"Promesas" por Pablo Perez ACORDATE NÚMERO 9, julio 2011

PROMESAS

Por favor no hagas promesas sobre el bidet
por favor no me abras más los sobres.
(…)
A veces estoy tan bien, estoy tan down.
Calambres en el alma,
cada cual tiene un trip en el bocho
difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo.
Carlos Alberto García


Por Pablo Perez

Desde las bambalinas del escenario se escucha el canto de un prolijo gentío. Las luces, rigurosamente amarillas bailan al compás del sonido. Todo está prolijamente pensado. Todo transcurre según lo planeado explica uno que no se quién es, pero tiene una credencial que lo acredita a explicarnos lo que acontece.

Alguien se acerca con gesto severo y solicita que me aleje del lugar en el que me encuentro. Prefiero no molestarlo, siento no me conviene. Minutos después observo el lugar que abandoné, ahora lo ocupa una tropa de seguridad que avanza abriéndole camino a él. Un colaborador que suda más de la cuenta se le acerca y le confirma con una sonrisa que ya todo está listo.

Segundos después las luces del enorme y elegante salón se apagan. Los gritos se encienden, son voces jóvenes llenas de excitación. Confieso que por un momento sentí el contagio, pero solo por uno momento. Un maestro de ceremonias anuncia la presencia de aquel al que todos estaban esperando. Con un grito digno de relator deportivo le da la bienvenida.

Sortea los escalones que lo depositan en el escenario con un salto, camina, casi bailando mientras las luces lo persiguen, se acerca al filo y eleva sus manos saludando a cada rincón, a cada uno de los presentes que lo vivan. No caben dudas, es él.

En el escenario no hay tarima y entre la gente no hay banderas. Entre él y ellos no hay nada que se interponga. Sonriente recorre de un lado hacia otro el espacio, hace gestos a los suyos que desde el costado levantan sus pulgares en señal de confianza, arremanga su camisa celeste claro prolijamente colocada dentro de su pantalón pero sin corbata. Gana el centro de la escena mientras las luces lo iluminan. La función parece, va a comenzar.


Hemos llegado hasta acá juntos con la profunda convicción de que juntos podemos cambiarle la cara a la política, juntos podemos cambiar la cara de nuestra querida ciudad. Queremos dejar de lado las palabras para encarar las acciones. Hoy, estamos acá, hablando, pero pronto, estaremos haciendo una ciudad mejor, una ciudad que nos guste más que la que tenemos hoy. Tenemos la inteligencia y la seriedad necesaria para hacerlo.

Sabemos que es necesaria una nueva forma de hacer política y por eso aquí estamos reunidos, todos ustedes, todos nosotros, juntos para hacer que Buenos Aires sea esa ciudad que alguna vez fue, otra vez y pronto. Sabemos gestionar, sabemos cómo mejorar la calidad de vida de cada vecino, y vamos a hacerlo, no es una promesa, es un hecho. Sabemos que quieren los vecinos de nuestra ciudad. Fuimos a preguntar, a tocar timbre por timbre, calle por calle, barrio por barrio. Basta de palabras, somos nosotros quienes les daremos hechos. Si se puede, si se puede. Vamos. Juntos podemos.

Los aplausos estallan ensordecedoramente.

Este sueño nació hace cuatro años, y fuimos creciendo, aprendiendo de nuestros propios errores, escuchándolos a ustedes, pidiéndoles que nos guíen, y porque ustedes nos lo pidieron en las calles en cada espacio en el que nos encontramos, acá estamos y sabemos que vamos a ganar.

Desde la multitud nace una canción que no logro distinguir, una canción que parece responder al anhelo de victoria. El sí la distingue, por un momento se hace uno con su gente en el canto, sonríe y levanta las manos para poder seguir. Tiene mucho que contar.

En este tiempo hemos mejorado las ideas y ha cambiado nuestro equipo de trabajo, pero lo que no cambió y nunca va a cambiar es nuestra esencia y nuestra esencia es no confrontar, nuestro único enemigo son los años de frustraciones, los años de vivir asustados, inseguros en esta ciudad. Somos un bicho raro en la política por estas cosas, pero saben qué, somos lo nuevo, somos la gente, somos los que se mueven sin micros y choripán porque nos queremos hacer cargo del dolor de esta ciudad terminando con el daño. Nos hemos preparado para gobernar, y sabemos que esta vez ganaremos las elecciones. Nuestro único compromiso es con los vecinos, con nadie más, queremos cuidar su plata más que si fuese nuestra. Con la plata propia uno puede ser generoso pero con la ajena hay que ser austero. Llega la hora en Buenos Aires de hablar menos y hacer más.

Yo quiero agradecerles porque somos la fuerza que más está creciendo gracias a ustedes, porque nosotros, nuestro sueño depende de ustedes, la ciudad depende de todos los que estamos aquí y de todos los que en las urnas vamos a apostar por una ciudad mejor.

Aprovecha los aplausos para abandonar el centro del escenario en busca de un poco de agua. Siente la garganta seca por las luces y el calor del lugar. Necesita humedecer la gola. Hay mucho todavía por decir.

Es mucho lo que tendremos que hacer, pero no nos asusta, tenemos un plan para cada una de las necesidades de nuestros vecinos, tenemos propuestas claras para cada problema de la ciudad, tenemos cada una de las soluciones que los porteños vienen reclamando desde hace tantos años. Sabemos que hay que terminar con el miedo y esto es lo más urgente. No podemos seguir viviendo así. Hoy te matan por nada y la justicia y los que nos gobiernan miran para otro lado, no nos cuidan, no hacen lo que tienen que hacer. Por eso no pararemos hasta tener un policía en cada esquina. Si es necesario tener una policía propia para lograrlo la tendremos. Una policía con mayor presupuesto, con más y mejor equipamiento, mejor paga, una policía que nos cuide, especialmente en las zonas más abandonadas de nuestra ciudad. Una policía que acabe de una vez por todas con la droga en nuestros barrios, que persiga a quien tenga que perseguir para cuidarnos, para devolvernos la libertad de caminar nuestra ciudad.

Por eso también sabemos de la necesidad de urbanizar las villas. Hace más de cincuenta años que no paran de crecer en nuestra ciudad estos espacios carenciados. En diez años, apenas diez años, todas las villas de nuestra ciudad podrían convertirse en barrios en donde todos podamos entrar, en donde no haya mas aguantaderos de delincuentes. Lo hemos visto en otras ciudades del mundo, se puede, por qué nosotros no podríamos hacerlo.


Lentamente van subiendo al escenario los colaboradores más cercanos, los compañeros de partido, los aliados. Se acomodan uno al lado del otro, detrás suyo. Aplauden y mediante señas dialogan ellos también con la multitud. Mueven su cabeza en señal de aprobación a cuanto escuchan.

No necesitamos que nos expliquen que para prevenir la delincuencia es necesario recuperar la educación. Lo sabemos. Nuestros equipos técnicos han estudiado la terrible situación de nuestras escuelas, sobre todo en el sur de la ciudad, en dónde no alcanzan las vacantes y los pocas aulas que hay se caen a pedazos. Por eso, construiremos veinte escuelas en el sur postergado. Pero saben qué, las aulas hay que llenarlas y vamos a hacerlo con la ampliación de los cupos de becas y la garantía de ciclos lectivos con 180 días de clases. No queremos a nuestros maestros en las calles pidiendo por su salario y por las condiciones en las que trabajan. Sabemos de su esfuerzo y lo que pelean por nuestros pibes, los escuchamos y pondremos todo nuestro esfuerzo desde el primer día de gestión para invertir más y más en educación.

 Queremos hospitales que funcionen, con médicos que atiendan a sus pacientes con tranquilidad, sin el apuro de saber que tienen treinta personas más esperando por ellos. Por eso  vamos a extender al horario vespertino la atención de los centros de salud. Todos sabemos que con la demanda que generan los que vienen desde la provincia de Buenos Aires, los que vienen desde todas las provincias del país y hasta de países limítrofes nuestro sistema sanitario está colapsado. Por eso es urgente la construcción de nuevos hospitales, nuevas salas de atención primaria y nuevos dispensarios. No podemos permitir que nuestros vecinos tengan que hacer colas desde la madrugada para conseguir con suerte un turno para atenderse en sus hospitales. Vamos a terminar con esto instrumentando un sistema informático de turnos. Vamos a invertir en infraestructura y equipamiento. No puede haber un solo hospital más en la ciudad que no tenga los aparatos necesarios y en funcionamiento al servicio de los vecinos.

Los fotógrafos se apiñan debajo del escenario y trabajan buscando la imagen para la tapa de los diarios de mañana. Por un momento pareciera que él los mira fijo y les sonríe. Sabe que su informalidad es una excelente carta de presentación.  Ahora mira fijo a las cámaras de televisión, son muchísimas, se acerca hacia ellas y sigue con su discurso. Le explicaron que la hora del acto coincide con la de los noticieros y seguramente este saliendo en vivo llegando a cada familia y con soltura les habla.

El mismo día en que asumamos como nuevo gobierno comenzaremos a trabajar para solucionar el terrible problema de tránsito que hay en la ciudad. Entre piquetes, baches y el mal funcionamiento del transporte público, circular por Buenos Aires es un verdadero peligro y un caos. Por eso y de una buena vez por todas ampliaremos el recorrido de las líneas de subterráneos. Sabemos cómo hacer para construir diez kilómetros por año. Los recursos existen, solo hay que dejar el clientelismo y la mala selección del personal de lado para que los porteños podamos viajar como personas y no como ganado. Santiago de Chile lo logró, Madrid lo logró, por qué no podemos lograrlo nosotros. Queremos también, que cada paso a nivel se convierta en un paso subterráneo o aéreo eliminando así las demoras y los peligros que ocasionan las barreras de los trenes.

Soñamos con que Buenos Aires vuelva a ser la capital de la cultura. Nos hemos acercado a artistas y junto a ellos, con su apoyo recuperaremos los espacios distintivos de nuestra ciudad que han sido descuidados y destruidos por los gobiernos anteriores. El Teatro Colón, el Teatro San Martín, deben volver a brillar como en las viejas épocas, para que todos podamos disfrutarlos nuevamente y sentirnos orgullosos de nuestra identidad, de nuestra cultura que es nuestra historia, nuestra carta de presentación al mundo.

No puede ser que en nuestra ciudad sigamos ignorando a todos aquellos que tienen dificultades para circular por las calles a causa de algún tipo de discapacidad…

Miro mi reloj, y me alejo lentamente. La voz se va apagando de a poco a medida que me acerco a una puerta pequeña que me lleva a la calle. Subo a un taxi, le indico mi destino mientras me acomodo en el asiento y me alegro que la radio esté apagada.



Junio de 2007