"Ladrillos de futuro" por Gastón Florio NUESTRA AMÉRICA NÚMERO 10, agosto 2011

Ladrillos de futuro

Por Gastón Florio
gastonflorio@elpancholacoca.com.ar

Sin dudas, cuando a nuestros hijos les toque estudiar la historia que hoy se está escribiendo, en sus pequeños oídos resonarán las estrofas de “Libertad, Libertad, Libertad…”. O quizás, la primera década del Siglo XXI se titulará en los libros de historia, con la frase sanmartiniana que despertó sueños de todo el continente, de Tierra del Fuego hasta el Orinoco: “Seamos libres, lo demás no importa nada”. Sin embargo, hoy nosotros estamos protagonizando ese pasado para ellos, el cual presenta incertidumbres cotidianas. Entonces: nuevos vientos continentales corren, y se proyectan bajo lineamientos y consignas que van en contra de ellos, y a favor nuestro, de nuestro futuro, de las nuevas generaciones. Contra el capital financiero internacional; el mismo que durante décadas nos dio la mano para agarrarnos el codo. El que presta $2 para cobrar $10, y luego meterse en la política interna de otro. Ese que se llama Banco Mundial, Bid y Fondo Monetario Internacional. Entendiendo esto, en el 2005, Hugo Chávez lanzó la propuesta, para karma de los ortodoxos financistas internacionales: “creemos un Banco continental…”
Las crisis que recorrían nuestras tierras hace una década (o la que hoy vive Chile) se vieron atadas, estrechamente, a la dependencia de las economías Latinoamericanas a los organismos internacionales de crédito, que frente a la falta de pago de sus deudas externas, exigían ajustes económicos para acrecentar su capacidad de pago. Al mismo tiempo, inmersos en la lógica del pago sólo de intereses de la deuda, generando, así, una perfecta bicicleta financiera, nuestra situación de morosos se acrecentaba día a día. "El crédito era para pagar el vencimiento de las cuotas del FMI (Fondo Monetario Internacional) y se revertían con créditos que servían supuestamente para potenciar nuestras educación, pero se terminaba pagando nuevas refinanciaciones de la deuda argentina. Entonces, esos bancos perdieron totalmente su objetivo y esperemos que en algún momento lo recuperen", decía Néstor Kirchner en su visita a Caracas en el 2007. Estos préstamos extorsivos hoy los ven los países europeos que transitan en medio de la crisis económica mundial. Frente a su recesiones y caída en picada de sus bonos, las recetas exigidas por el FMI, el Banco Mundial y el Bid, son las mismas que las impuestas en la región del Sur una década atrás: ajustes de su economía, recorte de planes sociales y miles de despidos, acelerando así, su conflicto social interno.
Por esto, los nuevos gobiernos latinos han optado por la política de desendeudamiento y acumulación de reservas, para romper su dependencia del capital volátil internacional. Como el caso de la Argentina, su política de desendeudamientos asumida desde el 2003, consistió en negociar cada pago con los acreedores sobre el monto de la deuda, obteniendo quita de intereses de hasta un 70%. Así se logro poner las cuentas en orden, y no tener que soportar demandas externas. Otro caso, pero que también se embarca dentro de esta política, lo presenta la Republica del Ecuador que optó por investigar judicialmente su deuda externa, logrando de este modo, desconocer parte de ella por encontrar distintas irregularidades (por actos de corrupción o porque en el momento de adquirir prestamos, fue a través de gobiernos ilegítimos). Esto acompañado por el proceso de acumulación de reservas que protagonizan los países del Sur. La demanda de alimentos y de recursos naturales, sumado a administraciones ordenadas, han dado en rédito triplicar la cantidad de dólares que guardan las distintas Casas Centrales Latinoamericanas. Estas dos realidades ubican a la región en un lugar de privilegio, frente a un mundo financiero incierto, permitiéndonos proyectar estrategias nuevas para el desarrollo y la igualdad de nuestros pueblos.
Por todo esto, allá en Caracas por el 2005, Hugo Chávez le lanzó la propuesta al primer mandatario argentino, Néstor Kirchner, de formar una nueva arquitectura financiera subcontinental, que prontamente la denominaron, “Banco del Sur”. “Entre los días 9 y 11 de marzo de 2007, las Repúblicas de Bolivia, Argentina y Bolivariana de Venezuela suscribieron un Memorandum de Entendimiento para la Constitución del Banco del Sur. Este documento estipulaba que en un período prorrogable de 120 días se conformaría esta innovadora instancia financiera. Posteriormente, los gobiernos de Paraguay, Ecuador y Brasil se sumaron a la iniciativa y el MERCOSUR, por medio de los cancilleres y ministros de economía de sus miembros, dio el visto bueno para su creación. A partir de ese momento y en vista del contexto económico, político y social (aparentemente favorable para una mayor integración financiera regional) surgió un intenso debate sobre cómo debería funcionar esa institución y cuáles deberían ser sus principios rectores”, cuenta Antulio Rosales, en su interesante articulo periodístico: “El Banco del Sur y el Sucre”.
En medio de la gigantesca crisis financiara, la construcción de una institución financiera, que no dependa de las viejas, tomó fuerza en la etapa que la región busca cambios políticos y económicos para revertir los errores del pasado, donde la dependencia a los organismos de créditos internacional, genero la banca rota de las economías nacionales. Más aun, en un momento global que exige un cambio de timón, pero que los factores que generaron la actual crisis económica, parecieran que van a seguir tal como están: que la enfermedad que aqueja al sistema especulador, no será combatida; sino emparchada, aguardando otra explosión.
En cambio, esta nueva arquitectura financiara, tendrá como objetivo cuidar a Sudamérica de los movimientos anacrónicos del planeta, financiando a nuestros países para el desarrollo productivo, social y tecnológicos. También la propuesta de un Fondo y una Moneda Común, son puntos ambiciosos y desafiantes para el Futuro: “Banco del Sur (sería) el corazón de una red de bancos de desarrollo, reorientados hacia un esquema alternativo, la articulación de los bancos centrales latinoamericanos en torno al Fondo del Sur como eje central; y la convergencia hacia un esquema monetario común, a partir del desarrollo de un sistema de pagos sustentado en una moneda de cuenta regional”, expresaba Rafael Correa, en Bs. As, hace cuatro años.
Como dijimos, el Banco del Sur hoy es una prioridad de casi la totalidad de los países de la región. Hace pocos días, la Cámara de Diputados de la Argentina acordó que el próximo 7 de septiembre trataran la propuesta para que el presupuesto del 2012 contemple la inversión de 400 millones de peso, destinados a la creación del fondo del Banco del Sur, el cual en su totalidad contará con 20.000 millones de dólares con aporte de los demás países. Argentina, Brasil y Venezuela, serán los que más dinero destinen, aunque, luego de algunos cruces, cada país tendrá un voto, dejando de lado su cantidad de acciones correspondientes. “El gobierno venezolano, por su parte, impulsó la creación del Banco del Sur como una institución “alternativa” a las tradicionales e incluso lo pensó como un organismo sustitutivo. Igualmente, defendió el mecanismo de `un país- un voto´, al tiempo que rechazaba el financiamiento del sector privado y pone énfasis en la producción estatal, cooperativa y comunitaria. Por otro lado, se mantiene la pregunta de si el sector de infraestructura deberá ser la prioridad en cuanto al financiamiento que deberá otorgar el Banco”, continua Antulio Rosales.
Al igual que Unasur, el Banco del Sur propone desde lo económico una salida a la dependencia de los organismos multinacionales que durante décadas vivieron a costa de nuestro empobrecimiento. También la posibilidad de autofinanciar el desarrollo de nuestra región, sin pedir sangre a cambio. Hoy parece que el Banco del Sur es un hecho, y con él, se alimentan sueños de prosperidad y trabajo en conjunto.