"Grietas al bloqueo" por Gastón Florio AYER NOMÁS NÚMERO 10, agosto 2011

Grietas al bloqueo

“Estamos a punto de concretar una operación comercial
con Cuba que significará romper el bloqueo de los norteamericanos.
Ningún país del mundo se atrevería a eso.”
Juan D. Perón.
Por Gastón Florio
gastonflorio@elpancholacoca.com.ar

Con el sol puesto en La Habana, en abril de 1973, Carlos Cámpora aterrizará para entrevistarse con el Comandante en Jefe de la revolución. Cuba, era una parada más de la gira de Carlos Alberto Cámpora (hijo del reciente presidente electo de la Argentina); pero, sin dudas, la visita al país caribeño no despertaba las mismas repercusiones externas que a los otros países de la región.
En tanto, en el Norte el clima no era propenso para bromas. Por primera vez desde la toma de la Habana por los barbudos, un representante oficial del gobierno argentino visitaba el país con objetivo protocolar. El Departamento de Estado no tomaba con simpatía la reunión Castro- Cámpora, desafiante al aislamiento de la isla que los yanquis habían planteado.
Las tenazas de la OEA en 1962 se volcaron contra la Cuba Socialista como forma de presión a su gobierno. Como el capitalismo es democrático, hasta que otro cuestiona su esencia, la OEA, por presión de los EE.UU, decretó el cese de actividad comercial con la isla; un bloqueo comercial. Dicho bloqueo impedía la libre comercialización de los países aglutinados en la OEA con los caribeños. La Unión Soviética y los Países del Este fueron los únicos mercados abiertos durante la primera década de la revolución. En tanto Latinoamérica bajo dominio del Departamento de Estado, no comercializaba con el país, excepto México y Chile de Salvador Allende, los cuales no aceptaron aprietes del Norte. Para la Argentina, si bien nunca fue abundante el comercio con Cuba, las  exportaciones en 1964 se derrumbaron a cifras ínfimas y después del 69 directamente se eliminaron. Por otro lado, las importaciones de productos cubanos desde 1963 desaparecieron. Pero pocos sabían, que de forma secreta –desde Puerta de Hierro- Juan D. Perón, años antes del ‘73 mantenía vínculos con los cubanos.
Emilio Aragonés fue el hombre elegido como intermediario entre Fidel y Perón. El mismo, que después del ‘73 se instalará como embajador cubano en la Argentina. Varias reuniones secretas mantuvieron el líder justicialista y Aragonés en “Puerta de Hierro”, y allí se comienzan a tejer las relaciones y a diagramar una futura comercialización entre los países hermanos, quebrando el bloqueo imperial. Mucha gente deambulaba por Puerta de Hierro durante el exilio de Perón, y afortunadamente (para la historia que vendrá) Aragonés pasó desapercibido para los servicios secretos. Él mismo contará como es designado a ese rol: “La decisión la tomó el Partido y el Partido lo dirige Fidel. Fue él quien me dio las instrucciones para que yo fuera a hablar con Perón… No cabe duda de que Perón sentía un gran aprecio por Fidel y Fidel por Perón, lo cual naturalmente facilitó mi trabajo.”
En esas reuniones se empieza a desmenuzar la idea del volver a comerciar entre ambos países. La propuesta era muy ambiciosa. A Cuba le significaba una reapertura de mercados hacia el sur de América, el quiebre del bloqueo norteamericano y el beneficio de la desarrollada industria argentina. En tanto al peronismo, abrir mercados hacia los países socialistas era una estrategia de importancia diseñada entre el líder del movimiento y José Gelbard, futuro Ministro de economía de Cámpora y de Perón.  Los diálogos culminaron con una propuesta elaborada por las dos partes y presentaba un desafío para la coyuntura regional: un préstamo a la isla de 200 millones de pesos por el futuro gobierno justicialista.
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Por la mañana del 24 de mayo de 1973 el avión ruso Ilyushin 62, de cuatro turbinas, estaba listo para despegar en La Habana hacia la Argentina. Con un paraguas en medio de la pista mojada, Fidel Castro ajustaba los últimos detalles con Aragonés y el presidente cubano Osvaldo Dorticós, quienes llegarían por la tarde de ese día para la asunción del “Tío” Cámpora. El Comandante en Jefe no abordaría el vuelo para no despertar mayor revuelo en el país del Sur; si bien las relaciones entre los dos gobiernos eran óptimas con el triunfo del peronismo, por la importancia estratégica que esta relación bilateral conllevaba, se cuidaba detalles para no obstaculizarla. El mismo Perón le comentaría a Aragonés: “Tengo que tener cuidado por que se me puede ir la mano en lo que pienso con ustedes y no debemos olvidar que nosotros no somos Cuba. La situación no es la misma. Ustedes van proclamando a los cuatro vientos lo que piensan y nosotros debemos ser mas cuidadosos.”
Los presidentes latinos empezaban a llegar al país, aquel 24 de mayo, para la toma de posición del gobierno peronista. Una etapa nueva se abriría luego de 18 años de proscripción popular. Cámpora había ganado las últimas elecciones, pero lo ubicaron en Ballotage con Balbín, sin embargo el radical se retiró de la segunda vuelta dejando a la lista peronista triunfante.
En su discurso de toma de poder, Cámpora puntualizó la política de su gobierno con la isla caribeña y en general respecto al exterior. El término usado fue “normalización de relaciones diplomáticas hacia Cuba”. Al terminar la ceremonia en Palacio Legislativo, Cámpora  y Aragonés se dirigieron a la Casa Rosada donde ambos brindaron  una conferencia a la prensa, en la cual el argentino expresó: “Argentina y Cuba han decidido  reanudar sus relaciones diplomáticas y de esta forma abrir una nueva etapa entre nuestros países”. En tanto el Presidente cubano le puso el sello al día: “El gesto del gobierno del Doctor Cámpora lo interpretamos como una actitud fraterna, de soberanía”.
Los siguientes sucesos Argentinos ya son conocidos. Cámpora renunciará a la presidencia a los 59 días de gobierno llamando a nuevas elecciones donde Perón ganará el 23 del septiembre por el 62% de los votos, dándole origen a su tercer mandato. En tanto, las relaciones con Cuba se irán fortaleciendo. José Gelbard, ministro de Economía, será una pieza clave en esta historia. Con una excelente vinculación con los cubanos, y siendo el hombre en que Perón depositará su proyecto económico, Gelbard culminará la primera etapa de negociación con los revolucionarios.
Tras días de compulsión de la prensa latina, por un próximo anuncio oficial argentino, el 6 de agosto del 1973 el ministro de economía Gelbard dará conocer un acuerdo bilateral donde el país del Sur prestaba 200 millones de dólares a Cuba para la compra de diferentes productos de origen nacional y extranjeros. A un plazo de ocho años de devolución, se pagaría  un 15% a la hora del embarque hacia cuba y el porcentaje restante se pagaría con productos cubanos, aunque una versión, años más tarde, admitió que este restante se pagaría en moneda convertible. “Esta decisión está encuadrada en la política económica internacional del gobierno. El crédito a Cuba, a la par de significar la apertura a un mercado muy importante y el satisfacer las necesidades de la República, también como es lógico, apunta al desarrollo de nuestra industria”, anunciará Gelbard ante los periodistas y recordará que el gobierno “no admitirá presiones de adentro ni de afuera”. El tratado ambicioso incluía productos como: camiones, maquinaria agrícola, máquinas herramientas, máquinas para la industria lechera y automóvil particulares.
Vientos nuevos por América Latina. La independencia política resonaba tanto acá, como en La Habana. Fidel recibiendo lo cables de noticias y analizando el impacto internacional. Pero los Estados Unidos no tardaron en castigar a la Argentina por su audacia antiimperial. El Departamento de Estado informó que se prohibirían las llegadas de barcos Argentinos destinados a las tierras comunistas, a territorio norteamericano. Las rutas de navegación dirigidas al Caribe, frecuentemente paraban en tierras yanquis -por su proximidad a las tierras caribeñas y la capacidad de sus puertos para la carga de mercancía. Además los barcos nacionales destinados a Cuba, por los próximos seis meses no podrían tocar muelles Norteamericanos.
La primera transacción importante se establece con la empresa Fiat, de capitales Italó-Argentinos. En diciembre del 73 se exportaron a la isla 5.000 camiones, 6.000 automóviles y 1.000 tractores por un monto aproximado de 120 millones de dólares.
Pero la relación entre el Pentágono y la Argentina llegarán a ebullición cuando llego la hora de enviar automóviles y vehículos de capitales Norteamericanos resididos en Argentina a Cuba. El tratado Argentino – Cubano pasó a ser un problema de Estado para el gobierno de Nixon. La Casa Blanca no autorizó las transacciones entre la Ford, General  Motors, Firestone, GoodYear y John Deere radicadas en nuestro país; sin embargo, la decisión del gobierno peronista no iba a ofrecer grietas. Las empresas norteamericanas demoraban las ventas desde la Argentina. Gelbard se colmaba y también presionaba en el sentido inverso. “Si el impase se extiende más de lo necesario, habrá que tomar una decisión terminante” dirá Gelbard a la prensa. ¿Decisión determinante? ¿A que se refería Gelbard? A una expropiación de parte del Estado Nacional a los vehículos de las empresas norteamericanas. Entonces Gelbard convocó a los representantes de las firmas involucradas a una entrevista en la Secretaría de Comercio. La decisión del gobierno argentino no cambiaria: “Si nuestro país asume compromisos comerciales con Cuba, las empresas radicadas en el territorio nacional deberá comerciar con Cuba, si no le gusta tendrán que adaptarse a las disposiciones Argentina para seguir operando en nuestro país”. Y así lo entendieron...
Al final, la postura Nacional le torció el brazo a Washington, y la Casa Blanca (maldiciendo a los argentinos) autorizó para la venta a sus empresas. La Ford exportaría 1.000 autos Falcon y 500 camiones F-7000, Chrysler Fevre mandaría a la isla 9.000 automóviles y la General Motors unos 3.000 Falcon y 1.500 camiones.
La historia seguiría su curso y hechos trágicos sacudirían a nuestro país. Después de la muerte de Perón, la relación con Cuba se verá obstaculizada. Gelbard acosado por los militares, y por López Rega desde el propio gobierno. Pero, sin dudas, en un trascurso de más de un año, las relaciones políticas entre los dos gobiernos superaron expectativas mundiales.
Quizás la relación, entre los dos caudillos más importantes de América del siglo XX, es un paradigma hoy en día. Las propias coyunturas políticas de cada uno los llevaron a admirarse mutuamente, y a relacionarse de forma indirecta, ya que nunca se conocieron personalmente, pero con fructíferos logros para nuestros pueblos. “Me quedé con las ganas de conocerlo. Me hubiese gustado y no se dieron las circunstancias” le confesará Fidel a los autores de “Perón-Fidel: línea directa”. Los dos líderes populares sabían bien a que ameritaba las circunstancias, y también los dos compartían, pese a las diferencias, una línea estratégica para la independencia de nuestros pueblos: “Unidos o dominados”.