ideas en torno a la presencia de Jauretche en los festejos.
1) La cita constante durante los recitales nada grande se puede hacer con la tristeza (…) los pueblos deprimidos no vencen
2) Las imágenes en el Cabildo. Jauretche está acompañado por Rodolfo Walsh y Carlos Múgica.
3) la presencia de una lectura revisionista en la galería de los patriotas.

  Ya en su momento, Ricardo Rojas había propuesto una pedagogía de las estatuas, bajo esa idea se hacía referencia a los nombres de las calles, de los ferrocarriles, de los colegios, y por supuesto de los monumentos.
  Estamos en presencia de un nuevo tiempo donde nos proponemos “desmonumentalizar” las ciudades, las regiones, las plazas, pero no se trata simplemente de cambiar de nombre, ni como diría Cooke  de repetir nombres hasta el hartazgo, no se trata de cambiar figuritas, sino de recuperar nuestros relatos. Y en ese sentido creemos que la galería de los patriotas es un gesto fundante.

  Pero aún falta “desmonumentalizar” los programas de historia de las escuelas secundarias, las carreras universitarias que repiten como en una letanía los ecos europeos, los actos escolares de las escuelas primarias. 
  Son tiempos para animarse a derribar estatuas, para demoler mitos, y construir un eros pedagógico latinoamericano.



Bibliografía
Cané, Miguel (1919) Prosa ligera, La Cultura Argentina, Buenos Aires
Eliaschev, José (2010) Patriotismo, Diario Pefil.
Salas, Horacio (2009) El Centenario Planeta. Buenos Aires.
Terán, Oscar (2008) Vida intelectual en el Buenos Aires fin- de- siglo (1880-1910) FCE, Buenos Aires.
Viñas, David (1995) Literatura argentina y política, Sudamericana, Buenos Aires