"El dolor en las Honduras" por Mauricio Amiel NUESTRA AMÉRICA NÚMERO 9, julio 2011


El dolor en las Honduras

Por Mauricio José Amiel
mauricioamiel@elpancholacoca.com

Manifestaciones reprimidas con armas de fuego, medios de comunicación sacados del aire, periodistas detenidos, toque de queda, corte del suministro de electricidad y teléfono; allanamiento de la casa del presidente, detención y exilio para él. Gobierno “transitorio”, elecciones, proscripción. Victoria cantada.
¿A qué nos suena? ¿A guerra fría versión tercer mundo? ¿A Plan Cóndor? ¿Al siglo pasado? Podría ser, pero se trata algo que paso anteayer, hace dos años, en 2009, en Honduras. El presidente electo democráticamente era derrocado por un golpe de Estado, obligado a exiliarse y proscripto para las ulteriores elecciones. Fue en la madrugada del 28 de junio, en Tegucigalpa, a causa –detonante, como siempre- de su propuesta para modificar la Constitución mediante una “Asamblea Constituyente”. La idea era presentar, en las elecciones generales que se celebrarían en noviembre de ese año, una “cuarta urna” (además de la municipal, en la que se eligen los alcaldes; la departamental, en la que se eligen diputados; y la nacional, en la que se elige el presidente) con un referéndum para decidir si se convocaba o no una Constituyente con el fin de modificar la Constitución de 1982. El hecho fue interpretado como un intento para conseguir la reelección, lo que era técnicamente imposible dado que la elección a presidente iba a ser el mismo día que el referéndum. De hecho Zelaya –y esta es la faca trapera que le enterraron lubricada con jurisprudencia- fue acusado por el Congreso de violentar el estado de derecho –además de que estaba incapacitado mentalmente- al estar buscando su reelección, ya que ésta está vedada por la Carta Magna del país. Bajo esta premisa, también fue prohibido el referéndum. Así más o menos las cosas, Zelaya fue detenido y llevado a Costa Rica, primer sede de su exilio. Luego se siguieron las manifestaciones –de ambas partes- la represión, el silenciamiento de los medios, hasta algunas muertes a mano de armas legales. La Suspensión de las Garantías Individuales (léase “Estado de sitio”). La condena internacional del suceso fue total, pues no hubo, en esa primera instancia, ningún país que se animara a defender el golpe. La OEA suspendió al país como miembro en tanto no se restituyera el gobierno democrático de Zelaya; el BID y el Banco Mundial suspendieron la entrega de ayudas (así le dicen ellos) al país; la Comunidad Europea retiró en bloque a sus embajadores del país. La ONU pidió la reincorporación de los representantes que habían sido elegidos democráticamente; otro tanto el Sistema de Integración Centroamericana. El MERCOSUR declaró que no reconocería a ningún gobierno que surgiera de las ulteriores elecciones; lo mismo hizo el ALBA, y así otros organismos internacionales y los presidentes o sus cancilleres de manera particular. Después vinieron las elecciones en las que ganó Porfirio Lobo (del conservador Partido Nacional, uno de los dos partidos tradicionales que conforman el bipartidismo Hondureño; el otro es el Partido Liberal) en condiciones denigrantes para cualquier democracia que se precie de tal. El diario pro corporaciones El País, de España, decía después de las elecciones: “Si las elecciones que se celebraron ayer en Honduras son un fraude, como asegura el depuesto presidente Manuel Zelaya, el fraude se perpetró casi con normalidad.” Increíble. Sin embargo -“la pucha que trae liciones el tiempo con sus mudanzas” como dice Martin Fierro- hoy en día el nuevo gobierno es reconocido por  los Estados Unidos, Colombia, Perú, y muchos otros. En realidad, sólo Argentina, Brasil, Cuba, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela no lo reconocen.
Ahora se han cumplido 2 años de aquello. Zelaya ha podido regresar –llegó recibido por miles de simpatizantes el 28 de mayo de este año- pero la democracia sigue fuertemente dañada. El presidente Lobo busca el diálogo con los diferentes actores políticos para ver qué salida se le puede dar a la crisis que vive el país. Justamente en estos días convocó a un diálogo a 11 frentes políticos, donde cada uno expuso sus propuestas para dar salida a la crisis política que vive el país. Entre las propuestas hay varias que apuntan a soluciones superficiales, puesto que no bucean en las verdaderas causas que llevaron al país a su situación actual. Debemos mencionar acá que esta crisis es producto de dos décadas de neoliberalismo despiadado que siguieron a dos décadas y media de gobiernos militares. En las últimas décadas, si bien creció el PBI del país, la desigualdad creció aun más, llevando a miles de personas a vivir en la pobreza. Cuando Zelaya llegó al poder buscó el cambio en la misma sintonía que muchos de sus vecinos: se sumó al ALBA y entabló relación con los gobiernos populares de Sudamérica, dejando de lado a los consejeros tradicionales -FMI, Banco Mundial, Estados Unidos, Unión Europea- y ganándose la oposición interna de las patronales, de las cúpulas militar y eclesiástica, de los terratenientes, de los dueños de los medios masivos de comunicación. Todo estalló cuando impulsó la reforma constitucional que era claramente apoyada por el pueblo y decidieron bajarlo.
Entonces, aunque Lobo llame al diálogo, aunque se ensayen propuestas para tapar algún que otro bache en la dura avenida que transita el país, Honduras se debe todavía la restitución de un verdadero estado de derecho que garantice el respeto por los derechos humanos, lo que incluiría: la investigación de los sucesos que llevaron al golpe de estado para determinar a los responsables para que sean juzgados; aclarar el asesinato de personas durante ese tiempo y juzgar a los culpables; detener las acciones legales en contra de Zelaya y otros miembros de su fuerza política; detener las amenazas y persecuciones contra personas que hayan estado o estén en contra del golpe de estado o que defiendan los derechos humanos en general. Por ello es fundamental apoyar incondicionalmente la lucha del pueblo Hondureño por la verdad, la justicia y la libertad.

Un informe sobre la crisis en Honduras puede consultarse en Internet en el siguiente sitio: http://www.defensaterritorios.org/images/stories/pdf/cespad-informe_final_escenarios_011-1-2.pdf