"Jauretche o de cómo pensar en nacional la educación" por Carla Wainsztok HERRAMIENTAS NÚMERO 10, agosto 2011


Jauretche o de cómo pensar en nacional la educación

Por Carla Wainsztok

1: La escuela producto de la colonización pedagógica

La escuela primaria era “producto de la ‘intelligentzia’ y estaba destinada a producir ‘intelligentzia’ porque reproducía el esquema sarmientino de Civilización y Barbarie” (Jauretche: 1992; 170)
Jauretche puede distinguir entre dicho proyecto de formación de los docentes y la situación de algunos maestros. “Con emoción evoco a mis maestros de primeras letras- como no hacerlo si mi madre también fue maestra- ahora que  comprendo la distorsión que ellas también sufrían entre el mundo como es y el mundo según se lo exigían los programas y las directivas (…) Ellos también tenían  que desdoblar su personalidad a riesgo de contradecir inspecciones y programas, y elaborar el suyo de contrabando, para salvar  a base de personalidad, la distorsión del hecho y la teoría” (Jauretche: 1992; 170)

Muchos años después, Althusser afirma. “Pido perdón por esto a los maestros que, en condiciones espantosas, intentan volver contra la ideología, contra el sistema y contra las prácticas de que son prisioneros, las pocas armas que pueden hallar en la historia y el saber que ellos ‘enseñan’. Son una especie de héroes” (Althusser: 1988, 38)

Sin conocerlo, el diagnóstico de Jauretche se asemeja al análisis de Simmel: “Hay algo en la escuela primaria (…) una enseñanza en que la esencia, el ser, fue y es subordinado a las formas, al cómo ser” (Jauretche: 1992; 174) afirma el pedagogo alemán “En lugar del idioma vivo, aprendemos las palabras aisladas y sus formas gramaticales y sintácticas, esto es, articulación postrera; en vez del desarrollo realmente histórico, las fechas externas, en lugar de la vida religiosa, los dogmas. En vez de ser guiados en el camino de la vida, se nos ubica frente a una colección de sus mojones y se nos hace aprender de memoria sus señalizaciones (…) La relación del material de enseñanza y formación del hombre, que ha de ser producida por la pedagogía, deber presentada como la relación entre espíritu objetivo y vida” (Simmel: 2008, 30)

 2: Vida y formación

Sin embargo, estas ideas sobre formación y vida van a ser recuperadas por Jauretche de la obra de Saúl Taborda, el maestro cordobés tiene el impulso vital de los que forman a otros y a sí mismos. “A diferencia del artista, el educador no objetiva valores, hace subjetivos valores que son objetivos. Y esto es así porque el educador se mueve siempre en las dimensiones del alma. En cada uno de sus momentos, la tarea formativa se concreta en este alma, ahora y aquí. Los recursos de que se vale son diversos y pasajeros, no cuajan nunca en formas estables y firmes. Las palabras, los gestos, todos los medios que emplea el educador están en función de un fin radicado en la formación anímica, cuyo fin puede cumplirse sin ellos. La ubicación del hacer educativo en las dimensiones del alma y en su íntimo contacto con la vida nos señala una situación que necesitamos comprender. (Taborda :1993, 86)

Formado es entonces, “aquel cuyo saber objetivo se ha disuelto en la vivacidad de su desarrollo y existencia subjetivos y cuya energía espiritual, por otro lado, está llena con un volumen, lo más amplio posible y siempre creciente, de contenidos en sí  plenos de valor” (Simmel: 2008, 52)

Formación y vida debían ser inscriptos para Simmel en los tiempos de la Primer Guerra Mundial, recordemos que la Universidad se había convertido en un hospital de campaña; mientras que  para Taborda formación y vida tienen como telón de fondo a la pedagogía de la generación del 80 y los límites de la Reforma Universitaria.