Ladrillos de futuro
Por Gastón Florio
gastonflorio@elpancholacoca.com.ar
Sin
dudas, cuando a nuestros hijos les toque estudiar la historia que hoy se está
escribiendo, en sus pequeños oídos resonarán las estrofas de “Libertad,
Libertad, Libertad…”. O quizás, la primera década del Siglo XXI se titulará en
los libros de historia, con la frase sanmartiniana que despertó sueños de todo
el continente, de Tierra del Fuego hasta el Orinoco: “Seamos libres, lo demás
no importa nada”. Sin embargo, hoy nosotros estamos protagonizando ese pasado
para ellos, el cual presenta incertidumbres cotidianas. Entonces: nuevos
vientos continentales corren, y se proyectan bajo lineamientos y consignas que
van en contra de ellos, y a favor nuestro, de nuestro futuro, de las nuevas
generaciones. Contra el capital financiero internacional; el mismo que durante
décadas nos dio la mano para agarrarnos el codo. El que presta $2 para cobrar
$10, y luego meterse en la política interna de otro. Ese que se llama Banco
Mundial, Bid y Fondo Monetario Internacional. Entendiendo esto, en el 2005,
Hugo Chávez lanzó la propuesta, para karma de los ortodoxos financistas
internacionales: “creemos un Banco continental…”
Las crisis que recorrían nuestras tierras hace una década
(o la que hoy vive Chile) se vieron atadas, estrechamente, a la dependencia de
las economías Latinoamericanas a los organismos internacionales de crédito, que
frente a la falta de pago de sus deudas externas, exigían ajustes económicos
para acrecentar su capacidad de pago. Al mismo tiempo, inmersos en la lógica
del pago sólo de intereses de la deuda, generando, así, una perfecta bicicleta
financiera, nuestra situación de morosos se acrecentaba día a día. "El
crédito era para pagar el vencimiento de las cuotas del FMI (Fondo Monetario
Internacional) y se revertían con créditos que servían supuestamente para
potenciar nuestras educación, pero se terminaba pagando nuevas refinanciaciones
de la deuda argentina. Entonces, esos bancos perdieron totalmente su objetivo y
esperemos que en algún momento lo recuperen", decía Néstor Kirchner en su
visita a Caracas en el 2007. Estos préstamos extorsivos hoy los ven los países
europeos que transitan en medio de la crisis económica mundial. Frente a su
recesiones y caída en picada de sus bonos, las recetas exigidas por el FMI, el
Banco Mundial y el Bid, son las mismas que las impuestas en la región del Sur
una década atrás: ajustes de su economía, recorte de planes sociales y miles de
despidos, acelerando así, su conflicto social interno.
Por esto, los nuevos gobiernos latinos han optado por la
política de desendeudamiento y acumulación de reservas, para romper su
dependencia del capital volátil internacional. Como el caso de la Argentina, su política
de desendeudamientos asumida desde el 2003, consistió en negociar cada pago con
los acreedores sobre el monto de la deuda, obteniendo quita de intereses de
hasta un 70%. Así se logro poner las cuentas en orden, y no tener que soportar
demandas externas. Otro caso, pero que también se embarca dentro de esta
política, lo presenta la
Republica del Ecuador que optó por investigar judicialmente
su deuda externa, logrando de este modo, desconocer parte de ella por encontrar
distintas irregularidades (por actos de corrupción o porque en el momento de
adquirir prestamos, fue a través de gobiernos ilegítimos). Esto acompañado por
el proceso de acumulación de reservas que protagonizan los países del Sur. La
demanda de alimentos y de recursos naturales, sumado a administraciones
ordenadas, han dado en rédito triplicar la cantidad de dólares que guardan las
distintas Casas Centrales Latinoamericanas. Estas dos realidades ubican a la
región en un lugar de privilegio, frente a un mundo financiero incierto,
permitiéndonos proyectar estrategias nuevas para el desarrollo y la igualdad de
nuestros pueblos.
Por todo esto, allá en Caracas por el 2005, Hugo Chávez le
lanzó la propuesta al primer mandatario argentino, Néstor Kirchner, de formar
una nueva arquitectura financiera subcontinental, que prontamente la denominaron,
“Banco del Sur”. “Entre los días 9 y 11 de marzo de 2007, las Repúblicas de
Bolivia, Argentina y Bolivariana de Venezuela suscribieron un Memorandum de
Entendimiento para la
Constitución del Banco del Sur. Este documento estipulaba que
en un período prorrogable de 120 días se conformaría esta innovadora instancia
financiera. Posteriormente, los gobiernos de Paraguay, Ecuador y Brasil se
sumaron a la iniciativa y el MERCOSUR, por medio de los cancilleres y ministros
de economía de sus miembros, dio el visto bueno para su creación. A partir de
ese momento y en vista del contexto económico, político y social (aparentemente
favorable para una mayor integración financiera regional) surgió un intenso
debate sobre cómo debería funcionar esa institución y cuáles deberían ser sus
principios rectores”, cuenta Antulio Rosales, en su interesante articulo
periodístico: “El Banco del Sur y el Sucre”.
En medio de la gigantesca crisis financiara, la construcción de
una institución financiera, que no dependa de las viejas, tomó fuerza en la
etapa que la región busca cambios políticos y económicos para revertir los
errores del pasado, donde la dependencia a los organismos de créditos
internacional, genero la banca rota de las economías nacionales. Más aun, en un
momento global que exige un cambio de timón, pero que los factores que
generaron la actual crisis económica, parecieran que van a seguir tal como
están: que la enfermedad que aqueja al sistema especulador, no será combatida;
sino emparchada, aguardando otra explosión.
En cambio, esta nueva arquitectura financiara, tendrá como
objetivo cuidar a Sudamérica de los movimientos anacrónicos del planeta,
financiando a nuestros países para el desarrollo productivo, social y
tecnológicos. También la propuesta de un Fondo y una Moneda Común, son puntos
ambiciosos y desafiantes para el Futuro: “Banco del Sur (sería) el corazón de
una red de bancos de desarrollo, reorientados hacia un esquema alternativo, la
articulación de los bancos centrales latinoamericanos en torno al Fondo del Sur
como eje central; y la convergencia hacia un esquema monetario común, a partir
del desarrollo de un sistema de pagos sustentado en una moneda de cuenta
regional”, expresaba Rafael Correa, en Bs. As, hace cuatro años.
Como dijimos, el Banco del Sur hoy es una prioridad de
casi la totalidad de los países de la región. Hace pocos días, la Cámara de Diputados de la Argentina acordó que el
próximo 7 de septiembre trataran la propuesta para que el presupuesto del 2012
contemple la inversión de 400 millones de peso, destinados a la creación del
fondo del Banco del Sur, el cual en su totalidad contará con 20.000 millones de
dólares con aporte de los demás países. Argentina, Brasil y Venezuela, serán
los que más dinero destinen, aunque, luego de algunos cruces, cada país tendrá
un voto, dejando de lado su cantidad de acciones correspondientes. “El
gobierno venezolano, por su parte, impulsó la creación del Banco del Sur como
una institución “alternativa” a las tradicionales e incluso lo pensó como un
organismo sustitutivo. Igualmente, defendió el mecanismo de `un país- un voto´,
al tiempo que rechazaba el financiamiento del sector privado y pone énfasis en
la producción estatal, cooperativa y comunitaria. Por otro lado, se mantiene la
pregunta de si el sector de infraestructura deberá ser la prioridad en cuanto
al financiamiento que deberá otorgar el Banco”, continua Antulio Rosales.
Al igual que Unasur, el Banco del Sur propone desde lo
económico una salida a la dependencia de los organismos multinacionales que durante
décadas vivieron a costa de nuestro empobrecimiento. También la posibilidad de
autofinanciar el desarrollo de nuestra región, sin pedir sangre a cambio. Hoy
parece que el Banco del Sur es un hecho, y con él, se alimentan sueños de
prosperidad y trabajo en conjunto.