"Aceleradamente se reagrava la crisis internacional" por Lido Iacomini GLOBO NÚMERO 9, julio 2011

Aceleradamente se reagrava la crisis internacional

Por Lido Iacomini

Han pasado ya cuatro años desde el momento en que empezó a evidenciarse el desenvolvimiento de la gran crisis financiera internacional, con el estallido de las Sub Prime en EEUU. Un año después en plena crisis global, Cristina Fernández de Kirchner pronuncia el que sería su famoso discurso en la arena internacional, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, denominandola efecto Jazz, en contraposición a las denominaciones de las crisis anteriores que tuvieron centro en países periféricos. Eran efecto Tequila, o Tango…. No, ésta vez la crisis había llegado al corazón del imperio.

Hoy, a cuatro años vista de ese comienzo que luego se constituyó en la peor crisis de la historia del capitalismo, asistimos como si fuera un cuento lejano que no nos atañe, a los prolegómenos indicativos de una nueva fase de reagravamiento de la misma. Desplazamiento parcial de escenario mediante, ahora es Europa la que se sacude aunque no es posible descartar un default norteamericano. Sucesivos y siniestros acontecimientos de distinto carácter y magnitud, políticos o militares unos y miniestallidos financieros otros, así lo presagian.

Algo pareciera teñirlos en común y es el carácter confuso que los envuelve. El caso Strauss Kahn, el director francés del FMI, resulta paradigmático. Influyente como ningún otro en el convulso escenario financiero internacional, fue volteado de su cargo por un presunto caso de  violación de una mucama de hotel, con pruebas por las que hoy ningún investigador mas o menos serio daría un céntimo. Ahora las presunciones apuntan a la fuerte connotación política del cambio de timón ocurrido en el FMI, un gambito Sarkozy que desplazó de las manos socialistas (a la europea desde ya) de Strauss a las del mas crudo conservadurismo de la ministra de economía de Francia a la par que hundía la candidatura del dirigente a la presidencia mas peligroso para su continuidad. Evidentemente un “polvo” envenenado.

La crisis militar en Oriente medio y lejano, donde la sangrienta agresión de la OTAN sobre Libia, pone en primer lugar la barbarie imperialista conducida ahora por los franceses, apenas oculta la mano norteamericana asociada en la intervención, en el marco de una dura disputa entre EEUU e Inglaterra de un lado y la Zona Euro por la otra girando alrededor del pago de los costos de la crisis global. Ya que Grecia, que ofreció su libra de carne, es tan solo la punta de un iceberg del que no se conoce el tamaño real. A su vez la infame guerra desatada contra la autonomía Libia encubre la crisis general que ha estallado en el mundo árabe, tributaria de las traiciones de sus dirigentes a la lucha tercermundista de generaciones anteriores y del insoportable yugo absolutista sobre sus pueblos.

Así el arco que une los acontecimientos del Medio y Extremo Oriente con las bancarrotas en serie de Europa y la crisis en la economía real norteamericana no tiene la coloratura de una disputa de espacios por la expansión del sistema imperialista mundial sino el acre olor de las disputas dinásticas en busca de eludir la sepultura. La Francia de Sarkozy pone los bombarderos que asesinan en Trípoli, ansiosa de recuperar un papel internacional que hace ya décadas cedió a los yankys. Mientras pide a su socia alemana que modere las exigencias sobre los clientes morosos de su sistema bancario, encabezados por Grecia en su marcha hacia la guillotina, porque el riesgo es ni mas ni menos que el estallido de la Eurozona.

Sin Plan B que tiente una salida reformadora de las aristas mas crudas que exponen los sectores financieros que hoy lideran la economía central -a pesar de su responsabilidad en la bancarrota- insisten  en las recetas del FMI y en embestir militarmente para continuar  ejerciendo el poder imperial. La salida reformista de Obama ante la caída inexorable de Bush ha pasado a mejor vida.

La repercusión latinoamericana

Lo primero que es necesario señalar, es que el ritmo de las medidas desenvueltas por América Latina, aunque acertadas y en muchos sentidos revolucionarias, no está a la altura de la velocidad de la crisis mundial y que a corto plazo el agravamiento de la crisis europea con la consecuente caída de la actividad económica mundial y la disminución de la demanda global arribará a nuestras costas. Si bien la demanda de productos alimenticios y primarios en general es poco elástica y hay factores -como la inserción creciente de los nuevos mercados emergentes a los que hay que alimentar -la dependencia de economías agrarias concentradas en manos oligárquicas contienen a su vez una cuota de peligrosidad, como lo mostró la crisis de la 125 en nuestro país. La modernidad (en el buen sentido) depende del desarrollo industrial. Y este requiere una expansión de la inversión y un control financiero creciente así como organismos supranacionales de la región.

Los asuntos internacionales, aún aquellos que sin duda escapan a nuestras posibilidades de acción, cobran una vital y estratégica importancia ya que en el marco de las turbulencias en que se desenvuelve la crisis internacional, la Argentina deberá optar, sin excluirse, por un perfil G20 ó la creación efectiva de nuevas herramientas del UNASUR (por. Ej. Banco del Sur). Por supuesto hay quienes colocan la varilla más alto e impulsan a que nuestro gobierno se sume al ALBA. Yo creo que esto no es mas que una manifestación de voluntarismo político y no está dentro del menú real para el perfil de Argentina, aunque debamos defender el ALBA. Los dilemas que le plantea a nuestro país el papel que su industria automotriz en asociación estrecha con Brasil (de la que aún es posible esperar una fuerte expansión), no es mas que una muestra de la alianza estratégica que por un largo período necesitamos  transitar.

 Este discordancias aparecen porque el UNASUR enfrenta dificultades para abrirse camino y la velocidad de su construcción no está a la altura de la gravedad de la crisis internacional. Poderosos intereses económicos pretenden limitarnos a un G20 que no se logra desprender de los instrumentos que la crisis caducó y dilatan la construcción posible, hoy, de una nueva hegemonía, sin esperar los nuevos fracasos que la reiteración de las recetas del FMI inevitablemente acarreará. Varios factores operan negativamente: no está mas Lula al frente de nuestro principal socio estratégico y si bien Dilma parece seguir su rumbo, la lucha interna no se salda y los intereses de los monopolios paulistas junto a la dependencia de los volátiles capitales externos que sufre Brasil pisan el freno. Y sobre todo la Unasur no tiene más un secretario general como Néstor Kirchner que le imprima un audaz sello. No hay conciencia suficiente de la importancia que el crecimiento de la inteligencia internacional de N. Kirchner tuvo y del papel de los liderazgos en el nuevo perfil latinoamericano. Ese trío – Lula, Néstor y H. Chávez- constituyeron una potencia formidable. En ese marco en los últimos tiempos aparece opacada la figura de Hugo Chávez (más allá de su actual enfermedad que esperemos que sea felizmente superada) por los problemas económicos y políticos que padece Venezuela. 

En realidad hay un equipo latinoamericano que debe reaparecer para protagonizar un rumbo económico y político del subcontinente que nos de el marco estratégico sin el cual no tenemos destino.