"Cuando el marketing supera a la política" por Sacha Pujó POR ACÁ NÚMERO 9, julio 2011

Cuando el Marketing Supera a la Política

Por Sacha Pujó
sachapujo@elpancholacoca.com.ar

Las siguientes líneas surgen de la confluencia de sensaciones como el asombro, la sorpresa y también la indignación que me produce, como a otros tantos habitantes de la Ciudad de Buenos Aires, el triunfo aplastante del intendente, Mauricio Macri, en las últimas elecciones. Si bien se presumía a priori, a través de la información que aportaron las encuestas de todas las consultoras, que Macri ganaría, ninguna pudo estimar que la victoria sería tan holgada. A lo sumo algunas vaticinaban una diferencia de doce puntos, pero ninguna mostraba que prácticamente uno de cada dos porteños votaría al candidato del Pro. Se pueden establecer varias hipótesis que permiten explicar semejante resultado, y sin duda todas tienen algo de certeza, pero lo que queda pendiente es una gran pregunta sociológica: ¿Por qué la mayoría de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires reeligió  la gestión de Macri?
En el Frente para la Victoria, algunos miembros como el jefe de campaña Alberto Quevedo, han optado por una visión optimista al afirmar que fue la mejor elección del Kirchnerismo en la ciudad de Buenos Aires. Seguramente sus palabras no querrán desalentar las posibilidades que otorga el balotaje; no obstante lo preocupante es la falta de crítica y la omisión de las causas que dieron como resultado una elección que, teniendo en cuenta una intención de voto del 40% de los porteños con respecto a Cristina Fernández de Kirchner, junto con la paupérrima gestión de Macri, fue un fracaso. 
Una de las hipótesis podría ser que la Capital Federal tiene históricamente una fuerte base social antiperonista, y en este sentido el voto a Macri representaría una tendencia fundamentalmente antikirchnerista. Si bien esta presunción logra explicar la conducta de un porcentaje del electorado, al mismo tiempo naturaliza una especie de ser social porteño y lo transforma en una suerte de fatalismo político incapaz de ser modificado. Además es difícil sostener que el voto se explica meramente por una convicción ideológica, ya que influyen aspectos más prácticos y concretos.
Otra hipótesis se basa en que la mayoría de los ciudadanos porteños, o por lo menos  una parte importante, no tiene acceso a las diversas fuentes de información. Este punto puede visualizarse fácilmente a través de la “guerra” que los principales medios de comunicación, los hegemónicos creadores y reproductores del sentido común, le han declarado al oficialismo desde el conflicto con la patronal agraria. Por un lado entonces, los principales medios deciden no informar acerca de las cuestiones netamente negativas de la gestión del  Pro, y por otro lado a muchos no les interesa informarse desde otras fuentes porque esa conducta implicaría una serie de rupturas con sus esquemas incorporados y estructurantes de interpretar el mundo.
El candidato que sacó el 47,5% de los votos se encuentra procesado por las escuchas ilegales, tiene causas por las patotas de la Ucep, que reprimen a individuos que viven en la calle. Por otro lado ha sido denunciado por campaña sucia, en tanto se le atribuye la creación de los carteles que vinculan a Daniel Filmus con Shocklender, falsamente firmados por Proyecto Sur y el Frente de Izquierda.
 En cuanto a los logros de la gestión son muy escasos. En primer lugar ni la Policía Metropolitana ni el Metrobús, ni las bici sendas han conseguido hasta ahora influir o mejorar el nivel de calidad de vida ni la seguridad de los habitantes. Con respecto a hospitales y viviendas nada se ha hecho, y en relación a la prometida extensión de los subterráneos, de 10 Km. por año, sólo concretó cuatro cuadras. Estos datos parecieran no llegar a la mitad de los hogares porteños, o bien puede especularse  que sus esquemas de pensamiento generan serias resistencias a percibir los hechos de la realidad, como un paciente neurótico que pone resistencias a sus problemas durante su tratamiento.
Existe una tercer hipótesis, complementaria de las anteriores, que queremos enfatizar especialmente teniendo en cuenta las futuras elecciones, con el objetivo de modificar ciertos aspectos de las campañas: el tema del marketing en la política. Podemos ensayar  una definición de marketing como el conjunto de las estrategias publicitarias que tienen como fin persuadir o convencer a los individuos para que se transformen en consumidores del producto que se ofrece, y en esta línea lo fundamental es presentarlo como una necesidad.
En la campaña del Pro el marketing fue la principal propuesta. Puede observarse claramente una diferencia muy radical entre aquella campañas y la del Frente para la Victoria. La primera ofreció el producto Macri entre globos de colores, lemas como “juntos venimos bien”, “sos bienvenido” y fotos del intendente con “vecinos comunes”. Es decir, una campaña bastante vacía de contenido político, entendido como propuesta de acción concreta. En cambio el FpV apostó a una campaña que podríamos interpretar como setentista clásica. Esto implica apostar a los actos militantes, a la propuesta de proyectos reales, a las caminatas agotadoras por los barrios de la ciudad para escuchar y convencer a los vecinos, entre otras. El problema es que este tipo  de operación sólo logra convencer más a los ya convencidos. En un contexto histórico donde los símbolos, las imágenes y la realidad virtual son espacio de disputa, dejar de lado el aspecto marketinero o mercantil lleva indefectiblemente a la derrota de la política. Tampoco puede afirmarse que si Filmus hubiera utilizado estrategias de marketing habría ganado, pero se trata de poner discusión uno de los aspectos centrales que intervino en la tremenda diferencia de votos que se produjo.